Diego y su propuesta educativa: “Que los conocimientos se adapten al estudiante y no al revés”

La clase de orientación fue el espacio para crear. Esa misma hora en la que algunos escuchan música, otros hablan entre sí o duermen. Para Diego Rivas, quien ahora tiene 17 años, ese tiempo fue la cuna de su epifanía: una propuesta educativa.

«Esas clases de orientación, era un momento en el que cada quien hacia lo que quería. Mientras no explotáramos el salón, todo bien. La gente se inspiraba. Sacaba su faceta más personal. Podían leer o escuchar música. Pero nunca llegamos a hablar de qué cosas nos preocupaban, que es lo que debería ser una clase de orientación en mi opinión», indicó el adolescente.

Recuerda que empezó a analizar lo que pasaba en su salón. Había notado que todos estaban aburridos y decepcionados. «¿Uno debería ir al colegio para aprender, para emocionarse, no?», se preguntó así mismo. Decidió hablar al respecto con su mejor amigo, a quien consideraba muy inteligente y aún así su promedio académico no lo demostraba.»Él me dijo que sí, que se sentía desmotivado y que por eso él no se aplicaba en los estudios. Ahí comenzamos a pensar qué cosas podíamos cambiar», narró Diego a la Agencia de Periodistas Amigos de la Niñez y Adolescencia (Agencia PANA).

Al principio, el adolescente a quien le gustan las ciencias y la historia, no consiguió quién se montara en su barco. Y por consiguiente, su proyecto quedó varado. Pero, el año pasado, la apertura de un espacio para el intercambio de ideas en su colegio fue el empujón que necesitaba para continuar su marcha.

Un año entero tomó madurar su idea y lograr que fuese tomada en cuenta. Recuerda que desde la subdirección se abrieron grupos de interés de coaching, creación de proyectos y creación de emprendimientos. En esta instancia presentó su propuesta definitiva. Fue cuando se sintió estimulado y, más importante aún, escuchado por una figura de autoridad.

El adolescente sintió que el subdirector confiaba en él y decidió terminar de armar su proyecto, más aún cuando les avisaron que Cecodap abriría un espacio de reflexión sobre las clases a distancia. Era el momento ideal. «En privado le comenté al profesor sobre mi proyecto. Le dije que notaba que las personas no estaban aprendiendo, que no entendían las clases y ahora más con el método virtual. Me animé a hablar con él porque se veía que hacía bien su trabajo. No solo se remitía a dar clases y ya. Podíamos tener conversaciones fluidas con él, tanto en el área de formación como personal. Él quería que creciéramos como personas», indicó Diego.

Un pensúm de pasiones

La propuesta educativa de Diego se centra en las pasiones. Para él, las pasiones son con lo que las personas se sienten más a gusto: dibujar, construir, cantar, danzar. No los concibe como hobbies, sino como áreas de interés personal que harán que cada estudiante se sienta estimulado a aprender.

«Mi proyecto es dividir la educación básica como la de las universidades. Crear departamentos con distintas áreas del saber. De tal manera que una persona pueda enfocarse en un área del saber que le interesa. El pensúm que tenemos ahora nos hace perder el tiempo en cosas que no vamos a usar. Por ejemplo, yo dudo que vaya a usar conocimientos de biología o la química. Uno pierde tiempo memorizando todo eso para un examen, pero eso no es aprender», asegura Diego.

Relata que entre sus materias favoritas no se encontraba la historia, sin embargo encontró que una docente usaba un método dinámico para enseñar y a partir de ese año se enamoró de la materia: «Indirectamente te motiva a buscar y a aprender un poco más con tus propios recursos. A mí me parecía que uno no tenía que mirar el pasado, que solo había que caminar al futuro. Pero con ella me di cuenta de que uno tiene que conocer su historia para no cometer los errores del pasado. Ella me enseñó que lo que ha pasado sirve para construir un mejor futuro. Para mí eso fue una epifanía».

En la presentación de su proyecto se puede leer que la intención que persigue es que este nuevo modelo educativo considere las individualidades de cada alumno. Apunta que las clases son relaciones simbióticas (lo que afecte al estudiante afectará al profesor), por lo que tener un ambiente con alumnos interesados en la clase es vital para avivar la dinámica.

«Será un método de enseñanza generalizado y personalizado al mismo tiempo, impulsando a los estudiantes a elegir la rama del saber que más les llame la atención (similar a los métodos universitarios) pero la macro-estructura mantendrá las generalizaciones al impartir clases a grupos numerosos de personas. La idea es que el conocimiento se adapte a la persona y no al revés», dice Diego.

«Es necesario mantener un sistema integral, por lo que se deberán adaptar los temas de otras áreas del saber con la que se está estudiando. Por ejemplo, si un alumno se especializa en la rama del deporte, el plan de estudios deberá incluir aspectos artísticos como el diseño de canchas, aspectos científicos (física del movimiento, biología, etc..) y aspectos sociales, como historia del deporte», mencionó el adolescente.

Escalar la idea

Para Cecodap, Diego representa un adolescente que se une a su generación para pedir a gritos cambios en la educación. Una educación donde lo aprendido resuene con la vida en sus diferentes dimensiones donde el aburrimiento sea sustituido por la curiosidad y en la que la pasión sea el centro que permita que las personas se sientan a gusto.

«Las horas dedicadas por Diego en sus clases de orientación a repensar la educación con lo que el denominó ‘la cuna de su epifanía’ para que su hermana disfrute de una escuela más acorde a las necesidades de las generaciones del siglo XXI nos sirve de motivación a quienes apostamos por una educación que forme y que transforme», afirma Óscar Misle, cofundador de Cecodap y educador.

Para Diego fue importante tener la oportunidad de dar a conocer con otros estudiantes su idea. Allí validó que el descontento con la educación actual no solo se sentía en su unidad educativa, sino también en otras. Entendió que el problema no eran los docentes, sino los lineamientos del pénsum académico del país.

Al terminar este año escolar, la propuesta de Diego quedó en stand by. Se topó con una realidad ineludible: su graduación y, por tanto ,su salida del sistema de educación básica. Reconoce que espera poder encontrar otros espacios en dónde poder mostrar su propuesta y escalarla hasta el Ministerio de Educación. Su esperanza está puesta en el ser escuchado y tomado en cuenta en próximas reformas educativas. «Mi hermana podría tener una mejor educación que la que yo tuve», afirma.

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