Perdida en un engaño, crónica de una mamá venezolana y su bebé apátrida (I)

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Con una partida de nacimiento forjada, una migrante venezolana perdió a su bebé apátrida. Karelis decidió entrar en un camino judicial para recuperarla, pese a estar sola y desconocer las leyes de Ecuador. A los 19 años de edad, esta joven conoció el riesgo de no tener nacionalidad.

Hace dos años, Karelis cruzó la frontera venezolana. Aunque no llevaba pasaporte, logró pasar hasta Colombia. Iba con su pareja. Iba segura. Eso creía. 

Las peleas empezaron a los pocos días de enfrentar la realidad del migrante; la misma por la que han pasado poco más de cuatro millones de venezolanos (según cifras de acnur). Para Karelis, la realidad terminó con la relación. Días después supo que estaba embarazada.

En Boyacá dio a luz a Eislen, en noviembre de 2018. Ella sin pasaporte; la niña sin padre presente. Las autoridades colombianas no le dieron la nacionalidad. No reconocieron a la bebé como ciudadana. Con un certificado de nacimiento, la pequeña Eislen se convirtió en apátrida.

“Si no tengo identidad yo no existo jurídicamente para los Estados y difícilmente puedo ser sujeto de derecho y merecedor de protección”, advirtió Carlos Trapani, coordinador general de Cecodap, en julio de 2019. 

Para ese momento, en Colombia 25.000 niños, niñas y adolescentes de padres venezolanos en riesgo de apatridia. La cifra es parte de las estadísticas del gobierno colombiano, que en ese momento ofreció nacionalizar a todos los pequeños que hubiesen nacido después de agosto de 2015.  

Pero, para esa fecha, Eislen ya no estaba en Colombia

La pérdida

Un grupo de Facebook, Madre de un niño feliz, apareció en el camino de Karelis. Allí conoció a Martha, una mujer que le aseguró que podría ayudarla. Le aseguró que en Guayaquil, Ecuador tendría un hogar, con personas que la apoyarían con el cuidado de la niña.

No lo dudó. Después de un mes, Karelis se montó con la beba en un bus hacia el límite de Colombia con Ecuador. Pasó la división fronteriza por la caseta de las autoridades migratorias donde le dieron la Carta Andina, documento que se le entregaba a los venezolanos cuando ingresaban al Ecuador sin pasaporte. 

Al llegar a Guayaquil fue recibida por los padres de Martha, los León. Le dieron un techo, comida, artículos de cuidado personal. Era una atención que no había recibido desde que salió de Venezuela. Era lo más parecido a una familia.

Karelis necesitaba trabajar. No podía vivir de la caridad de otras personas. En Ecuador no logró formalizar un empleo, porque la Carta Andina no era suficiente para los empleadores. La familia de Martha, conociendo su situación, le hicieron una oferta: ellos cuidarían de Eislen, mientras ella iba a Perú a trabajar. En ese país, los controles migratorios comenzaban a ser flexibles con los venezolanos.

Así lo hizo, no sin antes exigir una comunicación contínua con la niña. Karelis se fue con 180$, un regalo del matrimonio León.

La migrante venezolana encontró trabajo, arrendó una habitación y logró reconciliarse con su familia. Sanaron a herida causada por el viaje que emprendió sin avisarles. Eislen fue el catalizador, ellos respondieron de inmediato con solidaridad. 

Durante los primeros dos meses, Eislen aparecía en fotos en su celular. También podía hacer video llamadas por Whatsapp para ver a la niña. Se aseguraba de que crecía sana y segura. Karelis estaba tranquila. Su mente se enfocó en que pronto podría buscarla para estar con ella. 

Con el tiempo, los cuidadores de la bebé apátrida dejaron de cumplir su promesa. Enviaban fotos repetidas y dejaron de comunicarse con Karelis. La madre venezolana apuró el paso y reunió el dinero para traer a su madre. Quería que abuela y nieta se conocieran. El plan era que, Karelis viajara a Guayaquil a buscar a su hija unos días antes de la llegada de la abuela. 

En mayo, llegó a buscar a su hija. Los padres de Martha no le dejaron ver a Eislen. No importaron sus súplicas, ni sus lágrimas. El matrimonio no cedió en la sustracción de la niña.

bebe apátrida

Karelis corrió hasta la policía, quienes notificaron a la Dirección Nacional de Policía Especializada para Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen). Los funcionarios fueron a verificar si la versión de la venezolana migrante era cierta. 

La partida de nacimiento ecuatoriana confundió a la comisión. El papel era legal. Eislen, la bebé apátrida, ahora aparecía con nacionalidad ecuatoriana, pero con los apellidos de los cuidadores. Karelis ya no era su madre.

Los funcionarios, confundidos, decidieron llevarse a la niña hasta no determinar la verdadera identidad de los padres. Lo que no esperaba la familia ecuatoriana era que Karelis pelearía. un día después, la joven empezó un duro y cuesta arriba proceso por recuperar a Eislen, en medio del letargo procesal, la xenofobia y los prejuicios. 

Con información exclusiva de Jorge Flores Ríofrio, Guayaquil.

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