Adicción a los videojuegos, cómo se presenta y qué podemos hacer

El uso de las pantallas ha sido uno de los conflictos más frecuentes que se puede escuchar en el día a día de las familias. Con el incremento de las horas de consumo, podemos notar que niños y niñas se encuentran cada vez más inmersos en los mundos que les presentan los videojuegos. A fin de cuentas, puede resultar más atractivo juntarte con tus amigos para ir a una dungeon (calabozo) para eliminar monstruos y así subir de nivel, recolectar oro y materiales para mejorar tu equipo, que hacer los ejercicios de matemática o el ensayo de historia, ¿no?

Si bien en las tecnologías encontramos muchos beneficios a nivel de acceso a la información, desarrollo y aprendizaje de habilidades, a la par que brindan diversas alternativas de recreación, las mismas no están exentas a que podamos desarrollar adicción hacia ellas. De hecho, luego de permanecer alrededor de dos años en casa debido a las medidas por la pandemia y la limitación al acceso a otras actividades (por motivos económicos, de ubicación, transporte, entre otros), las pantallas toman cada vez mayor relevancia en el crecimiento de los jóvenes. 

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Además, durante décadas, las dinámicas de los videojuegos se han refinado cada vez más, permitiendo que existan mayores libertades en la experiencia como jugador. Cuentan con gráficos mejor estilizados y más realistas, historias cada vez más complejas y llenas de detalles. Todo esto se puede disfrutar estando acompañado de amigos, cada quien desde sus casas e incluso con personas nuevas que se puedan conocer desde distintas partes del mundo y con las cuales puedas compartir gustos, ya que existen muchos más juegos que se apoyan en la conexión online, en comparación a años anteriores. Es difícil no quedar enganchados cuando se van creando mundos con todos estos factores tan interesantes y con tanta variedad que se ajusta a cualquier preferencia, sin ignorar que hay muchos de acceso gratuito también. 

Este es un hobby que no es nuevo, ya que los videojuegos se encuentran presentes desde la década de los 60’s. De hecho se ha incluido la adicción a los videojuegos en la nueva Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), la cual entró en vigencia en febrero del 2022.

 ¿Cuándo estaríamos hablando de una adicción? 

  • Si ya las horas invertidas son una señal ante la cual habría que estar atentos (+6 horas, por ejemplo), no sería el único indicador con el cual pudiéramos decir que es una adicción. 
  • Se observa que diversas áreas de su vida son afectadas, no sólo la familiar, si no también la social y académica. La persona le coloca prioridad a los videojuegos, sobre cualquier otra actividad que tenga en su rutina. 
  • La persona también puede percibir que le es difícil marcar límites por sí mismo, respecto la frecuencia, duración o el contexto en el cual desea jugar, aunque lo haya intentado y note que, en efecto, el uso ha desmejorado los otros ámbitos ya mencionados, incluído el cuidado personal, y no le permita disfrutar de otros intereses. 
  • Cuando es momento de culminar el tiempo de juego, pueden surgir indicadores de abstinencia: irritabilidad (más cuando se hace de forma repentina), respuestas agresivas y ansiedad. Estas sensaciones les puede llevar a insistir en continuar con el juego. 
  • Pueden mentir respecto al uso real que tienen de los videojuegos y elaborar estrategias indebidas para invertir dinero en los mismos o en equipos para tener acceso a ellos, usualmente a escondidas.

El rango de edad en el que los niños podrían estar en mayor riesgo de iniciar una adicción es en la preadolescencia, de 10 a 13 años. Este dato no excluye que pueda desarrollarse en edades posteriores, o anteriores, considerando el acceso a la tecnología, las normas que se establecen al respecto, junto al surgimiento de posibles situaciones conflictivas. 

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Videojuegos y salud mental

En ocasiones, la adicción al videojuego puede no ser el foco de la problemática, sino que este uso frecuente es un modo empleado por el/la adolescente para gestionar las emociones, aunque sea a través de la evitación. Esto puede significar un escape para eventos complejos que surgen en la adolescencia, como acoso escolar, conflictividad familiar, dificultad en relaciones sociales, episodios de violencia recurrentes, mudanzas, duelos, entre otros; los cuales también pueden desembocar en el desarrollo de depresión y ansiedad, clínicamente hablando.

Considerando la relación que se tiene con el entorno, pudiéramos entender por qué, en parte, estos mundos virtuales son atrayentes. Generan una sensación de control en sus acciones, que puede influir en la construcción de un proyecto (digital) y no sentiría la misma indefensión que siente cuando presencia discusiones frecuentes entre sus padres o percibe el rechazo frecuente por parte de sus compañeros de clase, por ejemplo. Igualmente, en los juegos online, se da la posibilidad de conocer y compartir con personas con gustos similares, ampliando la oportunidad de establecer amistades significativas, sin ignorar los riesgos que también implicaría.

¿Qué podemos hacer?

  • Es necesario conversar directamente con los chicos y chicas sobre qué es lo que les gusta de los videojuegos, más en un tono de interés que de regaño. Lo ideal es hacer el esfuerzo en comprender cómo lo ve el niño, niña o adolescente, sin asumir ni caer en críticas abiertas sobre su uso. Esto puede hacer una gran diferencia en la relación entre ustedes. 
  • Explorar por qué el uso de la tecnología es tan importante para ellos. Eso puede brindar luces a los familiares en cuanto a cómo intervenir y abordar la regulación y el establecimiento de normas, o si se necesitaría también enfocar el apoyo en otra situación por la que esté atravesando. 
  • El poder formar y brindar otras alternativas de cómo gestionar emociones en actividades más sociales y enfocadas en la expresión sana lo que sienten es una gran herramienta que pueden aplicar en su día a día, siempre de la mano con que los adultos puedan ser receptivos y brindar la contención adecuada cuando los más jóvenes deseen expresar las emociones desagradables que lleguen a experimentar.
  • Asimismo, al momento de establecer normas, lo ideal es no esperar cuando sientan que la situación se les va de las manos, si no establecerlas desde un inicio. Cuando permitimos que desde edades tempranas tengan acceso libre a lo digital, sin supervisión y sin restricciones sanas, es más probable que tiempo después se perciba esta sensación de “estar fuera de control”, y aumenten así los roces en cuanto a este tema; especialmente cuando se vierte casi toda esta responsabilidad al niño, niña o adolescente, cuando nosotros también jugamos un papel importante. 

La tecnología y los dispositivos electrónicos son unas herramientas que han llegado para quedarse. A fin de cuentas, cualquier actividad que sea de disfrute, puede ser proclive a que desarrollemos adicción a ellas, en medida de lo que signifique para cada quien y los límites que tengamos respecto a ellas. La idea no es empezar una guerra contra los videojuegos o las tecnologías,  sino llevarnos a la reflexión del papel que representan en nuestra cotidianidad, y preguntarnos ¿qué está sucediendo en el mundo real del chamo, que prefiera estar viviendo en una realidad digital que en su realidad offline?