Independencia en adolescentes, ¿puedo lograrlo? | Parte II

Los adolescentes necesitan de padres y adultos significativos que confíen en ellos, en sus habilidades y en quienes son para hacerle frente a cualquier tipo de adversidad. Una buena relación con tu hijo es un buen punto de partida, ya que puede garantizar a que la comunicación sea mucho más abierta. Necesitan ir creciendo en un ambiente de cariño y respeto, necesitan padres que les acompañen, sin que signifique un monitoreo estricto. Recordemos que en la adolescencia un logro importante es el establecimiento de la identidad y así poder responder la pregunta “¿quién soy?”. Por lo cual es necesario apuntar a aquellos procesos que ayuden a que tomen mayor conciencia respecto a sus pensamientos,  conductas e independencia.

Además, habrá que estar muy atentos a barreras que pueden colocar los adultos, muchas veces de forma no consciente, que les alejarían de la meta. Al momento en el que surge un obstáculo, pueden tomar forma en pensamientos o frases en las que pueden considerar que sus adolescentes “no son lo suficientemente maduros, no están lo suficientemente preparados”; incluso puede existir la tentación de tomar acción, cuando los adolescentes pudieran hacerlo sin problema alguno, porque “yo lo haría más rápido, y él/ella no sabe hacerlo bien”. No suele ser algo poco frecuente, pero este tipo de ideas usualmente apuntan en sentido contrario de lo que queremos lograr: de que vivan, tengan las herramientas para afrontar retos con éxito, y si se tropiezan, que puedan lidiar con ello, hacerse responsables, levantarse, aprender y seguir adelante.  A fin de cuentas, es de lo que va la adultez: desde que puedan hacer compras y trámites por sí mismos, hasta tomar decisiones importantes que afecten el curso de su profesión o el establecimiento de su propio núcleo familiar.

Pero para ello es necesario poder explorar y vivir por sí mismos, si se les da la oportunidad.

¿Cómo fomento la independencia de mi hijo/a?

  • Impulsar a que un adolescente gane mayor independencia no es sólo “dejar de hacerle las cosas”, si no proveer una base para que ellos puedan desempeñar dichas actividades. No puedes esperar que tu chamo enfrente responsabilidades si no se le ha enseñado propiamente, no basta sólo con que lo haya observado en ocasiones anteriores. Procura destinar un tiempo para enseñarle las bases, junto a mucha paciencia ya que, muy posiblemente, se equivoque en varias oportunidades y sea necesario repetir las instrucciones. A medida que lo vayan practicando cada vez más, irán aprendiendo
  • Brindando oportunidades seguras en los cuales pueda ser independiente y no requiera que interactúe con los padres, como en la práctica de una actividad recreativa. Esto servirá como un tiempo aparte, exponiéndose de forma positiva, al salir de su “zona de confort”, y así desplegar habilidades en las que ya venía trabajando, además de ir aprendiendo sobre aspectos nuevos de su persona que no habría puesto a prueba anteriormente en otro contexto.
  • Asociando las responsabilidades con su consecuencia natural, evitando que el mensaje sea “porque los adultos me están mandando y se tiene que hacer porque sí”. En la adolescencia, se cuestionan muchas cosas, incluidas las órdenes. Si se le explica al adolescente que, por ejemplo, no colocar su alarma para que suene en la mañana llevará a que no se despierte a tiempo y no llegue a tiempo a su compromiso. De esta manera el aprendizaje se da de forma objetiva, favoreciendo a la madurez personal.
  • Estableciendo normas y expectativas claras. Esto brindará información al adolescente para saber lo que debe alcanzar y los límites hasta dónde puede llegar. Estas normas podrán ir variando, por ejemplo, de cuando tiene 13 a diferencia de cuando llegue a los 17 años, pero mientras vayan siendo consistentes en cada etapa, le ayudará a entender los principios y valores que aplican a su familia. Incluso, puedes hacerlos partícipes en la sugerencia de estas normas y las consecuencias que conlleven el incumplimiento de las mismas.
  • Practicando la toma de decisiones en el día a día. Se ha visto como muchos chicos y chicas, en edades cercanas a finalizar la adolescencia e iniciar la adultez, pueden tener grandes dificultades al momento de tomar sus propias decisiones, al cuestionarse sus propios deseos y opiniones en momentos cumbres e importantes para ellos. Esta habilidad junto al sentido de responsabilidad no se da de un día para otro, es importante que puedan irla practicando durante años anteriores. No existe una solución detallada para esta habilidad, pero se puede sacar mucho provecho a la capacidad imaginativa y crítica para idear y considerar diversas iniciativas y opciones, junto a la reflexión de ventajas y desventajas que puede llevar consigo cada posible decisión. Igualmente puede ser de gran ayuda pensar en alternativas si las cosas no van como se planeó en un inicio y brindar retroalimentación sobre cómo está llevando el proceso. En el día a día pueden incluir a sus hijos en la toma de decisiones dentro del hogar, incluso en cosas sencillas como la decoración de uno de los espacios en común; siempre cuidando de no involucrarles en responsabilidades mayores correspondientes a los roles de padres. Cuando existan decisiones importantes que los involucren, trata de que la decisión sea tomada junto a tu hijo/hija, y que no seas tú quien la tomes por ellos. 
  • Respeta sus opiniones y emociones. Conversando con adolescentes, muchos han manifestado sentir inseguridad de expresarse o de dar un paso, porque en momentos anteriores sus ideas y sentimientos han sido ignorados, minimizados o han sido objetos de burla. No es necesario que piensen o sientan de la misma manera que su adolescente en casa, pero que sí les hagas saber que, si bien no percibes determinada situación como ellos o si te cuesta verlo desde su perspectiva, respetas su experiencia individual y que tomarás en cuenta lo que opinen (haciéndolo realmente). Para favorecer la recepción de tu orientación en la crianza, es importante que te pongas en sus zapatos y partas de lo que ellos sienten y opinan, y no únicamente de cómo lo ves tú. Con el hecho de reconocer su individualidad y no imponer la tuya, les brindará confianza, no sólo a ellos mismos, sino también a la relación que tendrán contigo, a pesar de las diferencias. 
  • Confía en ellos. Incluso si dudas, no lo comentes (a menos que haya un elemento que les ponga en riesgo). Un adolescente puede estar igual o más nervioso que tú, y en esos momentos le caería mejor una palabra de aliento, que enfocarse de primera mano sólo en lo que consideres que no esté bien. Puedes hacerle comentarios después de terminar la actividad, evitando el uso de un lenguaje humillante y reforzando lo que hizo bien y las áreas que puede mejorar. 
  • Permite que cometan errores. Una forma natural de aprender el funcionamiento de las cosas es mediante los desaciertos, y las consecuencias de los mismos. A todos nos pasa, en algún momento nos llegamos a equivocar, y podemos comentarlo abiertamente con ellos; contribuye al ejercicio de la empatía, al cerrar la brecha con la figura de autoridad que ejerces, y cosechando así la sensación de seguridad contigo, lo cual será vital para que más adelante puedan comunicar sus errores de forma honesta. Algo que puede ser de gran ayuda es establecer abiertamente acuerdos de seguridad que sientan que son importantes de tener en cuenta y que deben mantenerse en toda situación. Esto ayudará a que el adolescente se involucre y entienda los motivos de sus límites, ya que, en esta etapa, sobre todo en los años iniciales, es complicado que puedan entender las consecuencias de sus acciones, especialmente aquellas que implican riesgo. Además, ayuda a que no se queden sólo con el “no”, lo cual puede ser muy frustrante y llevar a otros desenlaces. Igualmente, puedes comunicar que no esperas perfección de ellos, si no su mejor esfuerzo. ¿Recuerdas una situación en la que te equivocaste?  Reacciona con tu adolescente como te gustaría que te hubieran apoyado en aquel momento y ten presente la incondicionalidad de tu amor.