El cementerio invisible del COVID-19

Título tomando prestado el nombre de un reciente documento publicado por dos agencias de la ONU, UNICEF y PNUD: El cementerio invisible del COVID-19: pérdidas intergeneracionales para los jóvenes más pobres y acciones para afrontar una pandemia del desarrollo humano.

El informe advierte sobre el triple impacto que la crisis sanitaria representa para los niños, niñas y adolescentes: cierre de escuelas, confinamiento y pérdida de recursos económicos para sus familias.

Aumento de la violencia hacia la niñez

Beatriz Mora, presidenta del Instituto Tachirense de la Mujer, alerta sobre el aumento de casos de violencia hacia niños, niñas y adolescentes en la entidad, entre los meses de enero y mayo del presente año. Se refiere a las causales: la situaciones económica de precariedad; niños que quieren seguir comiendo; niños dejados atrás con familiares y vecinos, pues, sus padres migraron; niños procedentes de otros estados que aspiran a migrar hacia otros países y permanecen en condiciones límite.

La realidad del estado andino -salvando los aspectos propios de ser fronterizo-, sin duda, es espejo de las condiciones que se está viviendo en las distintas regiones del país. El documento de Naciones Unidas -que antes mencionamos- describe los impactos negativos de la pandemia especialmente sobre los hogares más pobres. La combinación del reducido acompañamiento, por parte de los padres más pobres que no pueden teletrabajar, la brecha digital y la ausencia de condiciones para el aprendizaje a distancia, la privación que representa el cierre de las escuelas sobre la alimentación, las fuertes privaciones económicas, la violencia doméstica y el compromiso de la salud física y mental, se conjugan para crear lo que denominan “la pandemia de la desigualdad”, que compromete las perspectivas de crecimiento y desarrollo inclusivo y sostenido de la región.

“Las acciones políticas deben apoyar a los padres, promover la crianza de los hijos por razones de género y proporcionar apoyo financiero. Simultáneamente, son esenciales las acciones políticas para los niños, niñas, adolescentes y jóvenes que apoyen el aprendizaje formal, centrándose en la impartición de una educación accesible y segura y abordando las inevitables pérdidas (pasadas, presentes y futuras) en el contenido de los planes de estudio”, proponen los expertos.

Desde la realidad de nuestro país cuesta descifrar las medidas a tomar ante la falta de recursos y la desinstitucionalización, que ha minado el tejido social del país. Solo a través de un acuerdo político se podrán establecer medidas de emergencia, para abordar la pandemia y su desigualdad.

“Darles amor y atención”

Nancy Close, doctora y profesora del Centro de Estudios Infantiles de la Universidad de Yale, certifica el retroceso observado en niños durante la pandemia: en su lenguaje, en rutinas diarias como dormir e ir al baño, en su comportamiento, estar tristes, por no poder ver a sus compañeros.

“Nos hemos dados cuenta de que la regularidad y la previsibilidad son muy difíciles de conseguir durante esta pandemia. Por este motivo, los niños pueden sentir más ansiedad y frustración y, como consecuencia, sufrir alteraciones en su comportamiento”.

Advierte que los adolescentes también están teniendo rabietas, ante las dificultades y ansiedad, que supone el momento actual, para los proyectos y búsqueda de la autonomía propia de esta edad.

Ante la preocupación y ansiedad que genera pensar si podrán ponerse al día académicamente recomienda: “Intenten aprender y crecer juntos. Y tengan siempre en cuenta que lo mejor que pueden hacer por sus hijos es darles amor y atención”.

Ante la incertidumbre por la falta de respuestas oficiales, en nuestras manos debe estar preservarlos del cementerio invisible.

Publicado por Efecto Cocuyo.