“Estoy mucho tiempo encerrada en la casa, extraño a mis amigos y a mi maestra, pero al menos me puedo quedar en mi casita. Estoy con mis hermanitos, con mi mami y también con mis primos. Puedo jugar, ver televisión y hacer mis cosas”, contó una niña de 6 años de edad, la más joven de quienes compartieron su testimonio tras un año de confinamiento.
Su rutina cambió de manera abrupta cuando el 16 de marzo de 2020, su escuela cerró y debió quedarse en su casa junto a sus padres y hermanos. La niñez no la blindó de las emociones que muchos adultos han reportado a lo largo de un año de confinamiento: ella también se siente encerrada y añora la vida social que conocía.
Una niña de 11 años describió así su experiencia: “Durante este año de pandemia y confinamiento me he sentido bastante diferente. Distanciarme tanto de mis compañeros, amigos, incluso de algunos familiares, es algo que me ha costado manejar. Algo bueno es que he mejorado en temas de personas, he hecho nuevos amigos, aunque me cuesta un poco. No puedo decir que me he aburrido, he visitado a varios de mis amigos y amigas y he disfrutado estar con ellos. En el tema de las clases online, la verdad es que he perdido un poco la cabeza, me ha costado mucho el tema de acostumbrarme a pararme a las 7 a.m. a ver una pantalla a prestar atención, en vez de tener la oportunidad de ver a mis compañeros y profesores”.
Además del tema social, el testimonio de la niña de 11 años menciona la mayor fuente de ansiedad en todos los entrevistados: el cambio de la educación presencial a las clases a distancia.
“Me he sentido encerrada y muy estresada porque ahora las tareas las mandan todas para un mismo día, no veo contenido, las matemáticas son mucho más difíciles de entender al igual que todas las demás materias. Me costó mucho entender las actividades sin ver contenido, estar encerrada con mis tres hermanos es frustrante por el escándalo. Ha sido frustrante”, compartió una adolescente de 13 años.
Agencia de Periodistas Amigos de la Niñez y Adolescencia
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