Un niño pakistaní pasó de ser un esclavo a un líder infantil. Iqbal Masih nació en Pakistán en una familia de bajos recursos económicos. Fue vendido a la industria textil a los cuatro años de edad y nueve años después conoció la libertad.
En casi cuatro años pudo marcar a la infancia y adolescencia de su país con su lucha contra el trabajo infantil denigrante. Es ahora ícono del maltrato contra esta población.
¿Por qué fue vendido Iqbal?
Amnistía Internacional reseña que Iqbal Masih tenía cuatro años cuando su padre lo cedió a una fábrica de alfombras de Punjab a cambio de un préstamo para pagar la boda de Aslam, el hijo mayor.
En su cultura, era un hecho habitual que los hijos menores fuesen entregados a cambio de préstamos, para poder cubrir los gastos de boda de los hijos mayores. Para la madre de Iqbal, una campesina pobre, conseguir el dinero para la boda de Aslam era una obligación. Debía entonces reunir una suma apreciable para permitir que su hijo Aslam se pudiera construir una casa o adquirir tierras antes de casarse. En aquellas circunstancias, Iqbal y Patras, el otro hermano menor de Aslam, debían mostrarse solidarios.
En estos casos, los patronos “compraban” al niño como un préstamo. Ellos recuperaban el dinero prestado, descontando una parte del salario mensual acordado, lo que forzaba a los trabajadores a permanecer en el servicio hasta la restitución total de la deuda. En esta dinámica de explotación, a los patronos les alegraba ver a los trabajadores o a las familias de los niños, pedir nuevas cantidades de dinero antes de que el salario hubiera redimido la deuda anterior.
Fue en estas circunstancias que en 1987, Iqbal empezó a trabajar más de 12 horas diarias haciendo alfombras para devolver el préstamo familiar. Al cabo de cinco años, Iqbal conoció a Ehsan Khan, un luchador contra el trabajo esclavizante.
Iqbal aprendió de Ehsan Khan a no tener miedo de denunciar la situación de los niños tejedores de alfombras. Gracias a esto, a partir de 1993 se convirtió en un líder infantil que denunciaba las condiciones laborales, los horarios y el régimen de esclavitud en el que viven aún los niños trabajadores en algunos telares de alfombras.
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Una voz por millones de niños
El término trabajo infantil suele definirse como todo trabajo que priva a los niños de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico.
En ese sentido, el trabajo infantil es una violación de los derechos humanos fundamentales que ha demostrado perjudicar el desarrollo de los niños.
El trabajo infantil en condiciones denigrantes califica como trabajo nocivo para el desarrollo físico y mental de los niños, nos dice la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
No todas las tareas realizadas por los niños deben clasificarse como trabajo infantil que se ha de eliminar. Según la OIT, en todo el mundo, 218 millones de niños de entre 5 y 17 años están ocupados en la producción económica. Entre ellos, 152 millones son víctimas del trabajo infantil y, casi la mitad, 72 millones, están en situación de trabajo infantil peligroso.
Las peores formas de trabajo infantil abarcan:
- Todas las formas de esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, como la venta y la trata de niños, la servidumbre por deudas y la condición de siervo. También el trabajo forzoso u obligatorio, incluido el reclutamiento forzoso u obligatorio de niños para utilizarlos en conflictos armados.
- La utilización, el reclutamiento o la oferta de niños para la prostitución, la producción de pornografía o las actuaciones pornográficas.
- La utilización, el reclutamiento o la oferta de niños para la realización de actividades ilícitas, en particular la producción y el tráfico de estupefacientes, tal como se definen en los tratados internacionales pertinentes.
- El trabajo que, por su naturaleza o por las condiciones en que se lleva a cabo, es probable que dañe la salud, la seguridad o la moralidad de los niños. Este tipo de trabajo debe ser determinado por las autoridades nacionales.
Homicidio de Iqbal
Una vez rescatado de la esclavitud, el adolescente demostró una tremenda aptitud para aprender, según Tim Ryan, del Centro de Solidaridad. Pasó por cinco años de currículo escolar en solo tres. La desnutrición y el abuso lo dejaron, a la edad de 12 años, físicamente más pequeño y más frágil que un niño de nueve años.
Su primer viaje fuera de Pakistán lo hizo a Estados Unidos en 1994. Allí recibió un Premio Reebok de Derechos Humanos. «En esa oportunidad vivió su primer viaje en avión, tener una cámara Instamatic, una visita con otros escolares en Boston, y la inimaginable promesa de que algún día podría asistir a una universidad. La Universidad de Brandeis se había comprometido a otorgar una beca de cuatro años a Iqbal cuando terminara sus estudios en Pakistán», escribió Ryan en 1995.
En sus años de activismo recibió diversos reconocimientos, que empleó para la educación y promoción de la infancia esclavizada, oprimida y empobrecida.
Iqbal, con su militancia por la justicia, entró en conflicto con las grandes empresas multinacionales que oprimen y se benefician de la esclavitud de infinidad de niños. El 16 de abril de 1995 fue asesinado a tiros cerca de Lahore. Tenía 12 años de edad y la mafia de las alfombras fue acusada del brutal crimen.
La fecha de su muerte ahora es un recuerdo de lucha: 16 de abril de 1995. En su memoria se instauró el día 16 de abril como Día Mundial contra la Esclavitud Infantil.
Iqbal dejó un legado muy importante tras su homicidio. Se han inaugurado alrededor del mundo múltiples escuelas. Ha inspirado a muchas otras personas sobre la lucha contra el maltrato infantil. Incluso años después de su muerte Iqbal Masih seguía recibiendo premios y condecoraciones por su valentía.
“Los niños deben tener lápices en sus manos, no herramientas” – Iqbal Masih