Cinco áreas del desarrollo de un niño que afecta el ciberacoso y cómo mitigar esos efectos

La escuela, sin duda alguna, es un lugar clave para el desarrollo de una serie de capacidades y habilidades cognitivas y sociales. No por eso, podemos esperar que no ocurran situaciones que llegan a interferir en estos procesos. No es lo que esperamos, pero expresiones de violencia escolar son una posibilidad que podemos prevenir y que también podemos mitigar. El acoso escolar es una forma de violencia intencional y reiterada que está presente no solo en los centros educativos, sino en espacios en los que los niños, niñas y adolescentes se relacionan. Uno de estos sitios pasa desapercibido, porque justamente no es un lugar físico. «Está en la nube». Se trata de internet, chats o redes sociales. A la violencia que busca intimidar, demostrar poder de unos sobre otros, que se reitera en el tiempo y que ocurre entre pares dentro de espacios digitales es conocida como ciberacoso.

Con la pandemia, el uso de las tecnologías y el internet tomó mucha más fuerza y se ha vuelto parte importante del día a día de los niños, niñas y adolescentes. Nuestros hijos e hijas entran a este mundo con diferentes propósitos: socializar, aprender, entretenerse, expresarse, entre otros. Sin embargo, no todo es positivo, pues la difusión de mensajes, imágenes, videos o grabaciones que atentan contra su dignidad y reputación, a través de las redes sociales, es una realidad cada vez más evidente. 

El ciberacoso puede tener efectos sobre la salud mental y el bienestar de los niños, niñas y adolescentes, pues interfiere en diferentes áreas:

  • Físicamente podrían presentar dificultades para conciliar el sueño, náuseas, dolores de estómago y/o de cabeza frecuentes.
  • Emocionalmente pueden llegar a presentar sentimientos de vergüenza, culpa, impotencia, frustración, tristeza, rabia, miedo, pérdida de la motivación para llevar a cabo actividades de interés, baja autoestima, ansiedad, y deseos de venganza. 
  • Cognitivamente pueden tener pensamientos negativos y preocupación por las cosas que ha hecho o dejado de hacer, tener dudas sobre lo que la gente dice o piensa, creer que está siendo juzgando negativamente y sentirse abrumado.
  • Socialmente podrían ser excluidos y discriminados de grupos o aislarse de amigos, familiares y personas de confianza.
  • Conductualmente pueden presentar bajo rendimiento académico, uso de sustancias como el alcohol y las drogas, desarrollo de comportamientos violentos hacia otros y hacia sí mismos; y en casos extremos podría llevar a quitarse la vida.

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¿Qué pueden hacer familiares y docentes?

Sensibilizar e informar sobre el ciberacoso

Hablar sobre el tema, identificar las diferentes conductas de acoso, pensar estrategias para enfrentar estas situaciones, reflexionar sobre el tipo de datos e información que compartimos en internet, acompañar en el uso de las Redes Sociales ayudando a comprender las normas y los ajustes que pueden usar para mantenerse seguros.

Escuchar y acompañar

Propiciar espacios de acercamiento, seguridad y confianza. Apoyar a los niños, niñas y adolescentes en el fortalecimiento de sus redes de apoyo, es decir, todas aquellas personas que puedan brindar soporte emocional y ayuda, destacando que en ocasiones no necesariamente tienen que ser personas por quienes sentimos aprecio, sino que otras personas de nuestro entorno, con las que tenemos una relación menos cercana, podrían ser mejores referentes para orientarnos y brindarnos apoyo en estas situaciones. Permitirles expresar sus sentimientos y emociones sin ser juzgados, y evitar responderles con “chalequeos” o burlas al respecto. Favorecer su autonomía, incluyéndolos en la solución del problema, hacerles saber que no tienen la culpa de lo que está pasando, y evaluar la necesidad de apoyo psicológico.

Reunir pruebas

Es útil recabar toda la evidencia posible, mensajes, capturas de pantalla de las publicaciones en las redes sociales, entre otras, para mostrar lo que está ocurriendo. Es conveniente conversar con los niños, niñas y adolescentes y explicarles que aunque la situación les puede generar miedo o vergüenza, deben evitar borrar la información, a fin de poder denunciar.

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Denunciar

La denuncia es clave para detener el ciberacoso, ya que implica un rechazo contundente a este tipo de comportamientos. Además, debemos evitar tomar la justicia en nuestras propias manos, la violencia no puede ser una forma de resolver estos problemas. En estos casos existen varias formas de denuncias: 

  1. Reportar la situación en las plataformas digitales como las redes sociales, donde también es posible denunciar y bloquear la cuenta del agresor.
  2. Notificar a la institución educativa si es otro niño, niña o adolescente quien lo está acosando. 
  3. Informar a las autoridades competentes, como el consejo de protección del municipio, cuando consideramos que ha sido vulnerada la integridad de los niños, niñas y adolescentes.  

Mantener el contacto escuela – representantes

Ante este tipo de situaciones es necesario que los docentes y los padres mantengan la comunicación y trabajen en conjunto para encontrar una solución a la problemática. Es importante que ambas partes eviten actitudes que puedan hacer sentir al otro intimidado o amenazado. Es necesario que los docentes le den la importancia que tienen este tipo de situaciones, ya que intentar negarlas u ocultarlas puede fortalecer el acoso. También deben escuchar y validar las emociones tanto de los niños como de sus padres, estar atentos con lo que sucede dentro y fuera del aula, atender y hacer seguimiento a las situaciones que se presenten y promover una convivencia desde el respeto en el aula de clases. Finalmente, pueden pedir ayuda si consideran que no tienen las herramientas necesarias para abordar el problema.

Distanciamiento temporal de las redes

No utilizar internet o redes sociales no es una solución a largo plazo para este problema, ya que estas plataformas constituyen hoy en día un medio para el entretenimiento, para socializar, comunicarse y expresarse. Sin embargo, puede ser prudente que los niños, niñas y adolescentes se mantengan fuera de línea por un periodo de tiempo, mientras se recuperan y se soluciona la situación. También pueden plantearse una reincorporación progresiva a las redes sociales tras experimentar un hecho de ciberacoso. Es importante que ambas opciones sean discutidas con los niños, niñas y adolescentes, y se tome una decisión tomando en cuenta cómo se sienten y qué piensan ellos al respecto.  

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El internet y las redes sociales son herramientas muy importantes pero es necesario que los niños, niñas y adolescentes sean acompañados en el uso de las mismas. Estos espacios no escapan de la violencia, e incluso hay factores, como el anonimato, que pueden favorecerla.

Como padres y docentes debemos estar atentos y supervisar el uso que les dan los jóvenes a las diferentes plataformas, siempre generando espacios de discusión y reflexión que favorezcan el pensamiento crítico de los mismos, evitando hacerlo desde la prohibición. Mientras mejor informados estemos de lo que ocurre en internet y del manejo de las diferentes redes sociales, tendremos más oportunidades de evitar y abordar el ciberacoso.

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