
Zulia.- Carla* trata de resolver las multiplicaciones que su maestra puso en la pizarra. Hace calor, no hay electricidad y el bullicio es incesante. Pero no es eso ni los cálculos lo que angustia a esta niña de cuarto grado. Sentada en un pupitre remendado solo piensa que tiene demasiadas ganas de orinar. Así está desde hace una hora. Mira a su alrededor. Sigue pensando. Siente que la vejiga se le va a explotar. Lo vuelve a pensar. Ahora sí se levanta. La pena y el miedo que siente tienen un origen.
“Solo quiero ir a un baño normal, como el que está en mi casa”, piensa.
En su escuela, una unidad educativa nacional adscrita al Ministerio de Educación en la parroquia Idelfonso Vásquez de Maracaibo, solo hay un baño. Donde ahora está una poceta, hasta hace unos meses solo existía un hueco.
Antes de caminar hasta el baño le pregunta a su amiga Roxana* si puede acompañarla. Sin titubear le responde que sí. En el camino miran a su alrededor. Mientras Carla entra, Roxana se para frente a la puerta de madera —que tiene los vidrios rotos— para tratar de impedir que alguien la vea sentada.
Sus compañeros de clases no aguantan las ganas y orinan en un callejón que está al lado.
En la escuela de Carla y Roxana solo hay un baño y no se encuentra en las mejores condiciones. Fotografía de Francisco Rincón.
Pese a que niños y niñas hacen lo posible para taparse, quienes pasan por la calle pueden ver sus partes íntimas.
Carla busca agua del tubo para llenar el balde, y lo carga de vuelta para darle bomba a la poceta. Como no había jabón ni lavamanos, regresó a su salón.
Puede que esta escena se repita en muchas escuelas venezolanas. Un informe de la Red de Observadores Escolares para el año escolar 2023-2024 reveló que de las instituciones educativas estudiadas el 48,10% no tenía baños para el uso escolar, sin embargo, en regiones del país como Los Llanos el porcentaje aumenta hasta 83%.
Lee más: Fallas de infraestructura e interrupciones en las clases inciden en el aprendizaje de niños, niñas y adolescentes
Una de estas situaciones fue denunciada por representantes de la Federación Venezolana de Maestros, quienes en octubre de 2023 reportaron que la mayoría de las escuelas públicas en Maracaibo tenían un solo baño para atender a 300 niños, y era el mismo que usaban los profesores.
La escuela es el segundo espacio de protección de los niños, niñas y adolescentes después de su hogar, y su estructura forma parte del esquema necesario para un adecuado desarrollo de la niñez y la adolescencia.
«Resulta indignante»
Mariangelica Morillo, psicóloga social y comunitaria con experiencia en la protección de niños, niñas y adolescentes y atención a sobrevivientes de vulneración de derechos humanos, explica que la falta de espacios privados para ir al baño, la posibilidad de que otras personas los vean y el tener que hacer sus necesidades básicas en condiciones insalubres hace mella en su salud mental y dignidad.
“Resulta indignante y degradante. Pueden experimentar emociones como tristeza, vergüenza, rabia, impotencia, estrés y ansiedad, especialmente al carecer de educación emocional para reconocerlas y gestionarlas. Afecta también la forma en la que se perciben a sí mismos en el mundo y cómo piensan que los perciben quienes los rodean”.
La falta de baños impacta sobre su percepción del mundo, los expone y representa un riesgo para su seguridad e integridad. Fotografía de Francisco Rincón.
Hacer sus necesidades fisiológicas estando expuestos a otras personas puede ser un factor de riesgo a considerar para situaciones de abuso sexual infantil como exhibicionismo; acoso, comentarios y burlas sexuales, y toma de material fotográfico o en video de las partes íntimas para crear material pornográfico.
Aunque algunas maestras tratan de hacer guardias para cuidar y apoyar a sus estudiantes cuando van al baño, no siempre pueden estar presentes.
Lea más: Entrega especial Educar para proteger
El personal directivo, administrativo, maestras y obreras admiten que la precaria situación de los baños es un nodo crítico, pero las múltiples carencias y problemas en las escuelas hacen que dediquen su tiempo a intentar solucionar “lo más urgente”, como arreglar los pupitres. “Siento impotencia. Quisiera resolver todo, pero se escapa de nuestras manos”, lamenta una obrera.
El valor del baño
No es casualidad lo que sienten y viven en las escuelas cuando falta o está casi inoperativo el baño. Estos espacios pueden representar, en algunos casos, el único lugar donde un niño, niña o adolescente goza de privacidad y encuentra tranquilidad en medio del caos o el riesgo, ayudándolos a percibir una sensación de bienestar.
Además, para las niñas y adolescentes suele ser un espacio de socialización y sororidad donde comparten pensamientos e insumos de higiene personal.
El acceso al agua, saneamiento e higiene es esencial para asegurar la salud de los estudiantes, lograr una educación de calidad y propiciar igualdad de oportunidades durante la infancia y la adolescencia. En cambio, su carencia reduce el índice en la inscripción escolar de niñas, niños y adolescentes, aumenta la morbilidad, las tasas de malnutrición, el absentismo y el bajo rendimiento académico, asegura UNICEF.
Tener baños con agua, limpios y con buena infraestructura ayuda a la prevención de enfermedades. Fotografía de Francisco Rincón.
En algunas zonas rurales esta situación ha afectado las dinámica escolares. En municipios como Machiques de Perijá las directivas de algunos planteles se han visto en la necesidad de reducir las jornadas escolares debido a que los niños y niñas no pueden aguantar tanto tiempo las ganas de ir al baño.
La falta de baños en las escuelas puede contribuir a la deserción escolar. Esto se debe a que los problemas de higiene y saneamiento en las escuelas pueden aumentar el riesgo de enfermedades y disminuir la asistencia a clases.
Sin salas sanitarias, ni siquiera una letrina, los estudiantes se ven obligados a orinar y defecar en el monte, en potes o entre la basura, describen varias docentes.
Lea más: Mitigar riesgos en las escuelas, una forma de garantizar los derechos de los niños
Los baños escolares venezolanos inoperativos, sin tanques, oscuros y sin ventilación adecuada, contrastan con estándares internacionales para promover entornos saludables, entre ellos baños separados por sexo y privados; limpios, con papel higiénico, agua y jabón; con instalaciones adecuadas para la higiene menstrual; que cubran las necesidades de niños y niñas con discapacidad; de fácil acceso, seguros y bien iluminados.
La exclusión como norma
Las niñas y las adolescentes son las más afectadas: están propensas a sufrir infecciones; los baños no son cómodos para cambiarse durante la menstruación; no tienen agua regularmente o no es limpia; no disponen de papel higiénico ni jabón, y las instalaciones carecen de privacidad.
En el caso de los niños, niñas y adolescentes con alguna discapacidad o patología crónica, esta situación puede llevar a que deserten. Esto aumenta la posibilidad de que tengan sentimientos como rechazo y abandono, y se vean frente a mayores barreras para desarrollar su potencial y gozar de sus derechos.
Sin acceso a baños limpios ni agua la población femenina enfrenta retos para su higiene menstrual. Fotografía de Francisco Rincón.
A la ausencia de las garantías que debe brindar el Estado venezolano para garantizar la operatividad e infraestructura adecuada de los baños escolares, se suma la inseguridad jurídica de algunas instituciones educativas que funcionan en terrenos e infraestructuras prestadas y no han podido ser beneficiadas por los proyectos de higiene y saneamiento de ONG y agencias de Naciones Unidas, algunos de los cuales consisten en la construcción de baños.
“Lloré cuando nos dijeron que no podían hacerlo. Me parte el alma no brindarles a los niños algo digno como tanto se lo merecen”, cuenta la directora de una escuela en Ciudad Lossada. A esto se suma que pocetas, lavamanos y puertas que sí fueron donadas no han sido instaladas por temor a que se las roben.
“Cuando les preguntamos por qué no quieren ir al baño no responden. Nos miran calladitos y con pena. ¿Cuántas cosas no pasarán por su cabeza? Siento mucha angustia. No me puedo relajar ante una situación como esta”, lamentó una maestra.
♦
*Los nombres de los niños, niñas y adolescentes de este reportaje fueron cambiados por otros ficticios para proteger su identidad.
Francisco Rincón
Periodista corresponsal de la Agencia de Periodistas Amigos de la Niñez y la Adolescencia (Agencia PANA) de Zulia.
También puedes leer...
Revistas ExpresANN, voces para comprender el mundo de la infancia y la adolescencia venezolana
Integrar la niñez y la adolescencia en la agenda pública: encuentro con periodistas en Valencia
Infancia expuesta: impacto de los contenidos violentos en medios digitales
Última oportunidad de 2025: los grupos de acompañamiento para niñas, niños y adolescentes que estabas buscando
Del acoso escolar al suicidio: justicia y protección
José Daniel ahora sueña con volver a casa
¿Por qué los adolescentes no salen de su cuarto?
Regresó con la certeza de no volver a migrar
Temas Cecodap
Políticas de Cecodap
Medidas para prevenir y gestionar riesgos que comprometan a niños, niñas y adolescentes.
Políticas para la prevención de la explotación y el abuso sexual. En Cecodap tenemos tolerancia cero a la violencia contra niños, niñas y adolescentes.
Compromiso de Cecodap con la niñez y adolescencia, las familias, sociedad, otras organizaciones sociales y con su equipo de trabajo.
Mejorando juntos
En Cecodap queremos escucharte. Llena este formulario si deseas:
- Comentar sobre la atención recibida en Cecodap.
- Contarnos qué podemos mejorar.
- Informar cualquier maltrato, amenaza o conducta inapropiada de nuestro personal.
Contigo elevamos la esperanza









