
La Guaira.- Un plano inclinado con una polea eléctrica es lo que Joaquín Pereira –adolescente de 14 años y estudiante de 8vo grado de bachillerato– dice que necesita para poder llegar hasta su salón de clase, que se ubica en el primer piso del plantel en el que estudia desde preescolar, en Catia La Mar, estado La Guaira. Pero no lo tiene.
“Muchas veces me limito a usar el baño, ya que son más de 20 escalones los que utilizo a diario para llegar del baño al aula, además de que pierdo mucho tiempo en trasladarme y tengo solo 30 minutos de receso. El recorrido termina siendo muy agotador y doloroso”.
A los 3 años de edad, Joaquín fue diagnosticado con diplejía espástica inferior, una parálisis cerebral que limita la movilidad de su cuerpo. Desde entonces, asiste a fisioterapia. Y se desplaza apoyándose en muletas o en una andadera posterior.
“Las rampas serían de mucha ayuda para entrar al baño. Sin embargo, no las podría utilizar para bajar o subir de un piso al otro, ya que me cuesta movilizarme en superficies muy inclinadas. Lo ideal sería que construyan baños en el primer piso”, dice.
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Es cierto que la baranda de la escalera es de gran ayuda para Joaquín, pero a veces esta se calienta con los rayos del sol, por lo que le resulta casi imposible apoyarse de ella.
De igual forma, dificultades se interponen al momento de acceder a las áreas deportivas o recreativas de la institución. Mientras que otras ni siquiera están al alcance de Joaquín, entre ellas, la biblioteca, que se encuentra en un espacio intermedio del edificio.
“Es necesario cambiar los pupitres por mesas-sillas, esto me permitiría tener una mayor seguridad al estar en el aula, ya que en dos oportunidades me he caído por lo difícil que es para mí sentarme o levantarme de un pupitre”, cuenta Joaquín.
Apuestan por la organización escolar
El que enfrenta Joaquín es un problema generalizado. “Las infraestructuras escolares en la entidad tienen unos 50, 60 y hasta 80 años de haberse construido, por lo que sus diseños no contemplan espacios para estudiantes con movilidad reducida. A pesar de ello, en las proyecciones para nuevas construcciones estamos obligados a adecuar áreas para la atención de estos estudiantes”, sostiene Daniel González, autoridad única de Educación de La Guaira.
Explica que siempre se debe promover la existencia de aulas en plata bajas, de esta manera se le estaría permitiendo el fácil acceso y desplazamiento al estudiante. De las 315 instituciones educativas en La Guaira, solo la Unidad Educativa República de Panamá cuenta con una rampa, aunque esta conduce únicamente a los espacios administrativos del plantel.
“La organización escolar debe estar dispuesta a brindar todo el apoyo. Hemos mudado direcciones a otras áreas de los colegios solo para que un estudiante con alguna condición tenga el derecho a la educación. No pueden ni deben existir las excusas”, dice González.
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De los 254 planteles públicos existentes en el estado La Guaira, 171 han sido intervenidos por las Brigadas Comunitarias Militares de Educación y Salud (Bricomiles). Sin embargo, el plan contempla solo la rehabilitación de la planta física.
“No están autorizados a alterar algún diseño de la edificación, por lo que no se adaptan áreas para estudiantes con movilidad reducida. Ahora bien, desde la Gobernación hemos recibido la orientación de hacer cambios y estar muy al pendiente de cada una de las instituciones para ir trabajando en los ajustes que hagan falta para que sean espacios inclusivos”, afirma González.
Un reto más
Joaquín se considera un apasionado de las matemáticas, mientras que cátedras como castellano y literatura le resultan más retadoras, debido a que su condición limita un poco sus extremidades superiores y escribir un ensayo, una historia u otras tareas propias a la asignatura le es de gran dificultad.
Además, comenta que no puede participar en educación física, pero tampoco le permiten cumplir con el papel de árbitro. En consecuencia, sus evaluaciones terminan siendo teóricas, afirma Aleycarg González, la madre del adolescente.
Dice que la directiva y el personal docente del colegio han sido muy receptivos a la condición de Joaquín. “Muchas de las consideraciones o planes de trabajo para Joaquín se ponen en práctica durante una o dos clases, pero luego el docente abandona la estrategia y toca continuar con la dinámica habitual”.
Sin cultura de inclusión y cuidados
Para la socióloga y especialista en Planificación Global, Irama La Rosa, en Venezuela no hay avances en la construcción de “ciudades de inclusión” como sí pasa en otros países de América Latina y El Caribe. Asegura que apenas hay experiencias incipientes en algunas comunidades. “Un ejemplo es el de las Casitas Azules que han instalado en algunos municipios del estado Anzoátegui para personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA), que se dirige fundamentalmente a niños, niñas y adolescentes. Con respecto a la incorporación de propuestas urbanas y de infraestructuras para escuelas dirigidas a niños, niñas y adolescentes con movilidad reducida, no tengo conocimiento de que existan ni en el ámbito público ni en el privado”.
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Sin embargo, la profesora universitaria considera que el mayor obstáculo para llevar a cabo las ciudades de inclusión en el país es el aspecto económico. Aun cuando la Ley para Personas con Discapacidad establece los parámetros y modelos de gestión para formular un plan nacional, recomienda que sean también los movimientos sociales y colectivos de personas con discapacidad que asuman gran parte del liderazgo.
“Tienen un rol muy importante para empujar una iniciativa desde las bases, porque el plan debe considerar el enfoque de interseccionalidad para definir las singularidades de la política pública según los tipos de discapacidades de los estudiantes en todas las áreas de los planteles educativos”.

Gabriel Hernández
Periodista corresponsal de la Agencia de Periodistas Amigos de la Niñez y la Adolescencia (Agencia PANA) de La Guaira.
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