Miedo durante la cuarentena, ¿cómo domar la fiera de los temores?

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Nadie es inmune al miedo. El miedo es una emoción natural que ha servido para establecer mecanismos de supervivencia. Nuestro cuerpo se prepara para entrar en modo de combate o de huida y nuestras emociones responden ante la particularidad de cada individuo. 

El miedo puede ser complejo. Nos surge principalmente ante la presencia de amenazas percibidas.  También puede ser resultado de experiencias pasadas, siendo algunas de estas traumáticas, o ante situaciones inesperadas y repentinas, como las que estamos experimentando actualmente con la propagación de la COVID-19.

La conmoción respecto a la expansión veloz en todo el mundo, que ha tenido el SARS-CoV-2 (virus del Síndrome Respiratorio Agudo Severo),  la incertidumbre del alcance que puede llegar a tener y de cómo será nuestro día a día de ahora en adelante nos toca y conmueve.  Vemos que hay una disrupción de nuestra cotidianidad que estamos viviendo actualmente. 

No son situaciones a las que estemos acostumbrados y está bien no sentirse como lo hacemos regularmente. Es una enfermedad que no puedes ver ni palpar, pero sabes que está, sabes que hay que cuidarse. Hay que guardarse. 

El mensaje que se pudiera estar percibiendo es que nos encontramos ante una amenaza invisible y nefasta que pudiera atacarnos en cualquier momento. 

La realidad puede ser otra cuando ya escuchas que esa noticia no es solo de aquellos lugares remotos, sino que, oficialmente ya es una realidad y que le puede pasar a él, a ella, a ti o a mí. 

Sumando a la situación de emergencia humanitaria compleja que hemos estado experimentando los venezolanos durante años, parecería que nos encontramos con una conspiración de elementos amenazantes que no podemos sacudirnos tan fácil. 

Luchamos con el día a día. El transporte. Los servicios.  Las preocupaciones económicas. Las exigencias del trabajo. Para añadir a todo ese rebullicio, una pandemia se ha expandido con gran rapidez, que puede complicar gravemente la salud (en algunos casos específicos) y aún no se ha dado con una cura que pueda detener inmediatamente a la COVID-19.

El miedo y sus secuelas 

El miedo es una respuesta ante la amenaza física o emocional y es algo innato en nosotros, y en todos los seres vivos. El miedo nos ha llevado a escoger acciones para prevalecer nuestra propia seguridad, siendo vital en los procesos de evolución. Sin embargo, puede resultar abrumador, de forma que nuestro razonamiento se nubla, afectando nuestra toma de decisiones y cómo nos comunicamos y actuamos con los demás. 

Uno puede preocuparse por las cosas y razonar al respecto. Pero cuando empiezas a evadirlas, empiezas a aislarte. Cuando empiezas a aislarte, significa que estás omitiendo información también. Las personas pueden intentar negociar con sus miedos, pero la sensación de pánico puede ser difícil de sacudirse en ocasiones.

El temor puede hacer que nos comportemos de forma inadecuada, rechazando o discriminando a ciertas personas. También puede hacer que nos llevemos la mayor cantidad de alimentos o artículos de limpieza que podamos; puede hacernos creer  en rumores y nos puede llevar a tomar decisiones que salen de las recomendaciones de salud dadas. Inclusive, el miedo a ser estigmatizado, marginado o discriminado, puede contribuir a que las personas nieguen sus síntomas clínicos y no busquen ayuda médica. 

Si bien la angustia y la preocupación son reacciones razonables, es importante tomar precauciones. El propio miedo y el pánico pudieran agravar el brote, si los mismos no son procesados adecuadamente.

¿Cómo lidiamos con estos sentimientos?

  • No evadas el hecho de que puedas sentir miedo. Es necesario reconocer que son tiempos que generan angustia 
  • Escribe lo que sientes y todas las dudas que tengas. Intenta reconocer de dónde proviene el miedo, y que no se sienta sólo como un peso abrumador. 
  • Evalúa la percepción de riesgo que tienes, de forma individual y toma las medidas adecuadas  de prevención.
  • No tengas miedo en reportar síntomas, si los presentas. Busca apoyo porque el miedo nos puede aislar aún más de lo que estamos. Habla con aquellas personas en las que confías sobre tus preocupaciones y sobre cómo te sientes. 
  • No te centres únicamente en el factor que te genera estrés. Toma descansos de ver, leer o de escuchar información al respecto de distintos medios, inclusive de las redes sociales. 
  • Continúa haciendo actividades que te gusten y te hagan sentir bien, aunque sean en casa. Haz tiempo para jugar (aún siendo un adulto). Ve esa película, revisa opciones de manualidades, colorea. Esto te ayudará a mantener un humor más positivo.
  • Cuida de tu cuerpo. Practica la respiración controlada, medita, estírate, haz ejercicios en casa. Trata de comer lo más saludable que puedas, mantén una rutina de sueño adecuada (descansa) y evita el consumo de sustancias. 
  • Sugiere o apoya medidas en tu comunidad que aumenten la seguridad y mejoren la protección de todos.
  • Si todo lo demás falla y sientes que tu bienestar se te está yendo de las manos, acude a un profesional de la salud mental.  Para muchos, el miedo puede ser paralizante y la sensación de abatimiento muy fuerte; pueden sentir que afecta su capacidad de respuesta, para el cuidado propio y de otros, no ha sido la más adecuada.

Padres, familiares y cuidadores: cómo apoyar a los jóvenes en casa

Los niños, niñas y adolescentes reaccionan, en parte, por lo que ven de los adultos a su alrededor. Cuando los padres y cuidadores lidian con la COVID-19 de forma calmada, pueden proveer un mejor apoyo para sus hijos. Los adultos a cargo pueden brindar mayor seguridad si están mejor preparados.

No todos los chamos responden al estrés de forma similar y es difícil predecir cómo reaccionarán. Unos de los cambios más comunes que podemos observar en sus conductas son preocupación excesiva o tristeza, llanto excesivo o irritabilidad en niños más pequeños, y querrán que los abracen más; entre otras manifestaciones.

Ante estas señales:

  • Toma tu tiempo para conversar con los más pequeños o con tu adolescente sobre la COVID-19 y la cuarentena.
  • Responder las preguntas que tengan y compartir hechos (verificados y en un lenguaje amigable para ellos), pueden ayudarles a comprender los hechos. 
  • Informa sobre los estados de salud de otros adultos importantes, fuera del núcleo familiar.
  • Alienta la comunicación virtual y a distancia con ellos, especialmente si tenían contacto regular con los niños. Asegúrales que se están cuidando y protegiendo adecuadamente.
  • Escucha a los chamos. Déjales saber que está bien si se sienten alterados, el cambio drástico de rutina también les afecta. Comparte con ellos sobre cómo lidias efectivamente con tu propio estrés para que ellos puedan aprender de ti algunas medidas de afrontamiento. Tener cuidado de no estimular ni alentar el miedo.
  • Limita la exposición que tenga tu familia a las noticias. Los niños pueden malinterpretar lo que escuchan y pueden asustarse ante algo que no entienden. 
  • Trata de mantener rutinas regulares en casa, que vayan adaptando semana a semana. Los chamos no necesitan hacer tareas ocho horas al día, pero tampoco dedicarse a los videojuegos desde la mañana a la noche. Recuerda que no son vacaciones, aunque dedicar tiempo a la recreación no es malo.
  • Sé un modelo a seguir. Toma descansos, descansa lo suficiente en el sueño, mantén tu cuerpo activo y aliméntate bien. No pierdas la comunicación con familia y amigos, y varíen los temas de conversación.