Lo más preocupante para los niños y adolescentes en el contexto de la pandemia es la pérdida del espacio escolar. Además de reducir la calidad de la educación, tiene efectos en la salud mental y evita diversas situaciones, como la detección de casos de maltratos en el hogar el venezolano Elías Haig, adolescente de 14 años de edad, activista de la ONG Cecodap.
Haig participó junto a otros dos expertos del seminario web “Niñez y adolescencia que sobrevive a la crisis de COVID-19”, organizado por el Foro de Cobertura de la Crisis Mundial de la Salud del Centro Internacional para Periodistas (ICFJ) y la Red Internacional de Periodistas (IJNet). También actuaron como panelistas Irene Caselli (Italia), periodista especializada en “los primeros mil días” de vida de niñas y niños en el medio transnacional The Correspondent; y Juan Martín Pérez García (México), director Ejecutivo de #REDIM (Red por los derechos de la infancia en México) y activista por los Derechos Humanos. Moderó Dariela Sosa, fundadora y directora de @SoyArepita, medio venezolano.
“En Venezuela ya teníamos un problema de no escolarización, anterior a la pandemia. Un informe publicado por Save the Children, el 16 de marzo hablaba de 2,3 millones de niños en riesgo educativo. 1,1 millones estaban fuera del colegio y 1,2 en riesgo de abandonarlo”, sostuvo Haig.
“Todo eso se agravó al migrar hacia un sistema de comunicación a distancia, para el cual países como Venezuela no están capacitados, por tener graves limitaciones de conectividad: solo un 36,9% de los hogares tiene internet fijo y en la mayoría de los casos no hay dispositivos adecuados ni habilidad para manejarlos” indicó.
La pérdida del espacio escolar también influye en el maltrato, ya que muchas veces las escuelas son vehículos de detección de casos de violencia. Un docente, al igual que los compañeros, puede darse cuenta si un niño o niña es víctima y tomar acciones, denunciar, acompañar, asesorar, pero al cortarse ese vínculo, el niño o niña queda desprotegido, apuntó.
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Consecuencias en la primera infancia
Caselli agregó que con la pandemia también han surgido problemas que afectan a la primera infancia y a los derechos de los recién nacidos. “Se han evidenciado casos de maltratos hospitalarios a mujeres embarazadas, con nacimientos más traumáticos”, dijo.
La periodista residente en Italia aseguró que el coronavirus ha puesto en evidencia la poca atención que los gobiernos brindaban a los niños, niñas y adolescencia, principalmente en áreas de educación y salud.
Desde México, Pérez García sostuvo que ningún gobierno de América Latina dirigió mensajes para los niños, niñas y adolescentes en el marco de la pandemia, como sí lo hicieron gobernantes de países como Nueva Zelanda y Canadá.
“Esto demuestra que, a pesar de constituir un 30% o 35% de la población, la niñez y la adolescencia no es tenida en cuenta en la agenda pública de nuestros gobiernos, no constituyen prioridad. Es literalmente invisible”, agregó.
En México, según un informe de #REDIM, el 49,6% de los niños, niñas y adolescentes están en situación de pobreza, y el 9,3% en pobreza extrema. Un 62,2% de las personas en hogares con niños, niñas y adolescentes trabajan en el sector informal, lo que les imposibilita el resguardo domiciliario. Más de 4,6 millones de personas en hogares con niños, niñas y a adolescentes reportaron estar desempleadas desde que empezó la pandemia.
“El coronavirus profundizó la crisis que ya vivíamos. A la realidad de pobreza, en el caso mexicano se agrega la inseguridad, la violencia armada, los homicidios, que tienen un efecto muy fuerte en los niños, niñas y adolescentes. Sus proyectos de vida se ven truncados con la pandemia”, agregó.
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Más espacios para los niños
“Los niños, niñas y adolescentes no somos tomados en cuenta en el contexto de la pandemia de COVID-19. Cuando deciden algo que nos afecta, lo hacen desde una perspectiva adultocéntrica, sin tener en cuenta nuestra participación. El reto para los periodistas es hacernos visibles, darnos voz, permitirnos el diálogo, reflejar nuestra realidad”, afirma Haig.
Haig reclamó que el periodismo debe dialogar con niños, niñas y adolescentes, y contar sus historias para buscar revertir la situación de invisibilidad. “Es necesario además buscar un lenguaje que nos llegue de otra manera, porque no nos sentimos atraídos por la manera de contar las noticias. En Venezuela, en mi generación, preferimos comunicarnos con memes, escuchar podcasts, seguir cuentas de comedias o stand up, que nos resultan más atractivos que los noticieros. En ellos también encontramos contenidos críticos que luego despiertan interés de saber más, de investigar más. Los periodistas deben replantearse cómo comunicarse con los niños, niñas y adolescentes en esta situación”, expresó.