Balas, granadas y resguardo: el escenario que viven los niños de José Félix Ribas

Un enfrentamiento entre bandas mantuvo en vilo a la comunidad del barrio José Félix Ribas de Miranda, este 25 de enero. Hasta la tarde de ese día, tres grupos armados se disputaban el control de la zona con armas largas y granadas.

De acuerdo con información policial, el tiroteo empezó a las 3:00 pm. Los protagonistas eran miembros de la banda de  Wuileisys Alexander Acevedo Monasterios, conocido como «Wileisys», líder armado del barrio ubicado en Petare, y bandas del sector 5 de Julio y 24 de Abril.

Hasta el momento se conoce que  hubo un fallecido y varios heridos por el enfrentamiento. El fallecido fue identificado como Maikel Meneses, de 36 años, un hombre con el que la banda local tenía conflictos.

Los vecinos indican que miembros de las Fuerzas de Acciones Especiales (Faes) de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) ingresaron al barrio y establecieron una suerte de «toque de queda». No les permiten a los habitantes transitar por las calles después de las 6:00 pm.

«Me preocupa que la policía no me deje llegar a mi casa. Termino el turno en la panadería a las 5:00 pm. Quizás me tenga que quedar en casa de alguien», indicó una vecina con la que tuvo contacto la Agencia de Periodistas Amigos de la Niñez y Adolescencia (PANA).

El lunes, durante el intercambio de disparos, una granada cayó en el área escolar. No explotó y los funcionarios de seguridad pudieron retirarla sin causar daños a la estructura.

Cómo afecta a los niños

Para Abel Saraiba, coordinador adjunto de Cecodap y del Servicio de Atención Psicológica Crecer sin Violencia, los conflictos armados no solamente tienen incidencia en las sumas de fatalidades, sino que producen un marcado impacto en la salud mental de los habitantes de las comunidades en las que ocurren.

Los niños, niñas y adolescentes, por su etapa evolutiva, son más vulnerables a estas consecuencias. Tienen menos herramientas psicológicas para sobrellevar el estrés y el miedo que los enfrentamientos armados puedan generar.

«Crecer con el temor de morir, con la angustia que produce no saber cuándo podrías verte afectado a pesar de no estar involucrado en los enfrentamientos produce grandes montos de ansiedad, irritabilidad y desconcierto en los niños, niñas y adolescentes», explicó el psicólogo y psicoanalista.

Detalló que parte de las consecuencias de vivir en contextos violentos son los cuadros de estrés agudo, estrés postraumático entre otras afectaciones de la salud mental. «Conviene destacar que en la medida que este tipo de eventos se prolongan en el tiempo mayor será el impacto en el desarrollo de niños niñas y adolescentes», manifestó Saraiba.

Para el especialista de la salud, los conflictos que se presentan en las comunidades venezolanas a partir de enfrentamientos entre bandas no se diferencian en cuanto a los efectos psicológicos que producen a los traumas que vemos en zonas de guerra.

«Los niños, niñas y adolescentes que crecen percibiendo a su alrededor violencia, angustia y desesperanza crecen con un alto riesgo de normalizar este tipo de eventos, siendo más vulnerables a verse directa o indirectamente involucrados», apuntó.

Cuatro tiroteos en menos de un año

Esta no es la primera vez que las balas quitan la calma a los vecinos. Desde mayo de 2020 a la fecha, cuatro balaceras han vivido los niños de este barrio de Petare.

En mayo del año pasado, los continuos tiroteos se mantuvieron por casi una semana completa. El conflicto en ese momento comenzó con el mismo motivo: inició una banda intentó despojar del poder a otro grupo delictivo.

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Desde el miércoles 29 de abril, el enfrentamiento armado no solo se oye en José Félix Ribas, uno de los barrios de Petare. También es escuchado por habitantes de urbanizaciones cercanas como Palo Verde y La Urbina.

Para la comunidad esta situación se convirtió en una razón más para permanecer encerrados. Pero aún dentro de sus viviendas hay riesgos. Un testimonio (reservado para su protección) apunta que los hombres armados usan las casas de otros para esconderse de las balas tras sus paredes y los techos como bases de disparo.

Luego en junio de 2020, un operativo del Comando Antiextorsión y Secuestro (Conas) de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) se dio en el barrio. Cuatro hombres murieron por disparos de los militares. La versión del organismo de seguridad fue que se enfrentaron a ellos y que se trataban de miembros de la banda local.

Sin embargo, días después, las familias de los fallecidos  desmintieron esa versión. Hispano Post informó que la tía de los jóvenes asesinados dijo  que sus sobrinos trabajaban en oriente y transportaban casabe para venderlo al mayor en Caracas. Vivían alquilados en una vivienda en el barrio Unión de Petare (a XX distancia del barrio José Félix Ribas).

El 20 de mayo en la noche a los jóvenes los detuvieron en el barrio Unión, unos agentes del Conas. Según la versión de sus familiares los sacaron a la fuerza de la casa donde vivían. La familia, al no dar con el paradero de los ciudadanos, denunció la desaparición en el Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc). 14 días después, el Conas indica que eran miembros de la banda Wileixis y que habían participado en un enfrentamiento.

La última balacera que vivieron los vecinos del barrio José Félix Ribas fue en noviembre de 2020. Esta vez, los delincuentes se enfrentaron a la Faes y también activaron una granada. Cuatro hombres murieron en ese encuentro violento.