Muchas veces puede parecer que dentro del hogar hay muchas responsabilidades que se deben cumplir. Esto puede hacer que te sientas abrumado y hasta manifiestes cierta ansiedad, debido a que en ocasiones no sabes cómo hacer para que las demás personas que viven en el hogar colaboren. La respuesta siempre pasa por la negociación. Es un proceso en el que no se intenta imponer a nadie que realice tareas, sino que se busca que todos lleguen a un consenso.
Un reparto igualitario de tareas en el hogar genera unas relaciones interpersonales igualitarias entre los integrantes y, por tanto, se consigue disminuir posibles tensiones y conflictos. Esto quiere decir que el reparto debe hacerse entre todos los miembros de la familia o integrantes del hogar, incluidos los hijos. Claro que debemos adaptarnos a su edad y circunstancias.
Aquí planteamos varias recomendaciones que pueden ayudarte a lograr a hacer todo lo que tu hogar necesite y poder alcanzar un estado de mayor tranquilidad.
Preguntas previas
¿Cuáles son las labores que hacen falta cumplir en el hogar? Al establecer cuáles son las cosas por hacer, se puede estructurar un plan de trabajo más fácil.
¿Cuántas personas viven en el hogar? De esta manera se pueden distribuir las labores del hogar para mayor abarque al momento de cumplirlas
¿Con qué capacidades cuentan las personas que están en casa? De esta forma podemos asignar tareas que puedan cumplir según su capacidad.
¿Con qué tiempo disponen las personas en el hogar para hacer estas labores? Es de suma importancia tomar en cuenta la disponibilidad de cada integrante, de caso contrario la tarea asignada podría no ser cumplida adecuadamente y generar conflicto.
¿De cuánto tiempo dispongo para cumplir con estas labores? Si conozco sobre el tiempo que tengo para cumplir con todo esto, puedo tener una mejor organización al momento de asignar las labores en el hogar.
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Empecemos la negociación
– Asignar las labores a cada integrante del hogar, tomando en cuenta que los niveles de dificultad de cada una se asignarán según la capacidad de cada uno. Por ejemplo, las tareas de los niños, personas de la tercera edad y personas con discapacidad serían las más fáciles; las de adolescentes estarían en un nivel medio y los adultos podrían encargarse de las tareas difíciles.
– Elegir el momento para hacer las labores en casa. Este momento podría no coincidir con todos los integrantes, debido que podrían tener otras responsabilidades. En ese caso podría llegarse a un consenso en el que la persona se comprometa a cumplir con lo asignado cuando disponga del tiempo.
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– Establecer tiempo de trabajo a cada integrante. Al establecer un límite de tiempo de trabajo por día, las personas que colaboren pueden percibir los pequeños avances que hagan durante el día. Este tiempo dependerá de la tarea que se deba hacer en el hogar, mientras más complejas probablemente lleven más tiempo en cumplirse.
– En caso de no cumplir adecuadamente la actividad, es importante no enfocarse en el fallo de la persona, sino resaltar lo que sí logró y motivarlo lo más que se pueda a mejorar la próxima vez.
– Poner recompensas para todos aquellos que colaboran para hacer las labores del hogar. De esta manera cada integrante que esté haciendo la actividad se sentirá motivado a cumplir con su responsabilidad. Estas recompensas pueden variar desde cosas materiales hasta tiempo de calidad en familia como por ejemplo ver películas, juegos de mesa, juegos electrónicos, etc.
Lo más importante es que todos tengan en cuenta el valor de su aporte en el hogar, debido que hasta el la más mínima tarea como el poner los zapatos en su sitio contribuye a tener un mejor ambiente de convivencia entre todos.
