Clases presenciales y escuelas abiertas, ¿cómo hacerlo posible? | COMUNICADO

En Cecodap hemos expresado e insistido en el impacto educativo que originó la pandemia por COVID-19. Muchos niños, niñas y adolescentes vieron cortadas de forma abrupta sus dinámicas escolares y se asumió un proceso de educación a distancia con muchas dificultades de conectividad, metodologías y seguimiento. El cierre de las escuelas ha generado un efecto devastador en la educación, salud física y mental; así como en el bienestar de los niños, niñas y adolescentes. Esto se debe a la reducción en la actividad física y relacional; fragilidad y desigualdad en los procesos de enseñanza; empobrecimiento en la alimentación; incremento en los niveles de estrés, ansiedad, depresión y mayores factores de riesgos de autoagresiones y violencia.

Hoy se valora mucho más el rol de las escuelas en la vida de los niños, niñas, adolescentes y sus familias. Se aprendió la importancia de las escuelas como un espacio de socialización por excelencia donde no solo se adquieren conocimientos sino además se aprende a convivir.  

Las escuelas deben asumir el reto de iniciar un proceso progresivo que contribuya a estimular la presencia de sus estudiantes y retomar las rutinas escolares presenciales. En este sentido, Cecodap recomienda:

Escuelas seguras. Adoptar todas las medidas de bioseguridad que sean necesarias y apropiadas. Eso incluye, el diseño de protocolos sanitarios, el uso obligatorio de tapa bocas, el lavado de manos, el distanciamiento social y la limpieza y desinfección de las instalaciones educativas. Es importante que toda la comunidad educativa oriente, facilite y cumpla las normas de bioseguridad que indiquen las autoridades y se definan dentro de la institución educativa.

Modalidades de retorno y valorar el contexto. Cada escuela tiene una realidad y condiciones particulares, por tanto, se deben planificar y definir las estrategias de retorno. Esto incluye el aforo en las instalaciones para determinar el número exacto de estudiantes que pueden estar en una misma área de forma simultánea, horarios de entrada y salida, organización física de los espacios y ambientes, uso de baños y áreas deportivas o comunes.

Proceso educativo gradual y flexible. Retomar clases presenciales después de dos años escolares a distancia requiere que el proceso educativo sea gradual de acuerdo con las necesidades, ritmos y condiciones de los niños, niñas y adolescentes. También es importante ser flexible en la planificación, contenidos y estrategias educativas a implementar. El retorno a clases presenciales debe ser visto como una oportunidad educativa y no pasar del encierro en los hogares a un encierro en salones de clases.

Valorar las opiniones de las familias. Las familias son actores claves para las escuelas. Sus opiniones, necesidades y recomendaciones deben ser escuchadas para fortalecer el proceso de retorno seguro a las escuelas. Los procesos educativos y las asistencias a clase presencial deben ser flexibles si las familias presentan dificultades o temores específicos y debidamente demostrados. Las familias también necesitan el apoyo de las escuelas.

Acompañamiento emocional. El acompañamiento psicosocial debe ser una estrategia central y prioritaria en el retorno a clase. Identificar las emociones de los niños, niñas, adolescentes y docentes es un paso indispensable para desarrollar recursos de afrontamiento frente al miedo, el estrés, angustia, desinterés o desmotivación.

Rol del docente. El docente asume la responsabilidad de cuidarse a sí mismo y cuidar a los niños, niñas o adolescentes que se encuentren bajo su responsabilidad, el formar hábitos de higiene y seguridad es fundamental en un proceso de retorno a clase. El docente debe estar atento y sensible a las necesidades educativas y emocionales de sus estudiantes, así como, recurrir a la creatividad, innovación, flexibilidad y originalidad para producir un hecho educativo significativo en un contexto de emergencia.

Sensibilización e información. En contextos de emergencia la sensibilización y la información clara y oportuna es necesaria para fortalecer los mecanismos de protección. Es importante que toda la comunidad educativa conozca la importancia de las medidas de bioseguridad, así como, de las estrategias educativas adaptadas en una modalidad de pandemia. Promover temas específicos relacionados a las emociones, manejo de estrés, salud mental, convivencia y resolución de conflictos constituyen algunas herramientas importantes para fortalecer el clima escolar.

Equipo de gestión de riesgos. Se puede confirmar un equipo de trabajo integrado por miembros de la comunidad educativa que asuman la responsabilidad de ofrecer lineamientos generales, planificar, acompañar y verificar el cumplimiento de los protocolos de bioseguridad que se implementen en las escuelas.

Reportes obligatorios y evitar discriminación por eventuales contagios.  Es importante establecer mecanismos de reportes obligatorios en la escuela y para toda la comunidad educativa en los casos que uno de sus miembros o familiares directos sea diagnosticado con COVID-19. Es importante evitar cualquier discriminación, estigma o actitudes negativas frente a una persona que resulte con un diagnóstico positivo de COVID-19.

Participación de los niños, niñas y adolescentes. La participación y la opinión de los niños, niñas y adolescentes es importante porque permite identificar sus necesidades, preocupaciones, propuestas y exigencias. Las escuelas deben diseñar mecanismos adecuados de consulta, escucha y participación para los estudiantes de acuerdo con las distintas edades y etapas educativas. Valorar la participación implica reconocer la importancia de los niños, niñas y adolescentes como protagonistas de su propia formación.

El Estado debe cumplir con sus obligaciones. El Estado debe garantizar políticas públicas con recursos suficientes que garanticen el funcionamiento de todo el sistema educativo. Así mismo, adoptar todas las medidas para que cada escuela tenga acceso a electricidad, agua potable, transporte, seguridad, alimentación escolar, así como todos los servicios públicos que sean necesarios. Se debe prestar especial atención a la protección social del personal docente, administrativo y obrero adscritos a escuelas oficiales y asegurar el cumplimiento de los convenios institucionales con escuelas subvencionadas.