¿Cuántas veces hemos visto a un motorizado llevando niños sin casco? ¿O una moto transportando a más de tres personas?, casos en los que lo más probable es que al menos uno de ellos sea un niño o niña. Estas situaciones son alarmantes y, aunque comunes, representan un claro riesgo. Hay ocasiones sorprendentes en las que un motorizado se las arregla para transportar objetos de gran volumen como cajas, neveras o lavadoras, lo que aumenta exponencialmente el riesgo de accidentes.
Las lesiones que resultan de este tipo de incidentes suelen ser graves, afectando principalmente la cabeza, la columna vertebral y las extremidades. Estas lesiones puede llevar a incapacidades permanentes o, en el peor de los casos, a la muerte.
El Observatorio de Seguridad Vial registró 1.373 personas fallecidas por accidentes de tránsito en el país durante 2024. Destacó a los motorizados como el grupo con mayor cantidad de fallecidos: 572 decesos, es decir 41,66% del total. La mayoría tenían entre 20 y 39 años y en el caso de los parrilleros la edad disminuye aún más, llegando a ser niños, niñas y adolescentes.
¿Qué aumenta estos riesgos? La falta del uso del casco, que es esencial para la protección del conductor y el pasajero. También es necesario que los motorizados no excedan los límites de velocidad, eviten maniobras arriesgadas y utilicen correctamente las luces de cambio. Son acciones que marcan la diferencia. Y si mantienen una distancia prudente con otros vehículos y están atentos a las condiciones del camino pueden reaccionar ante cualquier eventualidad.
Por esta razón, la Ley de Tránsito Terrestre de Venezuela y su Reglamento establecen normas claras para garantizar una mayor seguridad vial. Cada regulación busca prevenir accidentes y salvar vidas: desde el artículo 88 de la Ley, que destaca la importancia de la educación vial; hasta el artículo 170, que presenta las sanciones por infracciones como el transporte de más de los pasajeros permitidos o la conducción en contravía.
El artículo 31 del Reglamento Parcial de la Ley de Transporte Terrestre Sobre el Uso y Circulación de Motocicletas en la Red Vial Nacional y el Transporte Público de Personas en la Modalidad Individual Moto Taxis, en vigor desde 2011, refuerza estas disposiciones al requerir el uso de cascos integrales tanto para el conductor como para el pasajero. Asimismo, señala las prohibiciones de alto riesgo, tales como transportar a niños y niñas menores de 10 años, mujeres embarazadas y a adultos mayores de 60 años, y el utilizar dispositivos de comunicación mientras se conduce o circular entre canales. Estas medidas no solo protegen a los motorizados, sino a toda la comunidad vial.
Las leyes existen como un piso que brinda la pauta de lo que se debe hacer para el bienestar de todos. ¿Es suficiente? La responsabilidad del Estado se vuelve crucial en la creación de campañas de sensibilización y educación vial que informen a la ciudadanía sobre las normativas existentes y la importancia de la seguridad en la conducción de motos y vehículos en general. El Estado debe trabajar en colaboración con las familias para promover la conciencia sobre los riesgos asociados a la conducción irresponsable y la crianza de los niños y niñas en un entorno seguro, donde se valore la vida y se priorice el uso de medidas de protección, como el casco de seguridad, el mantenimiento y perfecto funcionamiento de vehículos y la conducción segura por los adultos.
Las políticas de sensibilización y prevención de los riesgos pueden estar dirigidas a los niños, niñas y adolescentes de forma directa. Si bien los programas que se establecen en cada país se realizan acorde a sus necesidades, cultura y valores, son un ejemplo de lo que puede ser exitoso y adaptable a la realidad local. En Vietnam, la campaña «Helmet for Kids» se ha centrado en promover el uso del casco entre los más jóvenes, llevando a cabo la entrega gratuita de cascos y organizando eventos educativos. Australia se ha destacado con su programa «Ride Smart», que proporciona educación y entrenamiento para motociclistas, enfocándose en técnicas de conducción segura y la prevención de accidentes.
También existen campañas para concientizar a los conductores de motos sobre la seguridad de los niños, niñas y adolescentes que los acompañan en dicho vehículo. Son programas dirigidos a los adultos clave: padres, madres y cuidadores. En Filipinas, la campaña «Bata, Kasama sa Daang» promueve de manera responsable el uso de cascos y otras medidas de seguridad para los más pequeños que viajan en motocicletas. Brasil ha llevado a cabo la iniciativa «Transporte Seguro», que educa a los padres sobre los riesgos de transportar a sus hijos en motocicletas, fomentando el uso de alternativas más seguras.
Es imperativo que el Estado no solo forme y supervise la implementación de estas campañas, sino que también haga cumplir rigurosamente las leyes de tránsito y los reglamentos, garantizando así un entorno más seguro para todos y todas. También se debe fomentar una cultura de denuncia en la sociedad, donde los ciudadanos se sientan atendidos y seguros para reportar infracciones que pongan en riesgo su vida o la de otros.
La seguridad vial como una tarea pendiente no es un problema único de Venezuela. En América Latina se ha convertido en un desafío crítico que demanda la atención inmediata tanto de los gobiernos como de las sociedades civiles. Las alarmantes tasas de mortalidad y morbilidad en las carreteras, especialmente entre los jóvenes, resaltan la urgencia de implementar grandes cambios en las políticas públicas.
En este contexto, es esencial que los gobiernos de la región adopten un enfoque de «Sistema Seguro», estableciendo leyes que protejan el derecho a una movilidad segura y sostenible. Además, la participación activa de la sociedad civil resulta crucial para exigir rendición de cuentas y asegurar que las políticas se implementen de manera efectiva. Buscando avanzar hacia una cultura de seguridad vial que realmente reduzca el número de accidentes garantizando, no solo su asistencia inmediata, sino también su rehabilitación y reintegración a la vida cotidiana.
Solo a través de un esfuerzo conjunto entre el gobierno, la familia y la sociedad se podrá mitigar el alarmante incremento de accidentes y muertes en las vías, protegiendo así la salud y el bienestar de todos los niños, niñas y adolescentes y en general de todos los ciudadanos.
Víctor Briceño
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