La nueva adaptación de Avatar: la leyenda de Aang llegó a Netflix y, desde su estreno, tuvo una recepción positiva por parte del público, especialmente por los fanáticos que aprecian la compleja tarea de adaptar la serie animada a la versión live action. La historia de ficción de Aang, cuyo destino es traer equilibrio al mundo después de 100 años de guerra, masacres, y conquistas, puede verse como una interpretación de las consecuencias de la guerra en la niñez y la adolescencia.
El crecimiento y la responsabilidad son los pilares fundamentales de la serie. Aang vuelve a un mundo arrasado por la violencia y la crueldad de la Nación del Fuego, luego de estar 100 años congelado en un iceberg. Es salvado por Katara y Sokka, dos hermanos de la Tribu Agua del Sur, quienes buscaban algo para alimentarse mientras contemplaban los glaciares.
Al llegar a la tribu, Aang es informado sobre los hechos históricos ocurridos mientras estuvo ausente: desde el inicio de la guerra hasta el genocidio de su pueblo (los Maestros Aire) a manos de los soldados invasores
En la adaptación de la primera temporada de la serie animada, resumida en 8 episodios, agregaron un grado de madurez a las situaciones vividas por el equipo Avatar en su aventura por el mundo, mientras Aang aprende a dominar los tres elementos faltantes: agua, tierra y fuego. A su vez, son perseguidos por Zuko, el príncipe heredero de la Nación del Fuego, desterrado de su país por su propio padre.
La nueva adaptación surge como un relato que, más allá de su atractivo visual y narrativo, presenta un profundo análisis de la lucha por la justicia, y podría decirse que incluso por los derechos humanos, y explora las consecuencias de los crímenes de guerra.
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En su trama, encontramos un mundo sumido en conflictos, donde las naciones luchan por el poder, mientras el bienestar de los ciudadanos está en peligro sistemáticamente: la Nación del Fuego es un gobierno invasor que agrede a ciudadanos de otros pueblos, destruye espacios y culturas, e impide que quienes estén en su contra o se expresen libremente.
En medio del conflicto, vemos a la niñez y adolescencia obligada a crecer antes de tiempo y enfrentarse a las realidades de la violencia y la persecución.
De niño a guerrero
El personaje principal, Aang, encarna la esperanza en medio del caos. Al mismo tiempo, debe procesar la aniquilación de su pueblo, los Nómadas del Aire. Se queda solo, sin sus cuidadores principales y guías, lo que refleja los horrores de genocidios pasados y simboliza el trauma y la necesidad de justicia que perduran en las comunidades afectadas por conflictos armados.
A lo largo de su viaje, Aang se enfrenta a la brutalidad de la guerra, desde la destrucción de la Tribu del Agua del Norte hasta la lucha por preservar el espíritu de la Luna, enfrentándose a la imposibilidad de controlar su estado de Avatar, en un paralelismo con la impotencia de las víctimas ante la violencia. El capítulo final es, en efecto, una representación de la ira: ¿qué pasa cuando, en medio de la guerra, los niños, niñas y adolescentes se ven impotentes ante las constantes pérdidas?
El Avatar, enfrenta la difícil tarea de equilibrar su papel como defensor de la paz y la justicia con sus propias emociones y deseos personales. Su viaje hacia la aceptación de su destino y su compromiso con el bienestar de todos los seres vivos reflejan la importancia de asumir la responsabilidad por nuestras acciones y trabajar en pro de un mundo más justo y equilibrado.
La lucha de Zuko
Zuko, príncipe heredero de la Nación del Fuego, personifica la complejidad de quienes llevan adelante las acciones de guerra más atroces. Desterrado por su propio padre y marcado por una cicatriz, Zuko se debate entre el deber filial y la búsqueda de redención. Su evolución refleja el impacto de la guerra en la psique de quienes la perpetúan, confrontando la manipulación, la traición y el dolor emocional que la guerra inflige incluso a aquellos en posiciones de poder.
Para Zuko, el avatar significa el fin de su exilio, la restitución de su honor y el perdón de su padre, Ozai.
La cicatriz en su cara fue consecuencia de la compasión que mostró el joven príncipe en el salón de guerra. Su padre lo castiga con una quemadura en el rostro, una verguenza para un noble que domina el fuego. El mensaje de Ozai es claro y perturbador: la compasión es sinónimo de debilidad.
Zuko, junto con otros personajes como Sokka, Zuki y la Princesa Yue, experimentan la devastación de la guerra en diferentes formas, desde el desplazamiento forzado hasta la pérdida de seres queridos.
Por otro lado, Azula, la hermana menor de Zuko, encarna la oscuridad y la corrupción que pueden surgir cuando se permite que el odio y la manipulación controlen el corazón humano.
Su personaje refleja el peligro de la deshumanización y la pérdida de empatía en los contextos de conflicto, destacando la importancia de proteger la integridad moral incluso en las circunstancias más adversas.
Los dos hermanos
Katara, la última maestra agua de su tribu, personifica la lucha por la justicia y la resistencia ante la opresión. Huérfana de madre y con su padre en la guerra, Katara enfrenta la violencia y la pérdida con determinación, buscando dominar sus habilidades para enfrentarse a la Nación del Fuego. Su viaje simboliza la lucha de las mujeres por la igualdad y el respeto en tiempos de conflicto, enfrentando adversidades y encontrando fuerza en la unidad y la solidaridad.
La historia de Katara en Avatar nos inspira a enfrentar adversidades con valentía y solidaridad. Desde la adolescente huérfana hasta la adolescente maestra de agua, ella muestra una transformación poderosa a pesar del dolor de su trauma de la infancia. Su viaje simboliza la resiliencia de las niñas en medio de la guerra.
Se vio obligada a crecer antes de tiempo y enfrentar realidades dolorosas, así como asumir roles de cuidadora y protectora de su hermano, e incluso de sus amigos. Poder controlar y aceptar sus emociones es parte de los desafíos que enfrentan la niñez y adolescencia tras vivir situaciones de violencia extrema.
Su viaje hacia la maestría del agua es también un viaje hacia la sanación emocional. Su capacidad para superar el dolor y seguir adelante es un testimonio de la resiliencia humana.
El personaje de Sokka, un adolescente marcado por el dolor de perder a su madre a manos de la Nación del Fuego, encapsula el sufrimiento y la lucha de aquellos cuyos seres queridos han sido víctimas de atrocidades en tiempos de conflicto. Su deseo de venganza se transforma gradualmente en un deseo de justicia y comprensión, simbolizando la necesidad de superar el ciclo de violencia.
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Sokka encuentra apoyo y orientación en Suki, la valiente líder de las guerreras Kyoshi. Su determinación para proteger a su pueblo y su deseo de cambiar el mundo son un recordatorio poderoso del papel crucial que desempeñan las mujeres en la defensa de los derechos humanos durante los conflictos armados.
Otra figura femenina vital para la historia es la Princesa Yue, cuya vida está entrelazada con el destino del mundo. Resalta el sacrificio y la responsabilidad inherentes a la búsqueda de la paz y la justicia.
Los niños en la guerra
El mundo de Avatar no está divorciado de la actualidad. Dos guerras en progreso, el asedio en Gaza y la guerra de Ucrania han sacado a la luz la desprotección y vulnerabilidad que enfrentan los niños, niñas y adolescentes atrapados entre bombardeos y migración forzada.
En Avatar vemos cómo los niños, niñas y adolescentes, protagonistas en la serie se ven obligados a participar en una guerra. Ven en carne propia el desplazamiento forzado de familias, la muerte de amigos y la brutalidad de una fuerza que desea tomar control de todo el mundo.
Las historias de guerra y niñez no son, sin embargo, únicas de la actualidad. En la época de la antigua Grecia, en Esparta, los niños eran reclutados como parte de los ejércitos desde los 7 años de edad. Durante la Segunda Guerra Mundial, en la Alemania Nazi, los adolescentes fueron reclutados para combatir en la guerra, así como en el Imperio Japonés. Incluso, durante la Batalla de Berlín, en 1945, los niños y niñas de las Juventudes Hitlerianas fueron puestos en armas para combatir contra las fuerzas aliadas.
En Gaza, la niñez está completamente amenazada. Hay bombardeos diarios y cortes en el suministro de alimentos, medicinas e insumos. La ONU lo describió así: Gaza es el lugar más peligroso del mundo para los niños.
El portavoz de Unicef, James Elder, declaró a un periodista en Ginebra, Suiza: «Me enfurece que quienes tienen el poder se encojen de hombros mientras esta pesadilla humanitaria se desata sobre un millón de niños”.
En la guerra, la población civil está completamente vulnerable a las injerencias de las fuerzas militares, independientemente de cualquier país. En Avatar, Aang se muestra impotente sin poder lograr su cometido: llevar un mensaje de paz. Pero aún es un niño, como los millones que están actualmente atrapados en medio de confrontaciones bélicas.
En las guerras, en especial, aquellas que comienzan a tener larga duración, se ven maximizados los fenómenos de la violencia. El reclutamiento de niños, niñas y adolescentes en las fuerzas armadas parece ser un punto de inflexión en cualquier campaña bélica.
En Ucrania, el asedio del ejército ruso al país generó un espíritu de lucha contra las fuerzas invasoras que obligó a niños, niñas y adolescentes a entrenarse para defender sus tierras.
En un reportaje publicado por National Geographic se detalló que: “entrenan activamente a niños no solo para sobrevivir y manejar armas, sino que también les enseñan a odiar ‘al otro’, a defenderse contra tu vecino y matarlo si es necesario para tu país”.
En Avatar tenemos ejemplos de situaciones que orillan a los niños y niñas a formar sus propias fuerzas de defensa o guerrilla. Jet, un adolescente del Reino Tierra, crea un grupo de guerrilleros junto a otros huérfanos, cuyas familias fueron víctimas de la Nación del Fuego. Esta dispuesto a hacer todo lo necesario, incluso asesinar a personas inocentes, para luchar contra la invasión militar. Su deseo de justicia queda sujeto a la anarquía como método de confrontación.
Sokka puede ser un gran ejemplo de cómo la invasión del hogar genera en la niñez la necesidad de ser más fuertes e independientes, para ganarle a la impotencia de no poder defenderse. Quiere ser un guerrero capaz, sin importar que esto pueda costarle su infancia.
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La necesidad de sobrevivir a eventos traumáticos ocurre tras vivir situaciones que amenazan la integridad física, como pueden ser los conflictos armados. Abel Saraiba, coordinador adjunto de Cecodap y del Servicio de Atención Psicológica Vivir sin Violencia, explica que experimentar la violencia de la guerra puede producir traumas complejos que afectan la salud mental de los niños.
“Los conflictos armados generan entornos en los que ocurren situaciones de violencia para las que ninguna persona está completamente preparada. Ni siquiera los propios combatientes. Es por ello que las personas que han estado expuestas a estos episodios violentos suelen experimentar cambios en su forma de relacionarse consigo mismos, con otras personas y con su entorno. Los niños, niñas y adolescentes lejos de estar exentos de esta realidad son por el contrario mucho más vulnerables”, señaló en un artículo publicado por Cecodap en 2021.
Personajes como Zuko y Katara nos muestran la complejidad moral de la búsqueda de la justicia en un mundo marcado por el conflicto y la violencia. Zuko, atormentado por la culpa y la ambición de su nación, debe enfrentar su pasado y encontrarse a sí mismo. El compromiso con la paz y la compasión guía a Katara, demostrando que la verdadera fuerza radica en la capacidad de perdonar y sanar las heridas del pasado.
Aang es la representación más clara de que en la niñez está el futuro del mundo. Es un niño pacifista en tiempos violentos, de guerras, conflictos, y luchas armadas.
PD: Hay una buena noticia para los fanáticos: Netflix anunció que se realizarán dos temporadas más para completar la trilogía de las primeras temporadas de la serie animada.
Erick González
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