Amenazada Generación de Cristal

La filósofa española Monserrat Nebreda bautizó como Generación de Cristal a esos adolescentes que están por cumplir los 18 años; también se les denomina centennials. Clasifica a esa generación que nació en una era tecnológica con una velocidad de cambios sin precedentes, donde todo es efímero, instantáneo. Contrasta esa competencia digital con la “fragilidad emocional”. Tienen dificultades para enfrentar el fracaso y necesitan de la aprobación permanente por su baja autoestima.

Estas clasificaciones pueden ser una forma de etiquetar y homogeneizar las adolescencias de nuestro tiempo y, sobre todo, en un país como el nuestro. La Generación de Cristal por definición tiene acceso al conocimiento, información, educación y medios materiales. Sus padres tratan de darles todo lo que ellos no pudieron disfrutar, complaciéndolos hasta el punto de evitarles la frustración y los sobreprotegen.

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Obviamente es una realidad que no se puede endilgar a todas las familias. En un país como el nuestro buena parte de los adolescentes viven en grupos familiares que luchan por sobrevivir, surfear la línea de la exclusión, teniendo incluso dificultades para acceder a la educación, información y la tecnología.

Adolescentes amenazados

Cecodap presentó recientemente un informe sobre el aumento de los casos de suicidios de adolescentes en el país desde 2017, año en el que la emergencia humanitaria compleja se acentuó en el país. “Anualmente hemos encontrado un incremento significativo de este tipo de sucesos: en 2014 se reportaron 11 casos de suicidio de niños, niñas y adolescentes; en 2015 se registraron 14 suicidios; en 2016, fueron 17 casos, y en 2017 el informe señaló que habían ocurrido al menos 34”.

La investigación agrega que para 2019, los casos de suicidios fueron 88. Para el primer semestre del año 2020, el Observatorio Venezolano de Violencia, documentó 19 casos más.

Se detalló que el Servicio de Atención Psicológica de Cecodap, entre enero y junio de 2020, encontró que 31% de las personas atendidas llegaron debido a las alteraciones en su estado de ánimo. De ese total, 20% presentaron riesgos de ideación e intento de suicidio.

Sin programas de prevención

Cecodap reveló, luego de hacer una revisión de los documentos oficiales del Ministerio del Poder Popular para la Salud, que no existen programas de prevención del suicidio para la niñez y adolescencia. No se cuenta con campañas educativas y formativas en centros educativos o comunidades. No se identificaron igualmente modalidades de asistencia, ni datos estadísticos sobre los niños, niñas y adolescentes que tuvieron una intención suicida.

La atención al suicidio y la prevención es delegada a la familia por cuanto no se cuenta con políticas públicas. Refiere el mismo informe que actualmente existen muchas dificultades para atender o referir a un niño, niña o adolescentes con riesgo de cometer suicidio, a instituciones psiquiátrica en el país, debido a la falta de presupuesto, planes e instituciones especializadas.

Que menos de 1% del presupuesto total del Ministerio de Salud es asignado al área de salud mental, explica que los ciudadanos están por su cuenta.

La emergencia humanitaria compleja y la pandemia se han confabulado para atentar contra la salud emocional de los adolescentes que solo cuentan con sus familias y las redes de apoyo que puedan gestionar. Todas las adolescencias están expuestas como el cristal.

Publicado en Efecto Cocuyo.