Sin patente para delinquir

Tradiciones, bromas, risas y disculpas. Con esto se trato de enmascarar que un niño fue víctima de una agresión sexual en frente de cientos de personas, por parte de una autoridad. En un acto cultural-religioso se produjo el hecho que quedó grabado y replicado en redes sociales hasta el punto de que el incidente registrado en la India fue noticia en Venezuela, ubicada a 15.191 KM de distancia.

El 10 de marzo de 2023, el Dalai Lama de 87 años de edad y líder espiritual del Tíbet, pidió disculpas tras la publicación de un video donde se le puede observar pedir a un niño que lo besara en los labios y “chupara su lengua”. Todo esto en una ceremonia. La situación generó risa de varios de los presentes.

“Su santidad desea pedir disculpas al niño y a su familia, así como a sus muchos amigos de todo el mundo, por el daño que sus palabras han causado. Su santidad a menudo toma el pelo a las personas que conoce de forma inocente y traviesa, incluso en público y ante las cámaras. Lamenta el incidente”, concluye el comunicado del 10 de marzo, que disminuye una agresión sexual a un juego.

Tenemos en manos una oportunidad para reflexionar. ¿Cuáles son las responsabilidades que tenemos los adultos en la vida de los niños y cómo su actuar pone en riesgo su integridad física y mental?

La psicóloga del Servicio de Atención Psicológica de Cecodap, María Alejandra Morgado, apunta que las personas tienen derecho sobre sus cuerpos; y recuerda que en especial los labios y la boca son áreas privadas e íntimas, por lo que representan un límite corporal que no debe ser invadido por otro. Esto lo podemos evidenciar en nuestras interacciones diarias; por ejemplo, no vamos por allí dando besos en la boca a cualquiera que nos topemos.

Los/las niños/niñas deben empezar a reconocer qué áreas de su cuerpo son privadas e íntimas, pues esto evitará que otras personas invadan sus límites corporales y abusen de ellos. En este sentido, besar a un niño en la boca, porque se mantiene un vínculo afectivo, puede crear una confusión sobre los límites de la intimidad personal. Esto puede hacerle entender al niño/niña que no está mal que otros invadan su espacio y abusen de su cuerpo. Situación que empeora si el niño se ve obligado a hacerlo como sucedió con el mencionado vídeo.

¿Investidura igual a licencia?

¿Pero quién es el Dalai Lama? Es el jefe espiritual del budismo tibetano, religión que profesan más de 20 millones de personas en el mundo. En 1989, le fue otorgado el Premio Nobel de la Paz por su resistencia constante al uso de la violencia en la lucha de su gente para recuperar la libertad. Como líder religioso, está obligado a cumplir los principios que profesa, uno de ellos es no tener una mala conducta sexual.

¿Su investidura es una patente para actos lascivos? No y categóricamente no. Ninguna autoridad, independientemente del rol o cargo que desempeñe, puede servir como justificación para realizar actos que violenten o menoscaben la dignidad y los derechos de niños, niñas y adolescentes. La corresponsabilidad en la garantía de los derechos del niño nos hace a todos los adultos responsables de su protección.

El hecho es menos admisible cuando se fundamenta únicamente en tradiciones culturales o religiosas, realizadas por lo general ante un grupo importante de seguidores o adeptos que en su mayoría aceptan y celebran estas actuaciones.

Por otro lado, no olvidemos que los agresores sexuales no necesariamente son personas que están ocultas en un callejón, y que tienen aspecto de agresor sexual. Así lo recuerda el coordinador del Servicio de Atención Psicológica “Crecer sin Violencia” de Cecodap, Abel Saraiba, en sus redes sociales: “la mayoría de los agresores sexuales se valen de la confianza, el prestigio y la legitimidad para poder actuar con impunidad. Están mucho más cerca de lo que uno piensa, por lo que debemos estar conscientes de que aun cuando una persona esté revestida de autoridad, esto no le hace un candidato improbable para ser un agresor sexual”.

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Un ascenso que debemos evitar

Las recomendaciones número 13 y 31 del Comité de los Derechos del Niño de Naciones Unidas, de los años 2011 y 2014, hacen mención a la alarmante magnitud e intensidad de la violencia ejercida contra los niños, por eso es preciso reforzar y aplicar las medidas destinadas a acabar con toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual. En general, las prácticas nocivas suelen ir asociadas a graves formas de violencia o son en sí mismas una forma de violencia contra los niños, niñas y adolescentes.

Debemos hacer mención que bajo estas mismas ideas y creencias se sigue perpetrando y vulnerando la dignidad, integridad, salud y desarrollo a nivel físico, psicológico de muchos niños, niñas y adolescentes. Se destacan en estas prácticas los castigos corporales y otras formas de castigo crueles o degradantes; la mutilación genital femenina; las amputaciones, ataduras, arañazos, quemaduras y marcas; los ritos iniciáticos violentos y degradantes; la alimentación forzada de las niñas; el engorde; las pruebas de virginidad (inspección de los genitales de las niñas); el matrimonio forzado y el matrimonio temprano; los delitos de «honor»; los actos de represalia (cuando grupos en conflicto se desquitan contra niños del bando opuesto); las muertes y los actos de violencia relacionados con la dote; las acusaciones de «brujería» y prácticas nocivas afines como el «exorcismo»; la uvulectomía y la extracción de dientes.

Por este motivo desde Cecodap debemos precisar que el límite de cualquier práctica cultural debe ser el respeto a los derechos humanos. En palabras de Carlos Trapani, coordinador general de Cecodap, “todo niño, incluso todo adulto, tiene derecho a ser respetado y nadie puede ser indiferente a este tipo de hechos sea quien sea su agresor”.

No queremos decir que nos oponemos al derecho a la libertad de religión, establecido en el artículo 18 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Entendemos que todos tenemos derecho a nuestras propias creencias, a tener una religión, a no tener ninguna o a cambiarla.

Al contrario, apoyamos y respetamos cualquier tipo de creencia, siempre y cuando estas no atenten o justifiquen ningún tipo de prácticas discriminatorias, denigrantes e incluso perjudiciales en contra de la dignidad e integridad física, psíquica y moral de cualquier persona.

El abuso sexual hay que rechazarlo y combatirlo donde quiera que se encuentre. No importa que tan alta sea la posición de quienes aparezcan como señalados. No debemos permitir que esto suceda con impunidad. Los niños merecen ser protegidos y merecen una conducta responsable por parte de los adultos. Tú eres un protector de la infancia, si un niño te señala que ha sido víctima de abuso, créele y ayuda a que se haga justicia.

En colaboración con Víctor Briceño, abogado del Servicio de Atención Jurídico de Cecodap.

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