Las expectativas y los niños

En sobradas oportunidades nos han hecho promesas demagógicas en lo político, económico y social que activaron fuertes expectativas que muy pronto se estrellaron contra la realidad. Situaciones que generaron frustración, desconfianza, desánimo y apatía. Sentimientos que afectaron la credibilidad y salud mental de la familia.

Los niños no escaparon del impacto del incumplimiento de las expectativas en su cotidianidad. “¿Mamá cuándo volverán las clases presenciales? ¿Hasta cuándo usaremos tapa boca? ¿Cuándo llegará la vacuna a Venezuela?” “¿Cuándo podremos viajar para visitar al abuelo?”. Son preguntas que nos ponen a pensar cómo responder para no generar frustración, pero tampoco alimentar la desesperanza.

Las expectativas influyen en nuestro estado de ánimo. Se alimentan de nuestras creencias, imaginación, vivencias e influyen en la forma que analizamos y sentimos lo que acontece.

Esa forma de percibir lo que acontece genera pensamientos, emociones y sentimientos que se ponen de manifiesto cuando se cumplen o no las expectativas. Si se cumplen las percibimos como algo positivo y si no nos generan frustración.

Pueden darnos cierta sensación de control sobre lo que posiblemente sucederá. Sin embargo lo que pensamos, que está muy vinculado a lo que necesitamos o deseamos, siempre va acompañado de la incertidumbre, de eso que tiene reservado el futuro y que escapa de nuestro control.

Ese supuesto probable que se considera posible instala una creencia que se centra en el futuro. Mientras más expectativas se tienen frente a un determinado hecho, las posibilidades de decepción suelen ser mayores.

Esperanza y expectativas, ¿son lo mismo?

La esperanza es una motivación que nos impulsa frente a una realidad. Es una fuerza, una sensación que nos motiva a seguir adelante, mientras que la expectativa es un supuesto que parte de un hecho del que se espera una consecuencia. Siempre incierto porque no tenemos el control.

Frente a las preguntas de los niños podemos, con la mejor de las intenciones, hacerle promesas que les crean expectativas poniendo fechas, diciendo muy pronto, o creando ilusiones cuyas probabilidades no son factibles en el corto plazo. Pensamos que si le mentimos podemos mantenerlos ilusionados, sin embargo, el efecto puede ser contrario a lo esperado.

Otra cosa es responder que se está trabajando para eso, las cosas cambiarán en la medida que podamos colaborar todos. Buscando alternativas que estén en nuestras manos.

¿Qué podemos hacer?

– Consultar qué podemos hacer mientras se retoman las clases presenciales, para que sean más interesantes las clases a distancia. Cómo podemos mantener el vínculo afectivo con nuestros compañeros, propuestas que se pueden plantear a los centros educativos.

– Escuchar lo que piensan sobre la necesidad e importancia del tapa boca y cuándo creen que sería el momento propicio para dejarlo de usar. Puede que respondan: “Pero la vecina o mi primita no lo usan”. Nos toca aclararle que eso no está bien. Que si otros no lo hacen, nosotros sí porque debemos cuidar nuestra salud y la de los demás.

– Repreguntar. A su pregunta:“¿Cuándo llegará la vacuna al país?”, repreguntamos: “¿Qué piensas tú?”. Nos da la posibilidad de identificar qué información manejan. Podemos partir de lo que han escuchado y aclarar que es un proceso que requiere varios pasos que exigen tiempo. Mientras mantenemos las medidas de bio seguridad que ya conocemos.

– Proponer. Mientras no podemos visitar al abuelo, le consultamos “¿qué podemos hacer para sentirnos cerca?” Podemos realizar un dibujo, un cuento, una poesía en el que él sea protagonista. Seguramente surgirán iniciativas bonitas.

– Parafrasear. Poner en nuestras palabras lo que proponen, para que se sientan escuchados. Sin juzgarlos.

– Valorar. Sus sentimientos, emociones, compartir cómo nos sentimos, siendo empáticos.

– Asumir. Puede que hagamos promesas que partan de posibilidades factibles y por un acontecimiento inesperado se debió cambiar los planes. Decisión que puede generar desencanto y frustración. Es importante asumir que eso pasa en la vida y necesitamos aprender a procesarlo emocionalmente. No todo lo que deseamos se logra en el momento y en las condiciones esperadas.

Hasta la próxima resonancia.

Publicado en Caraota Digital.

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