Las heridas en niños venezolanos: abandono y resentimiento

Venezuela no deja de ser noticia en la opinión pública internacional, pues las recientes deportaciones de los 16 niños y 13 adultos venezolanos desde Trinidad y Tobago, encienden las alertas de cómo los derechos fundamentales están siendo violados por gobiernos de países donde llegan los venezolanos que huyen de su nación, así como el naufragio de Güiria que sin lugar a duda ha dejado una huella desgarradora en las costas del estado Sucre.

Sin embargo, esta noticia también ha girado en torno al silencio que ha tenido la ACNUR y de las condiciones que el sistema político de Nicolás Maduro mantiene a sus connacionales que en plena epidemia mundial, siguen huyendo con fervor y esperanza a un mejor porvenir, que el Estado socialista les quitó.

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Pero la interrogante que surge también es ¿qué pasa con los niños dentro de Venezuela? Recordemos que los índices de Gini, en desigualdad en el mundo, Venezuela tiene un puntaje de 51,0 por encima de países como el Congo y Zimbabwe. Con una fragilidad política de 86,2 y pobreza extrema de 54,6 puntos. Razones por las que la emigración forzada sigue creciendo con números históricos.

Pero, ¿cómo es la vida de quienes representan el futuro de toda nación? En Venezuela, unas de las voces con más trayectorias en la materia de defensa de los derechos de los niños es Óscar Misle, educador, escritor y especialista en la prevención de la violencia familiar y escolar, así como cofundador de Cecodap (Organización que promueve la convivencia sin violencia).

Para Misle, el perfil de los niños y adolescentes en el país está condicionado por la privación de sus derechos fundamentales, como el de la vida, la salud y la nutrición y el problema de los servicios públicos como: el agua, la luz y el transporte, que hacen que los afecte en su desarrollo físico y psicosocial. Señala el especialista con más de 30 años de experiencia en el área.

Óscar Misle advierte que los niños, niñas y adolescentes están viviendo los tiempos de una Venezuela donde en la convivencia diaria con sus padres o representantes no se le garantiza protección frente a la violencia preexistente antes del aislamiento social ocasionado por la pandemia de la Covid-19.

“La capacidad de responder a las situaciones que afectan su capacidad mental se hace más compleja porque la familia está afectada y angustiada por no tener las posibilidades económicas y psicosociales” informa Misle, haciendo hincapié en cómo la frustración de los adultos se traduce en castigos físicos, maltrato y abuso sexual.

El educador venezolano señaló que esta situación de vulnerabilidad lleva a que la violencia se vea como un medio para resolver los conflictos, por parte de los más pequeños en casa.

Más información Diario Elipse.

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