
No es fácil estar dentro de los mejores promedios. Desde que tengo recuerdo, he estado entre los primeros lugares de mi salón, en cuanto a las calificaciones se habla. Sí, logré cumplir con lo exigido, al punto de tratar de sobresalir, para no decepcionar a los que me rodean. Ser independiente. Salir siempre bien. Ser favorito de los profesores. Todo suena genial. Pero, cuando la ansiedad entra al salón de clases, es muy difícil que estreche la mano con la responsabilidad.
Cuando vives un evento fuerte, familiar, social, económico, de duelo o cualquier otro incidente que te causa sufrimiento; mantener el rol del “buen alumno” es todo un reto; especialmente en este período escolar 2022-2023. Durante este año escolar, siento que se evidencia más la sobrecarga de actividades.
El primer trimestre de este año escolar fue muy duro para mí, entre septiembre y noviembre de 2022. Recibí muchas malas noticias y mis niveles de ansiedad subieron fuertemente. Esto me llevó a sobrepensar en clases. Es desesperante. Ni siquiera era que no entendía, sino que no podía concentrarme en lo que se hacía. Cuando mandaban una exposición —por ejemplo— posponía la hora de estudio porque lo único que sabía hacer era dar vueltas por toda la casa pensando: «¿por qué pasó esto?, ¿qué hice mal?, ¿qué pasará ahora conmigo?» Todo esto trajo una terrible consecuencia: el tiempo pasaba y no podía estudiar. Al final, lograba aprenderme la exposición o cumplir con la tarea, pero a un angustiante costo.
A esta situación personal se le sumó el hecho de que en mi colegio no hay un mínimo de preocupación por la salud mental. No le podía exponer mi situación a algún adulto porque no lo lograba entenderme o, simplemente, no podía hacer nada. Tampoco hay interés en que los adolescentes aprendan. Solo se busca que aprendamos un tema, exponerlo y olvidarlo hasta que comience el siguiente contenido del plan de evaluación.
Lamentablemente tenía que ir a clases sin ningún tipo de motivación. Con el peor de los ánimos y rechazo a la tarea, a los estudios; solo contando con que siempre entrego mis actividades de la mejor manera y con tiempo. Hacer las cosas estresado, rápidamente, «por salir de esto» y poder seguir pensando en mi situación personal, me generaba un nivel de frustración muy grande. Nuevamente pensaba: «¿por qué soy así?, ¡todo lo hago mal! , ¡no sirvo para esto!».
Desde la ansiedad, me generé presiones, me exigía demasiado y no me ayudaba la sobrecarga de trabajos por parte del centro educativo. Lo que más me asustó fue que la suma del estrés, el trasnocho y la ansiedad comenzó a crear momentos desagradables e incómodos. Una vez, hablando sobre un tema serio con una amiga, se me iban las ideas. Sabía exactamente lo que quería expresar pero se me olvidaba la estructura de las palabras o incluso tenía lagunas sobre cómo se llamaba algún término o persona.
Le debo mucho al Servicio de Atención Psicológica de Cecodap, pues me ha ayudado muchísimo a salir de este agujero. Aún tengo muchas cosas por trabajar, pero siento que este nuevo año estoy menos sobresaturado. Quiero seguir adelante con mis sueños y mi proceso terapéutico. Espero que la situación educativa mejore, que seamos tomados en cuenta, porque cumplir con las obligaciones es un deber, pero no debe ser uno que afecte mi salud mental.
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Juan Sánchez
Participo en #AdolescentesTomanLaPalabra desde 2020. Me gusta el teatro y escribir
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