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¿Solo el conocimiento académico nos conduce al aprendizaje integral?

La niñez y adolescencia debe tener la oportunidad de crecer con aprendizajes externos a la escuela que potencien sus capacidades y desarrollen su personalidad, según los intereses que los motiven. Para muchos, esto es posible desde las actividades que llamamos extracurriculares, pero que son difíciles de disfrutar cuando las tareas ocupan un tiempo extra y significativo.

La mayoría de las veces pensamos que por ser extracurriculares son de menor relevancia y están en un apartado innecesario al ámbito académico. En mi experiencia, esas actividades de mis tardes eran la suma de vivencias de aprendizaje que potenciaban mi crecimiento al igual que la escuela. Este crecimiento conllevaba ver el mundo de una forma diferente y además, comprender mi personalidad mucho mejor.

Recuerdo que mi primaria fue una maravillosa etapa. Mi rutina diaria consistía en entrar a las 8:00 am a clases y salir de la escuela a las 12:45 pm. En menos de 20 minutos tenía que almorzar para dirigirme a mis clases de coro, y la otra parte de mi tarde la dedicaba a la academia de baile. Así eran mis lunes, miércoles y viernes, porque en el resto de días en vez de ir a la academia de baile, iba a mis clases de circo hasta las 7:00 pm. 

En la noche llegaba cansada pero feliz de bailar, cantar y hacer circo, pero no me quedaba de otra que sentarme a hacer tareas. Pues esa era mi responsabilidad, aunque era escribir muchas hojas o memorizar temas complejos. Era la razón de desvelarme en las noches, ya que era mucho el tiempo que me llevaba hacer tareas. 

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Se trataba de un esfuerzo en el que muchas veces me tomaba la misma cantidad de horas que mi tiempo en la escuela y, por supuesto, implicaba dejar de ir mis otras actividades y ausentarme en cosas que también me hacían feliz. 

Eso sí no variaba, siempre era lo mismo toda la semana: abrir mi cuaderno y agarrar el lápiz. El problema no era prepararme para el siguiente día de clases y hacer actividades de reforzamiento o repaso de lo visto, sino que estas tareas significan hacer exposiciones con láminas o maquetas o hacer un trabajo escrito con un límite de páginas. Requerían más inversión de tiempo. 

Mis actividades extracurriculares no eran solo para entretenerme. También, significaban un aprendizaje completo para mí. Pues, déjenme explicarles. En mi bachillerato, tuve la oportunidad de formarme como futbolista  y no solo aprendí a jugar mejor. También me ayudó a: 

Aprender a conocer:

El jugar a la pelota no es solo aprender a desarrollar habilidades técnicas, conciencia táctica y de juego, también debes conocer herramientas que te ayuden a superar cualquier situación, herramientas que te hacen ser una jugadora con una mentalidad fuerte y preparada ante contextos difíciles.

Aprender a hacer:

No es solo poner en pŕactica lo entrenado, sino también aprender a poner en práctica esas herramientas, por ejemplo: aprender a tomar fuerza después de perder un partido y seguir adelante, a saber la mejor forma de desviar los nervios de tu mente y a tratar de que la presión no apague tu brillo en el campo.

Aprender a convivir:

El trabajar en equipo es fundamental para lograr los objetivos, el compartir el balón es sinónimo de un juego colectivo, o el apoyar al otro compañero cuando los resultados no están a simple vista.

Aprender a ser:

Ser tú mismo, aprender a jugar con la personalidad que te caracteriza y a defender los valores de cada equipo que te hacen sentir identificado.

Muchas veces mis compañeras y yo faltábamos a las prácticas y partidos por dedicarnos a una larga lista de tareas ¡Imagínense de lo que nos perdimos!

Si no se han dado cuenta, esos son los cuatro pilares de una educación de calidad y según lo propuesto por la Unesco. Buscan una formación integral para todos, no solo en conocimientos académicos, también en habilidades, valores y relaciones sociales.

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Fíjense en lo importante que son este tipo de actividades. En mi caso es el fútbol, pero cada uno de nosotros tiene un corazón que ama distintas cosas. ¡Imagínense lo que significa crecer haciendo lo que más amas! Para mí, esas actividades que llamamos extracurriculares son importantes en el crecimiento de todos.

Las tareas deben ser adecuadas y consideradas para que así el estudiante logre disfrutar su tiempo en la escuela y fuera de ella, que el entorno escolar no sea lo único conocido y pueda explorar sus intereses desarrollando las capacidades que lo caracterizan. Si las tareas no son un aliado para que esto suceda y encierran el tiempo diario de la niñez y adolescencia, entonces hay que evaluar si realmente son lo único necesario.

Amanda Isturriaga

Amanda Isturriaga

Parte del grupo de Jóvenes Defensores de Cecodap.

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