El regreso presencial a clases no se ve favorecido por los anuncios de que será el 4 de octubre, o quizás en la tercera semana, en el caso de Caracas si las cifras de contagio no se frenan. Se trata de condicionantes que cambian de un momento a otro, reforzando los temores de quienes piensan que es riesgoso la vuelta a las aulas con un enfoque de “como vaya viniendo”.
Eso lo hemos podido comprobar durante una serie de talleres que hemos realizado con docentes en diferentes centros educativos, donde se está a la expectativa de que lo programado no deba seguir siendo cambiado por decisiones intempestivas. Ya el año pasado se anunció en varios momentos la vuelta a clases presenciales y no se llegó a materializar.
Mientras esto ocurre ya hay centros privados que comenzaron actividades esta semana, aplicando los protocolos que vienen preparando desde hace semanas e incluso meses: trabajando con grupos reducidos, de forma escalonada, siguiendo normas de bioseguridad. Esto significa, por ejemplo en varios de los centros que tenemos como referencia, que un estudiante asistirá presencialmente dos veces en la semana flexible, 4 días al mes. La mayoría de centros esperan las directrices de las autoridades.
La experiencia de estos 18 meses hace que hoy se valore más el rol de las escuelas como un espacio de socialización por excelencia donde no solo se adquieren conocimientos, sino además se aprende a convivir.
Desde Cecodap reiteramos el papel fundamental de las escuelas para fomentar el desarrollo, salud mental y motivación de los estudiantes y en tal sentido proponemos:
Escuelas seguras. Adoptar todas las medidas de bioseguridad que sean necesarias y apropiadas.
Modalidades de retorno y valorar el contexto. Cada escuela tiene una realidad y condiciones particulares, por tanto, se deben planificar y definir el aforo en las instalaciones, horarios de entrada y salida, organización física de los espacios y ambientes, uso de baños y áreas deportivas o comunes.
Proceso educativo gradual y flexible. Retomar clases presenciales requiere que el proceso educativo sea gradual de acuerdo con las necesidades, ritmos y condiciones de los estudiantes.
Valorar las opiniones de las familias. Los procesos educativos y las asistencias a clase presencial deben ser flexibles si las familias presentan dificultades o temores específicos y debidamente demostrados.
Acompañamiento emocional. Es un paso indispensable para desarrollar recursos de afrontamiento frente al miedo, el estrés, angustia, desinterés o desmotivación.
Rol del docente. El docente asume la responsabilidad de cuidarse a sí mismo y cuidar a los niños, niñas o adolescentes que se encuentren bajo su responsabilidad, el formar hábitos de higiene y seguridad es fundamental en un proceso de retorno a clase.
Reportes obligatorios y evitar discriminación por eventuales contagios. Es importante evitar cualquier discriminación, estigma o actitudes negativas frente a una persona que resulte con un diagnóstico positivo de COVID-19.
Participación de los niños, niñas y adolescentes. Permite identificar sus necesidades, preocupaciones, propuestas y exigencias.
El Estado debe cumplir con sus obligaciones. El Estado debe garantizar que cada escuela tenga acceso a electricidad, agua potable, transporte, seguridad, alimentación escolar, así como todos los servicios públicos que sean necesarios. Se debe prestar especial atención a la protección social del personal docente, administrativo y obrero. El Estado no puede delegar sus responsabilidades en las familias y comunidades educativas.
La mejor forma de ir disipando las dudas que puedan existir es comprobando la aplicación de las medidas y funcionamiento de los centros educativos durante los primeros días. Las circunstancias excepcionales hacen que se impongan criterios y estrategias flexibles que puedan dar respuesta a las realidades de cada contexto y centro educativo. Es hora de convencer con los hechos y no con la imposición.