En Venezuela la pandemia por el COVID-19 ha afectado especialmente a quienes tienen que salir a la calle, incluso con sus hijos en brazos, para conseguir el día a día. La emergencia sanitaria no ha detenido las necesidades diarias de los más vulnerables.
Según el psicólogo y miembro de Cecodap, Abel Saraiba, uno de los problemas más comunes es la dificultad de abastecer la demanda de atención y actividades de los pequeños en casa, poniendo en conflicto a la familia venezolana, fuertemente golpeada por la economía.
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«Mientras papá y mamá tienen que buscar el día a día la forma de traer el pan a la casa, los niños se quedan en casa con una demanda de actividades y de atención que muchas veces no sabemos gestionar», explicó Saraiba.
Para el psicólogo el contexto sanitario demanda que “no podemos exponer a nuestros niños, pero no podemos olvidarnos del tema hasta enero”.
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Los más afectados, naturalmente, son los niños. El caso de Denyer es un conmovedor ejemplo: mientras su padre trabaja, él y su hermana caminan por el bulevar de Sabana Grande. Cuenta que tiene un hermanito con problemas de salud renal y que su madre es la encargada de ponerle las tareas, aunque él preferiría volver a la escuela.