Son las 10 de la noche. Elena pasa cerca del cuarto de su hijo y escucha disparos. Al asomarse, ve a Santiago entusiasmado haciendo scroll en su teléfono. Elena se pregunta qué tanto de esto es entretenimiento y qué tanto puede afectar a su hijo. Esta escena se repite en varios hogares. El caso de Santiago y Elena no es único.
Santiago, un niño que recién tiene su teléfono, lo usa para entretenerse, a veces sin querer algo en específico; interactuar con otros, encontrar aceptación a través de “Me gustas” o participando en retos virales. Sabemos que el algoritmo de plataformas como Instagram, Facebook y YouTube puede sugerir contenido violento de forma aleatoria, incluso por mensajes compartidos de amigos y familiares, lo cual representa un riesgo que afecta la forma en que nuestros hijos se entretienen y conectan con otros.
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Existen altas posibilidades de que Santiago, como otros niños, esté expuesto a todo tipo de información, desde noticias de guerras en Ucrania, Gaza, Irán, etc. hasta los múltiples videos de violencia escolar que circulan en redes sociales. ¿Será que mi Santiago va a ser agresivo por lo que está viendo en internet? Esa es una de las primeras preguntas que se hace Elena, dejando de lado otros peligros latentes.
Para que Elena pueda formarse una idea del impacto que puede tener el contenido que consume Santiago en su salud mental tendrá que hacerse algunas preguntas clave sobre la exposición a la violencia:
¿Dónde y cuándo ocurrió lo que vio?
Mientras más cercano sea un evento a la vida del niño, mayor probabilidad tiene de impactar en su salud mental. Un video de enfrentamientos armados cerca de su casa o de violencia en su colegio pueden impactar de manera más directa que escenas de un documental de la Segunda Guerra Mundial.
¿Quién es la víctima?
Es más probable que un contenido los perturbe si la persona que aparece en el video es alguien conocido o cercano. También esto puede producirse si hay características compartidas, por ejemplo, si se trata de un adolescente de la misma edad o con una apariencia y rasgos similares a tu hijo. Un niño piensa: “si se metieron con él porque le gusta el K-pop, también lo harán conmigo”, lo cual puede alterar su forma de acercarse a sus vínculos sociales.
¿Quién es el victimario?
Que tu hijo reproduzca el comportamiento de una persona violenta o un agresor dependerá también de qué tipo de influencia tiene esta persona para ellos. Figuras como youtubers, influencers o streamers, así como otras personalidades admiradas por los niños y adolescentes tienen una mayor probabilidad de ser imitados. No es lo mismo la violencia que ejerce un villano o una persona socialmente cuestionada y despreciada que la realizada por alguien que ellos admiran.
¿Cuál es el tipo de violencia?
Considera que hay efectos diferentes en tus hijos dependiendo de los eventos que han presenciado. Es probable que escenas que involucran armas de fuego, armas blancas y heridas generen un impacto mayor a otras en donde pueden haber presencia de insultos o amenazas. A veces resulta el mismo impacto si se trata de un dibujo o si es un video real. Para niños menores de cinco años es muy probable que no esté desarrollada la capacidad de separar la fantasía de la realidad, esta dificultad puede ocurrir incluso en edades mayores dependiendo de algunas condiciones del niño.
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Santiago ha continuado su inmersión en el mundo digital. Con sus amigos en el colegio hace chistes, diciendo algunas groserías que repite de su streamer favorito. Ha empezado a usar un suéter para ocultar su peso, aún cuando nadie se ha metido con él, porque quizá alguien lo critique como pasó en aquel video que vió. Si alguien le fastidia, piensa que está listo para actuar: va a copiar lo que vio en un reel hace una semana, en el que empujan a un estudiante acusado de bully. Nadie le ha dicho -ni en la vida real ni la digital- que esa forma de responder es normalizar la violencia y entrar a su ciclo vicioso.
Elena empieza a sentir algo de desesperación porque nota algunos cambios en Santiago, a veces lo regaña, después de que recibe un llamado de atención en el colegio. Otras veces le quita el teléfono porque quiere que deje de pasar tanto tiempo en él, pero no le da explicaciones, a veces solo dice que es por su bien y se profundizan los conflictos entre ellos. Santiago y Elena, bajo el cariño que caracteriza su relación madre-hijo estarán tratando de encontrar formas distintas de afrontar este desafío. Te invito a atravesar con ellos ese camino en una próxima parte.
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El relato de Santiago y su mamá es una historia ficticia, que recrea casos atendidos en el Servicio de Atención Psicológica de Cecodap y las preocupaciones expresadas por varios cuidadores.
Walter García
Psicólogo. Parte del equipo del Servicio de Atención Psicológica "Crecer sin violencia", de Cecodap.
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