Familias contratan tutores para detener la pobreza de aprendizaje en la pandemia

Padres, madres y representantes intentan que el aprendizaje de sus hijos no se detenga. Parecieran luchar contra la educación a distancia, una modalidad de estudio que tras un año de cierre de escuelas pudiera estar dejando grandes pérdidas en la enseñanza.

Claudia Arandia recurrió a un “apoyo extra” para las clases de su hija de 12 años de edad, estudiante de sexto grado en una escuela privada en Caracas. La niña tenía dudas, no entendía los enunciados de las tareas, pero sobre todo, no había quien le explicara los contenidos.

En febrero, la adolescente comenzó a recibir tutorías de matemáticas con la profesora Yolanda Serres Voisin, jubilada de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Central de Venezuela y presidenta de la Asociación Venezolana de Educación Matemáticas.

Serres Voisin también es tutora de otras dos niñas: ”Si no les explican no pueden salir adelante con las tareas”. Cada clase cuesta 5 dólares. La hija de Arandia además tiene un maestro particular de idiomas. Y en abril esperan conseguir profesores de lengua, ciencias naturales y ciencias sociales.

Los tutores escolares son un servicio que no todas las familias pueden pagar. Especialistas señalan que padres y madres invierten en este acompañamiento ante las deficiencias de la escuela en pandemia. “Para poder instrumentar lo que el Ministerio de Educación dijo que era el acompañamiento en casa, se tiene que pagar”, afirma Olga Ramos, especialista en políticas públicas del Observatorio Educativo de Venezuela.

Arandia reconoce sus limitaciones para apoyar a su hija en el proceso educativo. Con los tutores, ha notado que la joven está satisfecha, siente que aprende y sus dudas son aclaradas al momento. La estudiante no recibe clases de la escuela, solo guías de estudio. Por lo que el próximo curso escolar ya fue inscrita en un colegio que sí ofrece clases virtuales por diferentes plataformas.

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El aprendizaje en Venezuela durante la pandemia “es una gran entropía con una mezcla de opciones que no necesariamente funcionan de forma efectiva”, asegura Olga Ramos. No ha habido una evaluación sobre cómo funcionó en cada parroquia o región la multimodalidad: portafolios, encartados, WhatsApp. Explica que “hay una idea de que se están haciendo grandes cosas, y lo que se está profundizando es la desigualdad y la falta de de aprendizaje”, opina.

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