El deporte de los niños y la participación familiar

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Javier (12 años) desde muy pequeño mostró interés por el béisbol. Su
papá lo inscribió en un liga deportiva. Todos los fines de semana lo
acompañaba al entrenamiento.

A medida que iba progresando y adquiriendo mayores capacidades y
destrezas en el campo y poniendo en evidencia sus talentos,
aumentaron las exigencias y las expectativas de la familia. Veían en
Javier un prospecto del béisbol profesional.

La situación se volvió compleja cuando la presión familiar comenzó a
llenar a Javier de mucho estrés. Fue tanta la presión que ya no quería
ir a los entrenamientos. Su papá se enfurecía y se llenaba de
frustración. Había puesto en él sus sueños de verlo algún día en las
grandes ligas.

Mientras tanto, Javier se enfermaba los sábados en la mañana, le daba
dolor de cabeza y desarrolló una alergia difícil de controlar. Cuando no gritaba el cuerpo lo hacía con explosiones de llanto y rabia: «¡No
entienden que no quiero ir más al campo, déjenme en paz!»

La situación llegó al límite que se le diagnosticó un proceso de
depresión en curso: llanto recurrente, inapetencia, desgano, bajo
rendimiento escolar, ansiedad y mucha angustia.

¿El para qué del deporte?

Son indudables los beneficios que tiene el deporte para los niños, posibilita que el niño pueda poner en práctica valores como respeto al otro, la cooperación a través del trabajo en equipo, solidaridad, tolerancia.

Permite experimentar la disciplina, respetar las normas, asumir retos,
perseverar para alcanzar logros, eso sí, siempre y cuando no sea una
actividad impuesta.

El niño o la niña debe ser quien elija que deporte quiere practicar. Puede que se interese en varias disciplinas en su proceso de
exploración. En el camino irá definiendo sus preferencias.

Puede pasar que logre el dominio de un determinado deporte pero no
le interese como profesión. Lo disfruta en su tiempo libre pero le atrae
dedicarse a otro oficio o profesión.

Violencia en el campo

No con poca frecuencia el campo deportivo sirve para el pase de factura por conflictos no resueltos y se comenten “faltas” empujones, patadas, cabezazos para vengarse por algo que sucedió en el salón.

El bullying o acoso escolar también toma las canchas,. Se desprecia al menos hábil, se excluye de los juegos, le hacen burlas por alguna condición, como por ejemplo el sobrepeso.

Existen niños a los que no les atrae el deporte, en el caso de los varones suele traer problemas “Varón que no haga deportes; no es varón”.

El apoyo familiar

El adecuado acompañamiento de la familia en las actividades
deportivas es muy importante. Es un momento para la convivencia recreativa en la que pueden celebrar cuando se gana y apoyarse cuando se pierde; aprender de los errores, disfrutar los procesos sin centrar todas las expectativas en los resultados.

Los niños sienten mucha indignación cuando están en el campo y comenten errores y escuchan gritos o expresiones de desaprobación o cuando la sienten al finalizar el partido: “te lo dije”, “tú siempre” o “tú nunca”. Alerta con las comparaciones, pueden ser muy dañinas.

En un post de Instagram leí “Si quieres un campeón en la familia, entrena. Mientras tanto deja que los niños jueguen felices”.

Hasta la próxima resonancia.

Publicado en Caraota Digital.