«No hay fecha determinada para regresar con mis hijas», madre varada en Colombia

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Un viaje sin retorno preciso. Para al menos cientos venezolanos, la prohibición de vuelos entre Colombia y Venezuela fue un golpe en el estómago. Madres y padres se mantienen en vilo, a la espera de un canal humanitario entre ambos países que les permita regresar con sus hijos y pasar en familia la pandemia de la COVID-19.

«Ha sido muy duro. Estaba preparada para no verlas durante siete días, pero nunca tanto tiempo. Y mucho más es el desespero al saber que no hay una fecha determinada para poder volver a estar con ellas», dijo Katherine, una madre que quedó atrapada en Colombia cuando el 12 de marzo, el presidente venezolano Nicolás Maduro, prohibió el ingreso de vuelos desde ese país.

El viaje de Katherine tenía el propósito de ser un reencuentro con su hermana. Seis años iban a quedar atrás cuando ambas se reunieran nuevamente y juntas visitaran a su padre. Mientras tanto, ella contaba con el apoyo de su esposo quien se quedaría con las niñas de cinco y ocho años de edad.

Cuando Katherine se enteró de la nueva medida sanitaria del gobierno venezolano fue hasta el aeropuerto y cambió la fecha de su pasaje. Le dieron puesto para el 14 de marzo. El día del regreso, el vuelo fue cancelado.

«Lloro todos los días, varias veces al día. Las extraño mucho más de lo que pueda expresar con palabras. Extraño abrazarlas, besarlas, prepararles la comida, darles el beso de las buenas noches e incluso que me despierten en la noche para pedirme agua», manifestó a Cecodap en una entrevista vía Whatsapp.

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Atender a los abuelos

A Ana se le pierde de vista regresar a Venezuela. Sus hijos, de 10 y 15 años de edad, se quedaron en casa de sus abuelos; mientras ella viajaba a Bogotá para tramitar la visa americana. «Con todo y que están bien igualito hay una preocupación porque no están con ninguno de sus padres. Si estuvieran con mi esposo me quedara más tranquila, pero no», expuso.

El padre de sus hijos viajó hasta el estado Bolívar para una conferencia de trabajo. Allí lo atrapó el anuncio de que al país había llegado la COVID-19, una enfermedad que ha afectado a más de un millón de personas en el mundo. Tampoco ha podido regresar a Caracas. Las alcabalas entre los estados y la falta de gasolina son los obstáculos que le prohíben llegar hasta sus hijos.

«Mi hijo mayor es el que sale a hacer las compras para que sus abuelos no salgan. Sabemos la condición de que ese virus perjudica más a las personas la tercera edad», explica Ana.

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Gastar los ahorros

Ana y Katherine coincidieron con Robert. Los tres están en un chat en el que se congregaron al menos 300 venezolanos varados en Colombia. La forma de encuentro en tiempos de pandemia. En ese chat hay 22 padres que tienen a sus hijos menores de edad en Venezuela y desean regresar con ellos. En esa misma cifra hay padres que viajaron con sus niños, niñas y adolescentes y quedaron atrapados en un país que no es el suyo.

Robert es de los primeros. Dejó a su hijo de cinco años junto a su esposa para comprar mercancía y poder venderla en Venezuela. «Mi esposa no trabaja y yo soy como quien dice el cerebro. Aquí estoy gastando dinero y también haciendo maravillas cambiando dinero por Zelle para enviarle a ellos allá. También están mis padres, que son mayores. No viven conmigo pero me llaman para preguntarme si se ponen la correa marrón o la correa negra. Así que dependen de mí para todo», explicó Robert.

El temor de Robert es no que pueda estar en su casa para resolver. Él está seguro de que su familia estaría mejor con él en Venezuela, porque podría abastecer de alimentos y otros insumos necesarios, si que el resto de sus seres queridos tuvieran que salir. «Estoy haciendo magia. Cambiando aquí para enviarles dinero allá en bolívares para que pueda comprar cerca de la casa. Puede ir a pie y así no gasta la gasolina.  Tiene que dejar al niño solo en la casa con el celular. Le enseñó a marcar y eso, porque no hay de otra pues», dijo.

La esperanza

Para el 4 de abril más de 600 migrantes venezolanos que estaban en Bucaramanga, Bogotá y en el sur de Colombia fueron trasladados a Cúcuta y a la frontera. El diario colombiano El Tiempo informó que el traslado contó con el apoyo de la Policía Metropolitana y funcionarios de la Alcaldía de Cúcuta.

Ana, Katherine y Robert no están en esa lista. El chat les ha servido para conocer cuáles son las vías más seguras, no solo terrestre sino también diplomáticas. «El panorama ahorita es el vuelo humanitario. Que Colombia y Venezuela se pongan de acuerdo para que los aviones puedan despegar y aterrizar. Esa es nuestra esperanza», apunta Robert.

De acuerdo con El Tiempo, el regreso de los venezolanos se hizo vía terrestre. Se adelantaron labores de desinfección y control sanitario a 21 vehículos que transportan a las familias venezolanas. Esto como parte de un canal humanitario instalado por las autoridades para atender el retorno y evitar contagios del nuevo coronavirus.

Mientras la respuesta llega, el grupo de Whatsapp  tiene un sentido terapéutico. Allí encuentran calma, porque saben que hay personas moviendo teclas para garantizar su retorno. Katherine cree que las gestiones hechas son las necesarias. Contra ellos juega la diplomacia de ambos países, que en estos momentos no está en el mejor momento. Por ese lado, está tranquila.

«Sí, la gente del grupo está muy enfocada en intentar conseguir el vuelo humanitario. Me trato de calmar recordándome que, dentro de todo el panorama, mi situación no es tan desesperada como otras. Mis hijas están con mi esposo. La tecnología me permite verlas. Pero mi sensación física es de desasosiego, no estoy tranquila y lo único que quiero es regresar y no separarme más», sentencia Katherine, una de tantas madres lejos de su hogar en medio de una pandemia.