¿Cómo convertir las situaciones de conflicto en situaciones de aprendizaje?

Como adultos, siempre nos preguntamos cómo prevenir las acciones de violencia en casa. Una de las formas en las que se presenta es por el mal manejo del estrés y la frustración de personas significativas como padres, abuelos, cuidadores. Sus acciones pueden llevar a situaciones de violencia en casa con niños, niñas y adolescentes (NNA).

Lo lamentable, es que una vez que se producen ya no se puede echar para atrás lo que se hizo ni tampoco lo que se dijo. Viene el arrepentimiento y el sentimiento de culpa. Comienza la búsqueda del porqué se llegó a ese grado de exacerbación. En ese momento, el comportamiento del niño es la justificación para tal proceder y es el uso del castigo físico una forma aceptada en la sociedad para corregir conductas inadecuadas. 

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Después, el silencio impera  junto con el malestar físico y emocional del niño agredido. Es una marca que queda para toda la vida. Además el niño queda sin entender qué fue lo que hizo mal para merecer tanta violencia. En casos recurrentes, el mismo niño puede llegar hasta identificar el exceso de fuerza que pudo el adulto utilizar en un momento dado contra su humanidad.

Algunos adultos piensan que dejando pasar las pequeñas cosas que les molestan y dándole tiempo al tiempo éstas molestias van a desaparecer. La condición humana no funciona así, más bien es como una copa que se va llenando poco a poco hasta que se desborda con la mínima gota al caer.

Es en ese punto en el que surge la pregunta, ¿cómo esa mínima gota pudo desencadenar tanta violencia?.  La respuesta es debido a tanta frustración y/o estrés acumulado. No fue la última gota que cayó e hizo derramar todo lo que había dentro. El vaso ya estaba lleno.

Es importante desarrollar el manejo de la frustración y del estrés en los adultos, a través de habilidades y destrezas, porque ayuda a que el vaso permanezca medio vacío. ¿Cómo puedo aprender a autoregularme?

Primer paso

Identificar cuáles situaciones de la vida diaria le generan estrés y frustración. Esto lo puede identificar al sentir cambios fisiológicos en su cuerpo o una alteración súbita en sus emociones como de disgusto o sentirse molesto. 

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Segundo paso

Buscar formas de responder de forma saludable ante estas situaciones que nos detonan. Por ejemplo, darse un tiempo fuera para bajar el nivel de tensión fisiológico, espirar, contar hasta 10, utilizar el humor, entre otras. Pero más que esto, debemos buscar actividades que procuren hacernos sentir relajados y estar bien con nosotros mismos, como hacer ejercicios, salir con amigos, hacer meditación, ir al cine o darnos de vez en cuando un gusto.

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Tercer paso

Evite pensar que estas situaciones que le molestan con su niño o niña van a desaparecer por sí mismas. Es imprescindible hacerse cargo de ellas de una manera adecuada. Por ejemplo, si su nieto le respondió de forma inapropiada cuando usted le hizo un llamado de atención y observa que el niño no está en disposición de atender a ese llamado, puede esperar el tiempo para abordar la situación de una mejor manera, el hecho de no realizarlo en el momento no significa que se pierda la oportunidad de aprendizaje. 

Puede abordar la situación descrita de la siguiente manera:

«Me sentí muy molesto la otra vez que te pedí que dejaras de utilizar la computadora y me respondiste que te dejara tranquilo. Entiendo que quieras utilizar la computadora porque te diviertes, pero también hay que darle la oportunidad a otras personas que la utilicen. La próxima vez espero que permitas que otros utilicen también la computadora».

Después de esto, permitir pasar la página de esta situación, esto significa seguir siendo cálido y amoroso con el niño.

El episodio violento ocurrió, ¿qué hacer?

Ahora bien, ¿cómo podemos proceder cuando nos hemos visto envueltos en una situación de violencia con nuestro hijo o hija?, ¿cómo convertimos esto que pasó en una situación de aprendizaje para nosotros? 

Primero está el hecho de reconocer nuestros actos y cómo nos sentimos ante estos. Los sentimientos pueden ser de tristeza, molestia, culpa, creando afectación hasta en el dormir. También, reconocer el uso excesivo de la fuerza empleada y tener la humildad para darse cuenta de estos errores y enmendar esta situación de violencia. 

Es importante entender primero que el niño tiene el derecho que lo traten con respeto, así como lo hacemos con otros adultos. Se arremete contra ellos porque su condición de niños los hace más vulnerables, no se hace lo mismo con otro adulto porque se conocen las implicaciones de hacerlo. Por ejemplo, con un jefe, un amigo o un familiar.

La Convención de los Derechos del Niño prohíbe el uso del castigo corporal o físico, en el que se utiliza la fuerza y tiene por objeto causar cierto grado de dolor o malestar aunque sea leve en el niño, niña y adolescente. Actualmente, se reconoce que el castigo corporal es una forma inadecuada de educar y puede ocasionar daño emocional en el niño, lesiona su autoestima, lo humilla y puede causar depresión. Les hace sentir mucha rabia, crea resentimiento y quieren llegar a no estar en casa. Además, que deteriora la comunicación entre padres e hijos y pueden aprender esta forma violenta de relacionarse. 

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Específicamente en Venezuela, de acuerdo al artículo 32-A de la Ley Orgánica de Protección de los Niños, Niñas y Adolescentes, se encuentra prohibido por el uso del castigo físico o humillante. También hace alusión al derecho que tienen los niños al buen trato, el cual comprende una crianza y educación no violenta, basada en el amor, el afecto, la comprensión mutua, el respeto recíproco y la solidaridad. 

El llamado es a propiciar otras formas de crianza que promuevan acciones adecuadas para que los niños pueden educarse sin violencia como es la crianza en Disciplina Positiva. Nada justifica la agresión en el niño, niña o adolescente.