Muchos padres esperan que sus hijos sean obedientes y les hagan casos. Es decir, que estén disponibles para ellos en el momento en que se les pide y hagan lo que se les solicita. Es importante recordar que los niños, niñas y adolescentes son personas que van desarrollando su propia autonomía a medida que avanzan en sus etapas de desarrollo.
Un niño de 3 a 5 años puede quedarse ensimismado en sus juegos. Se les dificulta hacer transiciones, dejar lo que está haciendo y pasar a otra actividad de forma rápida. Por lo tanto, esperar que un niño de esta edad deje de jugar para que atienda a nuestro llamado podría ser frustrante para un padre si no entiende las características de esta etapa del desarrollo.
Asimismo, ocurre con un niño de 2 años que explora su mundo, lo que desea es moverse y tocar lo que llama su atención. Probablemente no hará caso al pedido de su madre que quiere que no toque los adornos de la casa que se pueden romper.
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¿Cómo decirle a este niño que deje de aprender? Al explorar hace que su cerebro desarrolle más vías neuronales. Por lo tanto, entre más aprenda su hijo, mas neuronas se conectarán y formarán parte de esta red neuronal. Hacer una vía neural es como hacer un camino a través de la selva. En la medida en que el niño mas recorra esta vía, en esa medida se crea el camino y más fácil será de seguirlo.
Un momento para las normas
Los niños entre los 6 y 9 años, ganan más autonomía en su pensamiento. De ahí la importancia de explicar las razones por las cuales seguir las reglas, normas y límites que se establecen en casa. Puede que no hagan caso porque no entiendan estas reglas ni la razón de su cumplimiento. En la medida que ellos puedan participar del establecimiento de estas reglas están más ganados a cumplirlas. Y si alguna de estas normas no son discutibles para los padres, porque por ejemplo pueden atentar contra la vida de su hijo, explicarle la razón de la misma pudiera prevenir la transgresión.
¿Más autonomía?
En la etapa de la adolescencia temprana y tardía que comprende entre los 9 y 17 años aproximadamente, nuestro hijo va ganando más independencia. Está desarrollando su propio criterio; por lo tanto, pueden manifestar su desacuerdo con lo que los padres dicen y quieren que hagan. Esto puede crear conflicto en casa porque pensamos que es rebelde y además, que no nos quiere hacer caso a lo que consideramos es para su bien.
En este sentido, si se respeten y valoren sus ideas y se entiendan sus razones, los padres podrán orientar y guiar el proceso de independencia de su hijo y minimizar los conflictos con ellos. Sin esperar a cambio que ellos hagan lo que nosotros queremos.
Por lo tanto, entender cómo piensa su hijo en las diferentes etapas del desarrollo, puede ayudar a no sentirnos frustrados y comprender porqué se comporta así.
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No es que mi hijo no me hace caso porque no quiere ni lo hace con premeditación. La invitación es a identificar las razones por las cuales nuestro hijo se comporta de la manera en que lo hace, descubriendo muchas veces que la razón detrás de esto no es la que nosotros pensábamos. Nos podemos sorprender al darnos cuenta que en estas situaciones, no siempre resulta conveniente el jugar por adelantado con nuestros hijos.