Dar a luz en Venezuela es un riesgo mortal

Los dolores de parto empezaron en su pueblo, a oscuras. Su bebé estaba por llegar y Milagros Vásquez, de 20 años, necesitaba ayuda. Con un vestido corto estirado sobre su cuerpo hinchado y cada vez más estresado, Vásquez se enfrentó a un viaje en mototaxi a través de tres ríos y sostuvo su vientre en dos accidentados viajes de autobús. Pero llegar al primer hospital solo fue el principio.

Durante las siguientes 40 horas, Vásquez, quien fuera una estrella deportiva en la secundaria, visitó un segundo, un tercer y un cuarto hospital. «No tenemos instrumental estéril«, le dijeron en uno. No hay incubadora, le dijeron en otro.

Tomó otro autobús. Durmió en una banca. Lloró en la calle y perdió la cuenta del número de doctores que le habían puesto la mano dentro en un intento por estimar su dilatación solo para decirle que se fuera.

Intentó en un quinto hospital. No podemos ayudarte, le dijeron.

Vásquez alguna vez fue una jugadora de balonmano a nivel secundario tan célebre por su fuerza y habilidad que viajó por América Latina en representación de Venezuela.

Pero un día de enero de este año, en la entrada de la maternidad más importante del país, el Concepción Palacios, se derrumbó llorando, con los brazos alrededor de la cintura de Cristina, su mamá, quien golpeaba la puerta y rogaba que admitieran a su hija.

Vásquez se desmayó. Pero entonces la puerta se abrió y unas 48 horas después de haber empezado con dolores de parto dio a luz a su hija, Cristal. Pero la bebé, nacida prematura y diminuta con solo kilo y medio de peso, no sobrevivió más allá de la mañana.

¿Qué pasa?

El sistema de salud pública de Venezuela, alguna vez uno de los mejores en América Latina, hace años que se encuentra en un estado decadente.Paralizado por una economía en quiebra y a cargo de un gobierno cada vez más autoritario. Pero pocos aspectos de dicho sistema han resultado tan dañados como las maternidades, donde el equipo más crucial para dar a luz —monitores de signos vitales, ventiladores, sistemas de sanitización— se ha malogrado o ha desaparecido, algo que a veces obliga a los médicos a negar atención a las mujeres.

Alrededor de la mitad de los médicos del país —unos 30.000 profesionales— se han marchado en años recientes, muchos de ellos desesperados por salvar a sus familias, según la Federación Médica Venezolana. El verdadero impacto que esto tiene en las madres y los bebés se desconoce. Los datos más recientes son de 2016, cuando la mortandad materna se disparó al 65 por ciento y la mortalidad infantil creció en 30 por ciento en un solo año. La ministra que dio a conocer dicha información fue rápidamente despedida y desde entonces las nuevas estadísticas se han tratado como un secreto.

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