5 preguntas sobre la niñez y la adolescencia en zonas mineras al sur de Venezuela

Los mineros de La Paragua, una zona lejana y boscosa del estado Bolívar, cavaron durante 6 meses una mina que llamaron Bulla Loca. Según los medios locales y las agencias de noticias, el hoyo tenía 35 metros de profundidad. Era un despeñadero que equivaldría a la fosa de 13 piscinas olímpicas juntas. El martes 20 de febrero, la tierra convertida en barro cedió. Murieron 16 personas y 36 resultaron heridas, según el último balance del viceministro para la Gestión de Riesgo y Protección Civil, Carlos Pérez Ampueda, cinco días después del derrumbe. 

No hay detalles de las edades de las víctimas, tampoco datos oficiales desagregados por género. Sin embargo, los niños, niñas y adolescentes representan el 11% de las personas evacuadas de la comunidad que se estableció en los alrededores de la mina. 864 pobladores desalojaron la zona: 61 eran niños —22 población indígena— y 34 eran adolescentes  —10 de ellos población indígena—. Los datos fueron compartidos en Twitter por el General en Jefe Domingo Hernández Larez, comandante estratégico operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.

Información compartida por @dhernandezlarez.

Los derrumbes y otros accidentes, como la inhalación de gases tóxicos, son un riesgo frecuente. Entre 2017 y 2023 se reportaron al menos 116 fallecidos en actividades de extracción de oro en el sur de Venezuela. La mitad son casos de 2023. Las cifras corresponden al informe especial de accidentes mineros publicado en febrero de este año por el Observatorio Socioambiental del Sur de Venezuela, parte de la organización SOS Orinoco. El reporte recopila denuncias y notas de medios de comunicación y periodistas.

Según la cronología realizada por el observatorio, en dos accidentes murieron dos adolescentes: en mayo de 2023 falleció uno de 14 años en la mina Vincle, en el municipio El Callao. En la mina La Libertad, en el municipio Sifontes, murió otro de 16 años, en agosto de 2023. En ambos casos se presume que inhalaron gases tóxicos. 

Pregunta 1: ¿Cuál es el panorama general de la niñez y la adolescencia en la mina?

Un niño de 11 años dice que busca las pepitas de oro adheridas al mercurio para darle a su madre dinero y comprar comida, gastar un poco en sí mismo y también en sus hermanos. Cree que como minero podrá asegurarle a su familia otro futuro: “un lugar más lindo y más seguro”. Está en una mina a cielo abierto en El Callao, al sur de Venezuela, y conoce los riesgos. “Me da miedo cuando se caen los barrancos y viene la quebrada cuando está lloviendo y me da miedo también cuando hay peleas”. Su voz se escucha en un reportaje de la agencia de noticias Agence France-Presse, replicado por otros medios en todo el mundo. 

La presencia de niños, niñas y adolescentes en las minas y en sus alrededores se ha visibilizado desde hace cinco años. En diciembre de 2018, Cecodap publicó el informe Peligros y vulneraciones de DDHH de niños, niñas y adolescentes en la frontera y actividades mineras, que recoge observaciones al sur del estado Bolívar y declaraciones de docentes, periodistas y autoridades religiosas que relatan las consecuencias de la extracción aurífera ilegal en el Arco Minero del Orinoco. 

En este informe se pueden identificar tres expresiones de la vulnerabilidad de la niñez y la adolescencia:

  1. El trabajo en la mina desplaza a los niños, niñas y adolescentes fuera de las escuelas.
  2. Los que van a la mina se enfrentan a enfermedades, explotación sexual y trabajo forzado.
  3. Los que no trabajan en la mina, pero tienen padres que se fueron a buscar ingresos en la extracción del oro, también sufren las consecuencias de la minería. Se quedan bajo el cuidado de terceros o están solos en sus casas y deben asumir la responsabilidad del hogar y las tareas de cuidados. También están expuestos a diferentes formas de violencia y corren el riesgo de permanecer fuera de la escuela o abandonar los estudios. 

Durante la investigación, el padre Carlos Ruiz, de Puerto Ordaz, relató a Cecodap algunos casos de niños afectados directa o indirectamente por la minería: un niño recién graduado de preescolar que murió en una mina ahogado en una laguna, pese a los esfuerzos de su abuelo por salvar su vida; otro que se rebuscaba en un vertedero cuyo padre es minero y lo abandonó a su suerte junto a sus seis hermanos, y un niño que se quemó al intentar cocinar para sus hermanos menores porque su mamá se fue a las minas. 

Para el mismo informe se entrevistó al padre Giannino Prandelli, quien vive sur adentro. En la plaza frente a su iglesia dormían aproximadamente 60 niños que trabajaban en las minas. En lo profundo del estado Bolívar, hacían las tareas que requerían a personas de cuerpos livianos y pequeños: lavar la tierra y manipular los molinos que trituran la piedra para extraer el oro.

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La población indígena también participa en las actividades de extracción, pero no todos están de acuerdo con lo que ha significado para sus pueblos. Para el momento de la publicación del informe de Cecodap hace seis años, la asociación civil Kapé Kapé ya advertía que “en el espacio que involucra al Arco Minero habitan al menos 198 comunidades indígenas, que no fueron consultadas sobre el desarrollo del Arco Minero”. Su modo de vida quedó expuesto a los cambios que impuso la minería en su cultura, el ambiente en el que viven y las formas de vincularse con el mundo. 

Pregunta 2: ¿Cuál es el perfil del niño, niña y adolescente de las zonas mineras?

La situación de la niñez y la adolescencia en el Arco Minero del Orinoco fue documentada por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH, por sus siglas en inglés) en un informe publicado en septiembre de 2020. En aquel momento, un equipo técnico del organismo llevaba un año instalado en Caracas. El gobierno recibió a mediados de 2019 a Michelle Bachelet, quien ocupaba el cargo de Alta Comisionada, y desde entonces hasta febrero de 2024 el equipo de la oficina técnica operó en el país.

En el reporte de septiembre de 2020 se “exponen los resultados de la investigación sobre las denuncias de posibles violaciones de los derechos humanos a la vida, la libertad y la integridad física y moral en la República Bolivariana de Venezuela en el período comprendido entre el 1 de junio de 2019 y el 31 de mayo de 2020”, y recopila información de entrevistas con víctimas, testigos y otras fuentes. 

Según el documento presentado ante el Consejo de Derechos Humanos, “el ACNUDH recibió informes de que en las zonas mineras había niños de apenas 7 años, a menudo no acompañados, lo que los hacía vulnerables a la explotación. Las fuentes también informaron que en las minas trabajaban niños de tan solo 9 o 10 años”. 

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El primer acercamiento a las minas ocurre cuando trabajan como vendedores de café, helados caseros, comida y cigarrillos. Viajan desde Ciudad Guayana hasta las zonas de extracción, se convierten en mensajeros de los líderes de las minas y tienen acceso a armas y drogas, explica el testimonio de un periodista entrevistado por Cecodap en la misión de observación de 2018. 

Mientras un grupo se aproxima a la mina como fuente de trabajo e ingresos, otro queda en la calle, sin escolaridad y sin el cuidado de padres o madres. “La mendicidad de niños y adolescentes es factor de alarma en el estado Bolívar. Niños pidiendo comida y ropa de casa en casa, otros en las afueras de panaderías y farmacias, limpiando parabrisas en los semáforos son una constante a lo largo y ancho de la entidad”, advierte el Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello (CDH-UCAB) en un estudio realizado entre el último semestre de 2022 y el tercer trimestre de 2023.

Pregunta 3: ¿A qué se dedican los niños, niñas y adolescentes en las minas?

El (CDH-UCAB) registra “más de 1.300 niños que residen en los campamentos mineros, dedicados a actividades mineras o conexas”. El estudio Situación de niños, niñas y adolescentes en el estado Bolívar: sobre la vulneración de derechos y formas de esclavitud moderna (septiembre de 2023) detalla roles diversos:

  1. Extraen el oro en minas subterráneas.
  2. Suben y bajan “personas y/o material para la extracción”, tarea que denominan machineo
  3. Cargan sacos de material extraído “cuyo peso oscila entre los 45 y los 60 kilogramos”.
  4. Llenan y vacían los tobos de material que irá a la molienda. 
  5. Quienes están en los alrededores de la mina, hacen alfombra: barren los lugares de descanso donde reposan los mineros “para luego tamizar el polvo y obtener diminutas porciones de oro”.
 

Pregunta 4: ¿Cuáles son los riesgos diferenciados para las niñas y las adolescentes?

El informe de ACNUDH detalla la situación particular de las niñas y las adolescentes. Las mujeres se dedican a la minería ilegal, trabajan como vendedoras y también como cocineras. Sin embargo, “varios testimonios destacaron que desde 2016 se había observado un fuerte aumento de la prostitución, la explotación sexual y la trata en las zonas mineras, también de niñas adolescentes”. Los servicios sexuales se ofrecen en construcciones precarias, similares a un bar, hechas con tablones de madera. Se llaman “currutelas”.

La Misión Internacional Independiente de determinación de los hechos sobre la República Bolivariana de Venezuela ‒un equipo de observación e investigación que no se relaciona con ACNUDH‒ advirtió en un informe en 2022 que esta realidad no había cambiado. También aportó nuevos detalles: 

  1. Sobre indicios de esclavitud sexual. “De acuerdo con la información recibida por la Misión, las mujeres y las niñas son a veces coaccionadas a mantener relaciones sexuales, mediante abuso de poder, amenazas de violencia y, también, ofertas de empleo falsas, así como restricciones a su libertad de movimiento, lo que constituyen indicios de trata de personas y de esclavitud sexual”.
  2. Sobre la edad de las niñas y adolescentes que ejercen la prostitución forzada.  “Varios testigos hablaron a la Misión sobre casos de niñas, en su mayoría niñas de entre 11 y 17 años, ejerciendo la prostitución en numerosas zonas mineras del estado de Bolívar entre 2016 y 2022, lo que constituiría explotación sexual y/o prostitución forzada”.

El CDH-UCAB registró casos en Anzoátegui de adolescentes entre 15 y 19 años que se mantenían en cautiverio bajo amenaza de muerte si intentaban escapar y “eran obligadas a tener relaciones sexuales con personas contactadas por sus victimarios”. 

Pregunta 5: ¿Qué otros roles asociados a la minería ponen en riesgo a los niños, niñas y adolescentes?

La minería ilegal existe en el estado Bolívar desde comienzos del siglo, pero la violencia y la presencia de grupos delictivos en las actividades mineras incrementó en 2011 “cuando se extinguieron las concesiones a empresas mineras extranjeras”, dice ACNUDH. Los grupos que dominan las minas se hacen llamar sindicatos y, explica el organismo de las Naciones Unidas, reproducen la estructura de los pranatos de las cárceles venezolanas: “un jefe o ‘pran’ impone por la fuerza el orden interno y controla las actividades ilícitas dentro y fuera del centro”. 

En el sistema de control de la mina se aplican “castigos” que incluyen la muerte por robo, traición, o problemas varios entre los miembros del “sindicato”, según los casos documentados por ACNUDH. Entre las víctimas se cuentan adolescentes. En el reporte presentado hace cuatro años, el organismo “tuvo conocimiento del caso de dos varones adolescentes que fueron ejecutados después de que se los acusara de ser infiltrados de otro ‘sindicato’”.

El Centro de Derechos Humanos de la UCAB reportó que los habitantes entrevistados en los municipios Piar, El Callao, Roscio, Sifontes, Cedeño y Sucre del estado Bolívar estaban preocupados por el aumento de adolescentes entre 15 y 17 años que se incorporaban a los grupos armados. Lo hacían de forma voluntaria. El centro de investigaciones constató la presencia de aproximadamente “450 jóvenes en este grupo etario que se dedican a la ‘vigilancia y supervisión’ de la cotidianidad del pueblo”. Ser garitero es sinónimo de estatus y de poder y, en algunos casos, padres y madres consienten este estilo de vida. Dicen que sus hijos no tienen posibilidades de continuar estudios superiores y “trabajar en el sistema” es una garantía de respeto e ingresos.

Indira Rojas

Indira Rojas

Periodista interesada en temas e historias sobre políticas públicas, género, igualdad y desarrollo, y derechos de la niñez y la adolescencia.

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