Piénsalo dos veces antes de decir: «pórtate bien, para que Santa te traiga regalos»

Una de las frases populares relacionadas a estas fechas es “si te portas bien, el Niño Jesús te traerá el regalo que quieras”. Esto genera gran ilusión para los más pequeños. Sin embargo, a esto falta una segunda parte que dice “si no te portas bien, el Niño Jesús no te traerá ningún juguete”. Otros pudieran agregar que este personaje los estará observando en cada situación y sabrán lo que hacen o que les traerán carbón si es grosero con los mayores. Por lo que cuando llega diciembre, se hace un balance de lo que hizo el niño o la niña durante el año y los adultos se plantean si merece o no dicho regalo. 

Muchos creerían que estas premisas pueden hacer milagros para modificar la conducta de los más pequeños. Pudiéramos pensar que el esfuerzo que realicen los chamos por estar en la lista de los “niños buenos” ayudará a que no sean tan frecuentes los comportamientos indeseados.

¿Se reducen los comportamientos indeseados? 

Recurrir a estas frases sí, puede generar un cambio en nuestros hijos o hijas, pero quizás no el que pensamos.

Primero, puede que los chamos queden ansiosos e incluso puedan sentir resentimiento más adelante. Además de esto, puede hacer que se tornen más explosivos en las festividades, “ya que igual sé que no recibiré nada”, por los comentarios que se han hecho de su conducta. 

Por otra parte, a pesar de los constantes regaños que han recibido durante el año, ven que de todos modos reciben un regalo. De esta forma también estarás enviando el mensaje de que no cumples lo que dices, lo cual generará desconfianza en la relación. 

Habría que mencionar que puede que tampoco los chamos reciban regalo alguno, no porque se portaron mal, ni porque no cumplieron muchos logros; sino porque la situación económica, en un contexto tan complejo, no lo permitió. Y con esto también habría que ser precavidos con la asociación que hacemos de, “si te portas bien, hay regalo”, porque puede que los chamos hayan hecho su mejor esfuerzo pero al no ver esta recompensa material quedan con la idea de que no hicieron lo suficiente, cuando en realidad no se pudo cumplir por motivos externos que se nos escapan de las manos. 

Complicado, ¿no?

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Una Navidad sin estrés infantil

La idea es evitar plantear los obsequios navideños como un chantaje y esperar que la zozobra sobre si tendrán un regalo o no, sea lo que haga que tu hijo o hija se comporte como esperas. 

Especialmente porque desde este ejemplo de los adultos, los chamos aprenderán esto, porque es algo que han hecho con ellos. Quizás en forma de regalos o comportamientos, “yo tampoco te daré nada si no haces tal cosa”, “seré amable con esta persona porque sé que me dará dulce y con otras personas no”, y así. 

De esta forma aprenden a condicionar el amor y a relacionarse contigo en base a cómo reaccionas y qué pueden obtener de ti. Así que reflexionemos si esperar hasta final de año para premiarles, ¿es sostenible?, ¿cómo hacemos en otras fechas del año? 

Ilusionarlos o amenazarlos con no obtener algo preciado en fechas representativas ayuda a que la habilidad para tomar decisiones y resolver conflictos se vayan reduciendo. Tampoco propicia mucho espacio para la gestión de las emociones de los más pequeños, ya que ellos saben cómo se comportaron, o eso es lo que pudiéramos esperar. 

Consideremos que quienes creen en el Niño Jesús o San Nicolás suelen ser de las edades iniciales (de 3 hasta los 10 años, aproximadamente) y por ello tenemos que ser precavidos en cómo los adultos nos comunicamos con ellos. Ya que su pensamiento es más concreto, por lo que las asociaciones que hacen son aquellas relativas al presente, al aquí y al ahora, y ese balance del año puede que no ocurra por cuenta propia del niño o niña. 

Además, si a final de año se encuentran con que no hay regalos debido a su comportamiento, estaremos mandando el mensaje de que son niños y niñas que son “malos, traviesos” y no estaremos indicándoles la conducta que nos gustaría que mejoraran. 

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Es por esto que, si queremos que un comportamiento se repita o no, debe actuarse en consecuencia en el momento. No esperemos a que el Niño Jesús o Santa respondan ante eso meses después, en un contexto distinto. 

A diferencia de lo que los adultos pudieran esperar, es poco probable que los más pequeños racionalicen y asocien estos factores de forma efectiva, por lo que sólo quedaría la incomodidad y el miedo ante la expectativa de ver que los demás reciban obsequios y ellos no; o a hacer lo esperado únicamente porque obtendrán algo de afuera (especialmente si es material).

Puede que la conducta del niño o niña se modifique por un momento, pero esto no les enseña que el desarrollo de algunos hábitos puede ser beneficioso para ellos a largo plazo. Obediencia no es sinónimo de educación y quedarnos con la premisa de un futuro regalo no les estará enseñando el porqué de las normas del día a día.

Las navidades no son un castigo. Los regalos deben ser obsequios que deseamos dar a una persona como una muestra de afecto, sin condiciones ni exigencias para entregarlo. Si está en sus posibilidades poder proporcionarles regalos a sus hijos para conmemorar estas festividades, háganlo. Pero que las navidades no signifiquen otra prueba más que los chamos tienen que pasar, en una época donde celebramos el poder seguir compartiendo con nuestros seres queridos. 

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