Los venezolanos en edad escolar no tienen la vía libre para acceder al sistema educativo ecuatoriano. La precariedad económica, la falta de documentos de identidad, la xenofobia y el acoso cerca de los centros educativos son las barreras que mantienen fuera del sistema educativo a 4 de cada 10 niños, niñas y adolescentes migrantes.
Primera barrera: escasez económica
Según el ministerio de Educación, de los 88.320 venezolanos menores de 18 años que están en Ecuador, 49.967 están dentro del sistema educativo. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) calculó que para diciembre del 2019, alrededor de 43.000 no estaban escolarizados, de este número, la mayoría no había podido acceder al sistema por la escasez de ingresos en sus hogares.
Así es el caso de Ernesto Olivares de 12 años. Junto a su mamá y su hermana mayor vende dulces, galletas y snacks en los alrededores del Parque Centenario en el centro de Guayaquil, actividad que realiza, como muchos venezolanos, desde que llegó a Ecuador en julio de 2019. De acuerdo al Estado ecuatoriano, 89% de los migrantes en el país trabajan informalmente.
“Todos tenemos que trabajar, porque si no, no nos dan las cuentas para pagar el arriendo, la comida y los servicios”, declaró la madre, Paola Fernandez de 36 años, quien llegó al país en 2017. “Tuve que elegir entre que coma o estudie”, agregó con pesar.
Segunda barrera: el mito del “sin papeles no hay estudio”
Ecuador es un país que garantiza la educación para quienes están en situación de movilidad humana. Al menos así lo establece la Constitución y sus leyes en esta materia. Sin embargo, muchos padres venezolanos desconocen esta protección legal y asumen que, como su estatus migratorio es irregular, sus hijos no pueden disfrutar de este derecho.
Tercera barrera: la xenofobia dentro de las aulas
Juan David Flores, de 10 años, llegó a casa con un morado alrededor de uno de sus ojos. Ese día, en agosto de 2019, unos estudiantes, del colegio al que asistía en Jipijapa (Provincia de Manabí), lo rodearon para agredirlo. El motivo principal, según relatan sus padres: ser venezolano.
“Esa fue la gota que derramó el vaso”, afirmó Jorge Flores, su padre, un periodista de Valencia (centro de Venezuela), cuando supo del ataque. No era la primera vez. Durante un año su hijo fue víctima de acoso escolar dentro del salón, en el patio de la escuela y en las afueras de la institución sin que las autoridades realizaran acciones efectivas en favor de la integridad de Juan David.
Cuarta barrera: peligro alrededor de los centro educativos
Pedro González llegó a Ecuador en septiembre de 2018 con su esposa e hija de 11 años. Inmediatamente, junto a su cónyuge, empezó las gestiones para que la niña retomara sus estudios en quinto grado de primaria, un proceso que duró hasta comienzos del proceso de inscripción del año escolar Región Costa, en enero de 2019.
Les notificaron que a su hija se le asignó cupo en un colegio fiscal al suroeste de Guayaquil, en el Distrito Portete. González vive en pleno centro, a una hora de camino a pie y a 20 minutos en carro, de acuerdo a la medición de Google Maps.
“Para que fuera tenía que usar un transporte que no puedo pagar”, confesó González, quien trabaja como vendedor de cigarrillos en el centro de Guayaquil.
No solo la distancia con el centro educativo es un problema para Aldana. “Ese sector es demasiado inseguro como para dejarla ir sola”, señaló. “Allí he visto cosas horribles. Venden drogas, hay malandros y gente de mal vivir. Temo que a mi hija le pase algo”, señaló el comerciante. De acuerdo a reseñas de medios de comunicación ecuatorianos y a la Policía Nacional, el Distrito Portete es una de las jurisdicciones más conflictivas de Guayaquil. Hasta agosto de 2020 se registraron 21 homicidios este año.
“Por esas cosas mi hija no va a clases. Mi esposa y yo preferimos buscar maneras de enseñarle por nuestra cuenta”, explicó González. Como padre sabe lo importante de la educación formal, sin embargo, “es preferible eso a que me la maten o me la violen”, agregó.
La nueva barrera: la falta de internet después de la cuarentena
Una quinta barrera se levantó a raíz de la pandemia COVID-19. Por orden del Gobierno ecuatoriano los estudiantes tienen que ver clases por medio de plataformas digitales, a pesar que no todos los alumnos tienen los equipos necesarios ni cuentan con internet para ver sus clases. De acuerdo a Unicef, solo el 38% de los hogares en Ecuador tienen acceso a internet.
Egleth Noda, presidenta de la Fundación Chamos Venezolanos en Ecuador, conoce de cerca esta nueva limitante. La organización que dirige tiene una base de datos de hogares con niños, niñas y adolescentes venezolanos a los que apoyan. De los 3.000 que conforman su lista el 85% no tienen acceso a internet.