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En seis décadas el J.M. de los Ríos se convirtió en un hospital menguado por la desidia (CRONOLOGÍA)

Elsa Murillo entró por primera vez al Hospital José Manuel de los Ríos en 2007, cuando su único hijo, Miguel, tenía 3 años. El niño tenía una condición patológica derivada de la anemia crónica: talasemia mayor, la más grave de las enfermedades anémicas. Hace 14 años, Elsa y otras madres venezolanas contaban con 34 servicios y departamentos en el centro médico, laboratorios y facilidades de traslados. Ella estaba convencida de que su hijo saldría airoso del lugar. Pero, en 2014, cuando la emergencia humanitaria compleja se asomaba en el país, dichas esperanzas se vieron manchadas por la desidia del Estado.

En febrero de 1937 fue inaugurado el principal hospital pediátrico del país, que pasó a llamarse coloquialmente Hospital de Niños. En los últimos 15 años, el declive del J.M. de los Ríos se hizo evidente. Los servicios de Cardiología, Terapia Intensiva, Neurología y laboratorios, así como otras 11 áreas de atención pediátrica permanecen cerrados por la falta de inversión.

La Agencia de Periodistas Amigos de la Niñez y Adolescencia (PANA), medio que promueve Cecodap, una organización defensora de los derechos de los niños en Venezuela, entrevistó a médicos, enfermeros y padres de los niños, niñas y adolescente en el hospital, para relatar cómo el centro médico pasó de ser el más importante de la región, a la cara de la emergencia humanitaria compleja.

La apatía del Estado no solo violenta el derecho a la salud de los niños, niñas y adolescentes en el hospital, sino también a su vida. Este 21 de febrero, se cumplen tres años del otorgamiento de las medidas cautelares emanadas por la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) en 2018. Para 2019, la medida se extendió a 13 servicios del hospital de los niños. Aún así el hospital cada día aparece más deteriorado y con él la salud de los niños.

El reconocimiento del también llamado Hospital del Niño traspasaba fronteras. No solo en el país era el centro médico pediátrico más importante. La fama de los médicos y enfermeros del hospital, especializados en el cuidado de niños, niñas y adolescentes, llegaba a todos los rincones de Latinoamérica.

La pediatra Sonia Sifontes, jefa de Medicina III en el hospital J.M. de los Ríos, recordó, con un tono de nostalgia, los años de abundancia en el centro especializado. Enfatizó que una de las perdidas más graves en el hospital fue la autogestión para atender pacientes y a sus familiares.

“Llegué al hospital en 1985 como estudiante de medicina. Pasé aquí mis estudios. Ésta era mi casa. Volví en 2001, cuando el hospital estaba en una gran condición. Todos los servicios funcionaban. Llegaban pacientes de toda Latinoamérica, Ecuador, Colombia, Las Islas del Caribe; incluso de España. Era el mejor hospital pediátrico de la región. Lo que pasa hoy en día es sumamente doloroso”, sostuvo.

En la crónica de decadencia de Sifontes, el punto de partida fue el año 2008. En contraste con la bonanza en el país (subida del precio del crudo de petróleo) en el J.M. de los Ríos empezó a fallar la inversión. Una década más tarde, en 2018, sería fatal para los niños, niñas y adolescentes atendidos en el hospital.

Niños, los más afectados

“Desde que vine con mi hijo al J.M. de los Ríos, poco a poco fue decayendo. Empezaron a fallar los suministros de sangre, los laboratorios y los servicios. La condición de mi hijo no mejoraba, así como las instalaciones del hospital. Al principio, Miguel tenía todo. Si había que llevarlo a Cardiología lo llevaba. La alimentación era excelente: tenía su almuerzo, merienda, cena (si nos agarraba la noche). Ahora no tienen suministros de alimentación. Eso fue en 2007, pero al año siguiente todo comenzó a fallar”, relató Elsa.

Miguel, a sus 17 años, recién cumplidos, ha recibido más de 200 transfusiones de sangre. En 2018, debido a las fallas en el suministro del Banco Municipal de Sangre, aunado a la escasez de medicamentos, específicamente del Exjade de 500 mg, la condición del adolescente comenzó a comprometerse. Para 2019, la falta de suministros de sangre congénita, ocasionó que el joven se contagiara con Hepatitis C, junto a otros 20 pacientes del área de hematología

“A los niños con anemia crónica hay que hacerles un estudio especial. Ese estudio no se hace en el hospital desde 2018 y cuesta más de 100 dólares, por eso no se lo podemos hacer. ¿Quién nos ayuda?, ¿quién nos apoya? No tenemos ayuda del Gobierno y en el hospital no están los equipos ni reactivos para hacer los exámenes”, señaló.

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Desde 2017, el Estado venezolano mantiene suspendidos los servicios de trasplantes en el país. En el Hospital del Niño, más de 100 personas necesitan de éstas cirugías.

Ante la falta de trasplante en el Hospital del Niño, la enfermera Nubia Menco solo dijo: “Los trasplantes se perdieron en el tiempo”. La sentencia que lanzó se debe a la desinversión no solo en el hospital, sino también a sector salud, cuya gravedad, es una prueba más de la emergencia humanitaria compleja.

Menco tiene 21 años en el Hospital del Niño como enfermera. No titubea en decir que desde que comenzó a trabajar también empezaron los problemas, que hoy en día le ha costado la vida a muchos niños y adolescentes.

“Desde hace 20 años, el hospital tiene problemas estructurales. En el año 2002 comenzó el declive, claro, no eran tan evidente como lo es ahora. Pero no fue hasta 2019 y 2020 que de verdad está completamente deteriorada la salud en el Hospital del Niño. Los sueldos son muy bajos, no hay equipos médicos ni quirúrgicos, falla el agua, los ascensores. De verdad, aquí trabajamos con las uñas”, sentenció.

La fuga de personal de salud, que comenzó a finales de 2019, no solo se debe a la falta de insumos médicos y equipos de trabajo. Actualmente, un médico con la experiencia de la doctora Sifontes cobra cada mes unos 13 dólares americanos al cambio;  un licenciado en Enfermería llega a cobrar de 5 a 10 dólares.

La ausencia de equipo capacitado se nota en esta parte del relato de la doctora: “En cada servicio, que aun se mantiene activo, solo hay una enfermera de guardia, junto a un medico residente, no más. En los servicios cuando se quedan sin personal de salud, tienen que hacer periplos para atender a 15 o 20 pacientes por guardias», enfatizó Sifontes.

“Los más afectados son los niños que se quedan sin sus médicos y enfermeras”, comentó una madre, quien no quiso ser identificada. Ella tiene 8 años en el hospital J.M de los Ríos desde que su hijo tenía 4 años de edad, quien presenta una anemia crónica y, en este punto, necesita un trasplante de Médula Ósea.

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