¿Y si los niños votaran?

Históricamente los derechos de los niños han sido invisibles en cualquier propuesta electoral de Venezuela. No se han presentado programas ni planes de trabajo específicos dirigidos a garantizar los derechos de este sector de la población. A más de 10 años de estas experiencias los niños siguen siendo los grandes ausentes en los procesos electorales.

El próximo domingo 6 de diciembre de 2020 se realizará un proceso electoral para la conformación de una nueva Asamblea Nacional. Este domingo se escogerán los próximos 277 legisladores para el período constitucional comprendido entre el 5 de enero de 2021 y el 5 de enero de 2026

Sin duda, es una jornada electoral atípica que se desarrolla en un contexto de pandemia por COVID-19 y una profunda emergencia social, económica, política e institucional. Aunado a eso tenemos una marcada desinformación sobre los perfiles y experiencia de los candidatos, así como de las propuestas concretas a implementarse en la Asamblea Nacional.

Cecodap como organización de derechos humanos, promueve y defiende todos los espacios y oportunidades que garanticen una participación ciudadana activa, libre, consciente, responsable. 

Sabemos que el voto es uno de los diversos mecanismos que consagra la ley para el ejercicio de la ciudadanía. Sin embargo, elegir es mucho más que votar. Elegir en el marco de un estado de derecho democrático es tener la posibilidad de decidir con libertad, debidamente informado y libre de todo tipo de violencia, coacción, manipulación o discriminación.

Niños invisibles

Al analizar experiencias previas de elecciones parlamentarias han existido distintas iniciativas promovidas desde la Red por los Derechos Humanos de los Niños, Niñas y Adolescentes (REDHNNA) para que los derechos de los niños estén presentes, de forma prioritaria, en la agenda parlamentaria. 

Se puede mencionar la experiencia de la Agenda Legislativa por la Niñez y Adolescencia del año 2010 o la iniciativa denominada Parlamentarios Amigos de la Niñez y Adolescencia del año 2015. Para ambos procesos electorales se buscaba visibilizar la importancia de construir una agenda parlamentaria a favor de los derechos de los niños y que cada candidato a parlamentario presentara sus propuestas concretas y se establecieran acuerdos institucionales donde la niñez y adolescencia fuesen valoradas y tomadas en cuenta.  

¿Y si los niños votaran?

Ahora bien, ¿y si los niños votaran? Es posible que los políticos se dieran a la tarea de escuchar a los niños e incrementar los esfuerzos para comprender y contribuir a superar los problemas que los afectan. 

Si los niños votaran las autoridades escucharían sus opiniones y propuestas para tomar mejores decisiones. 

Si los niños votaran habrían más parques y áreas verdes para jugar, con iluminación y condiciones suficientes para garantizar su seguridad.

Si los niños votaran habría un ministerio que trabajara para cumplir sus derechos y sus sueños. 

Si los niños votaran existirían programas para que los padres y madres que se fueron del país regresen a abrazarlos; para que retornen de una manera digna, sin ser juzgados, maltratados o humillados en el trayecto.

Si los niños votaran las escuelas serían espacios multicolor para aprender, divertirse y saber superar los conflictos; y no lugares en los que importa más cumplir un horario o contenidos académicos.

Si los niños votaran los políticos y las autoridades tendrían más disposición para ser amigos y superar las diferencias, en vez de insultarse públicamente y descalificarse.

Si los niños votaran es probable que sus derechos no fuesen un listado de buenos deseos, sino una realidad cotidiana en sus vidas.