«Papa, mamá… Estoy aburrido». Esta frase es común en los niños, más aún en estos días. De tanto que puede repetirse, puede aumentar más los niveles de estrés y angustia en los cuidadores y en el hogar, ya que los niños detestan estar aburridos y en la expresión de su demanda, hacen notar el rechazo que le tienen a este estado.
Si nosotros como adultos, que tenemos una lista extensa de pendientes que tenemos que atender (tareas laborales y del hogar; pendientes con los hijos, de formación y recreación, y otros compromisos más), llegamos a sentirnos aburridos, ¿cómo será con los niños, niñas y adolescentes? Si bien pueden contar con mayor tiempo de juego que los adultos, o una rutina estricta de sus tareas escolares, hay momentos en los que se aburren. Y ellos, así como pasa con muchos adultos, pueden no saber bien qué les haga sentir mejor, y cuando queremos explorar con ellos qué les gustaría hacer, tenemos el popular “no sé”.
Este 12 de mayo, el gobierno de Venezuela alargó por 30 días más la cuarentena. En casa podemos seguir con la angustia de cómo manejar el aburrimiento de los niños. En consulta, los padres nos preguntan con frecuencia sobre estrategias para abordar la situación.
Lo primero que les decimos es: calma.
He notado que existe una tendencia de calmar el aburrimiento mediante el uso de pantallas. Esto ha sido cada vez más prevalente entre los pacientes que visitan Cecodap.
En la teoría, Belton (2001) y Weir (2013) nos explican que cada vez que los niños se sienten aburridos, lo más probable es que busquen de inmediato un dispositivo y empiecen a ser bombardeados con estímulos del mundo exterior, en vez de recurrir a recursos internos o que ideen sus propias actividades.
En la práctica, esto es un tema bastante común. Mientras los niños, niñas y adolescentes expresan que pueden pasar tranquilamente todo el día en YouTube; los padres o cuidadores nos cuentan en tono de queja que “está metido todo el día en la computadora”. Esto puede llegar a niveles altos de conflicto, generando disputas y, usualmente, por las insistentes peticiones de los más pequeños, los cuidadores ceden.
¿Qué pueden hacer los padres?
Los padres suelen sorprenderse cuando se les dice que el aburrimiento puede ser algo bueno. Da oportunidad a que los chamos exploren otras formas de hacer o se interesen en otras cosas más allá de las pantallas, si se les presentan las condiciones.
Como padres, puede haber un sentimiento de culpabilidad si no se tienen todas las respuestas o todas las herramientas a la mano para los más jóvenes. A veces, los chamos tienen que buscar las suyas.
- Permite que se aburran, que exploren y se encuentren con los recursos que tengan, y que has dispuesto para ellos durante años.
- El apoyo que les puedes prestar es el de guía, el de orientador. Muéstrate disponible para sus dudas.
- Reconoce cómo se sienten ellos.
- Brinda ejemplos de actividades beneficiosas que te han servido a ti y procura que las ocurrencias de los más pequeños no sean peligrosas.
Al final recuerda que no hay una receta mágica que nos erradique el aburrimiento de forma inmediata, ni una salvación absoluta de la misma. Por ejemplo, el “truco” que me sirve hoy, puede que no me sirva mañana y haya que reinventarse.