A pesar de la insistencia con que algunos niños pudieron pedirle a sus padres un hermanito, es probable que pasado algún tiempo, la idea ya no les parezca tan atractiva y opten por estar fastidiándolo día y noche. Es posible que muchos padres se estén quedando sin recursos para manejar las peleas entre los hermanos y, francamente, la estrategia de amarrarlos “barriga con barriga” parece cada vez más anticuada y poco efectiva.
Queremos ayudarte a mejorar esta situación, porque entendemos la importancia de la dinámica familiar saludable.
Para empezar, es importante comprender que no basta con pedirle a los niños que “no se peleen”. Debemos internalizar lo necesario que resulta fomentar la comunicación asertiva y desde la empatía en nuestro hogar. Eso sólo podemos lograrlo si todos los miembros de la familia nos esforzamos en construir un ambiente pacífico, tolerante y agradable.
Evita las comparaciones
Muchas veces, a pesar de lo mucho que puedan quererse, los hermanos pueden sentir celos hacia el otro. Entonces el sentirse comparados entre sí puede hacer que se sientan en una constante competencia. Intenta reforzar, por igual, las virtudes y habilidades de cada uno, evitando caer en señalamientos y comparaciones como “tu hermano si hizo su cama, deberías ser como él”.
Exprésales tu cariño
No se trata de que midas milimétricamente la cantidad de afecto que le das a cada uno de tus hijos porque eso tampoco es sano. Es recomendable que procures hacerlos sentir amados y protegidos de igual manera. Sugerir inclinación o favoritismo por uno u otro podría fomentar en ellos la idea de que no son lo suficientemente valiosos o importantes.
Dales un buen ejemplo
Recuerda que los niños buscarán ser como tú, ya que sus padres son los primeros modelos que tienen. Busca ofrecerles un ejemplo positivo en la manera en la que te ven relacionarte con los demás -tu pareja, familiares, vecinos, etc-. Si lo que normalmente observan en su entorno son padres amables y con una comunicación principalmente asertiva, probablemente ese sea el comportamiento que ellos adopten a la hora de relacionarse entre ellos y con los demás.
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Fomenta la expresión de sentimientos
Los niños, a diferencia de los adultos, no son capaces de autorregular sus emociones y muchas veces suelen reaccionar impulsivamente, según la emoción que estén experimentando -ya sea una emoción agradable como la alegría, o desagradable como tristeza o rabia-.
En ese intento de drenar aquello que están sintiendo, puede que opten por conductas que no resultan ser las más beneficiosas. Entre esas conductas: gritar, pegar o pelear con su hermano.
En la medida en la que plantees el diálogo y la comunicación de sus sentimientos, les estarás ofreciendo una respuesta alternativa, funcional y más saludable con la que podrán liberar esa emoción, en vez de que recurran a comportamientos agresivos o poco funcionales.
Puedes probar haciendo preguntas como: “¿cómo te estás sintiendo en este momento?, ¿en qué parte de tu cuerpo sientes eso?, ¿cómo podría ayudarte a sentirte mejor?”. Es importante que, cuando expresen lo que sienten, les hagas saber que sus emociones son válidas y aceptadas por ti: “entiendo que te sientas así, lo solucionaremos juntos”.
Propón actividades o juegos que puedan hacer en equipo
Es posible que no se les ocurra jugar juntos porque no acostumbran a hacerlo o quizás no son contemporáneos y prefieren realizar sus actividades individualmente. Es probable que si los ayudas puedan encontrar alguna distracción o interés que compartan y se den cuenta de que disfrutan pasar tiempo juntos más de lo que ellos creían. A veces, no notamos lo agradable que puede resultar alguna situación hasta que alguien más nos anima a intentarlo. ¡Anímalos!
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La Tabla de los Acuerdos
En ocasiones, el tener un elemento tangible al cual poder acudir, resulta efectivo a la hora de que los niños necesiten recordar cuál es la mejor manera de relacionarse.
Es recomendable que en familia elaboren una especie de tabla, pergamino, o cualquier formato que gusten. Allí establezcan las normas de convivencia que consideren indispensables en casa. Por ejemplo:
- No tomar objetos o juguetes sin el permiso de su dueño.
- Decir siempre por favor y gracias.
- Evitar agredir, golpear o gritar.
- Colaborar con las tareas de la casa.
- Destinar y respetar un momento del día para compartir con la familia.
La idea es que cada miembro proponga los acuerdos que le parezca y que, una vez terminada la tabla, la decoren y puedan ubicarla en un sitio visible para todos. Esta es una actividad que resultará divertida, fortalecerá los lazos familiares y con ella lograrán acordar las pautas de convivencia en el núcleo familiar.
Sabemos que mantener la calma dentro del hogar puede ser difícil, sobre todo cuando nosotros mismos también sentimos que no podemos con más tensión. Recordemos que ya las situaciones del mundo exterior son lo suficientemente estresantes. Trabajemos por hacer de nuestra casa un refugio, donde tanto nosotros como los niños encontremos el cobijo, la claridad y las fuerzas que tanto necesitamos.