La responsabilidad es la capacidad de asumir de forma individual o grupal las consecuencias de las acciones y decisiones y cómo pueden repercutir las mismas en uno mismo y en los demás. Es parte de su proceso de desarrollo, en el que los niños, niñas y adolescentes (NNA) van aprendiendo y comprendiendo las implicaciones de las consecuencias que acarrea lo que hacen, piensan y deciden y de responder ante sus propios actos.
Es por ello, que la responsabilidad es una actitud altamente valorada en la sociedad, es una tarea a largo plazo que los ayudará a desarrollar habilidades personales, sociales y a establecer vínculos, buenas relaciones interpersonales y laborales a largo plazo.
Pero, ¿cómo pueden los padres ir desarrollando la responsabilidad en sus hijos?
La responsabilidad se va fomentando y desarrollando en la medida en que el niño va comprendiendo que sus actos y decisiones repercuten en sí mismo y en los demás. Por ejemplo, si el niño no entrega la tarea a tiempo, muy probablemente su nota será negativa, lo cual impactará en su rendimiento, viéndose afectado en sus estudios. Si forma parte de un equipo de trabajo y no prepara su parte de la exposición o de su trabajo, el equipo en su totalidad se pudiera ver afectado, además de él mismo.
Una de las tareas principales de los padres es acompañar a los hijos en este proceso desde la primera infancia, ir inculcando en ellos el sentido de compromiso ante las cosas que deben hacer más que imponerlas. En la medida en que el niño se va sintiendo comprometido en sus obligaciones, va ganando motivación en hacer los deberes por sí mismo o pedir ayuda cuando lo requiera.
Para ello, es importante involucrar a los niños en la toma de decisiones a temprana edad, esto puede empezar por pequeñas tareas, como elegir entre dos o tres opciones de la ropa que se pondrán, por ejemplo. Y a medida que van creciendo se puede ir avanzando en la participación de la toma de decisiones en aquellos asuntos que son de su interés. Por ejemplo, qué deporte le gustaría practicar, en qué colegio le gustaría estudiar, qué carrera quisiera estudiar, etc.
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El hecho de que participe en la toma de decisiones no significa necesariamente que siempre se escogerá la opción que el niño, niña o adolescente escoja, aquí se invita a que se haga un ejercicio de revisar los pros y contra antes de tomar la decisión y se tomen en cuenta las consecuencias que se derivarían de cada una de las alternativas. En la medida en que el niño o adolescente participe de las decisiones, en esa medida se compromete en sus obligaciones y a asumir los retos que se les presenten.
Otro aspecto a considerar para fomentar la responsabilidad es que el niño, niña o adolescente se sienta confiado de que sí puede hacer sus obligaciones y sea reconocido su esfuerzo, lo cual tendrá importantes repercusiones en su autoestima, siente que puede asumir cada vez mayores retos, no porque es obligado hacerlo sino porque está motivado a hacerlo.
En ese sentido, es importante ponerles desde pequeños algunas tareas a realizar en casa, siempre habrá algo que puedan hacer. Por ejemplo: recoger los juguetes, arreglar su cuarto, ayudar a poner y/o recoger la mesa, lavarse los dientes, cuidar de su mascota, hacer los deberes, ser puntual en la entrega de sus tareas, etc.
Es de resaltar que a los hijos se les puede ayudar en sus obligaciones, en sus tareas escolares, pero no asumir esa responsabilidad de forma que el niño se desentienda de las mismas. Los pequeños deben aprender a realizar las tareas por sí mismos. En esos casos se recomienda a los padres o cuidadores mantenerse firmes y no perder la paciencia.
Rescatando también, que hay que permitirles a los niños que desarrollen su autonomía progresivamente de acuerdo con su edad y capacidad. Comprendiendo que las cosas no necesariamente saldrán a la perfección como espera mamá o papá en un principio, lo importante es el esfuerzo y el resultado que se deriva de ello.
Para finalizar, sucede que algunos padres quieren resolver los problemas a sus hijos cuando estos toman «malas decisiones», con la intención de protegerlos y pensando en minimizar su malestar emocional con el fin de” evitarle el dolor”, pero estas acciones son más bien contraproducentes ya que no permiten el debido aprendizaje del NNA de la situación y por ende, que asuman las consecuencias de sus responsabilidades en su justa medida.
En estos casos, más bien se invita a los padres acompañar a sus hijos, permitiendo que puedan sentir, experimentar y solventar por sí mismo los sentimientos de frustración y malestar que ello acarree.
La Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres Alumnos publicó una serie de recomendaciones, que desde Cecodap, nos pare útil compartir para que en casa, las familias puedan fomentar la responsabilidad en los niños y adolescentes:
- Ayudar a los NNA en la toma de decisiones desde pequeños.
- Enseñarles a ganar autonomía, a valerse por sí mismos y a que se enfrenten a nuevas situaciones.
- Ponerles algunas tareas a desempeñar, aunque sean pequeños.
- Estar disponible para mostrar apoyo en todo momento, pero sin llegar a hacerse responsable de lo que le corresponde hacer a su hijo o hija. Está bien ayudarle y/o acompañarle.
- Valorar sus esfuerzos y alentar sus fracasos.
- Recordar que los NNA están en un proceso de desarrollo, por lo tanto, las consecuencias que se deriven de sus actos, deben ayudar a consolidar el aprendizaje de la experiencia vivida, por ende, deben ser consecuencias que acompañen y estén de la mano de la calidez y estructura.
- Como madre, padre o cuidador ser un modelo positivo a seguir.
Neudith Morales
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