Justicia, información y primeros auxilios psicológicos para atender el trauma: esto compartimos en el Seminario Ayudemos a Sanar

Lo que genera la violencia deja una herida, que no siempre es física. Esta fue la reflexión hecha durante el Seminario Ayudemos a Sanar, promovida por la organización defensora de los niños, niñas y adolescente Cecodap, para abordar tres miradas sobre los traumas de la niñez y la adolescencia. 

Carlos Trapani, coordinador general de Cecodap, Abel Saraiba, coordinador adjunto y del Servicio de Atención Psicológica, junto a Vanessa Moreno Losada, coordinadora de Comunicaciones, fueron los panelistas, quienes desde sus áreas de experiencia reflexionaron con más de 60 participantes, sobre las diferentes formas de abordaje del trauma. 

Cecodap, como socio implementador de Unicef, realizó el seminario como una forma de abrir un espacio para poder reflexionar sobre los distintos enfoques en relación al trauma. 

La impunidad daña

Para Trapani, el acceso a la justicia y la tutela judicial efectiva es una vía para afrontar el trauma que causa la vulneración de un derecho en la etapa de la niñez y adolescencia. Expuso que una vez que ocurre un hecho violento, una de las formas de crear heridas en la niñez, las familias esperan justicia y restitución de derechos, pues en la sanción del hecho y en tener la verdad de lo que ocurrió ellas encuentran una base para comenzar a sanar el trauma.

Recordó que el Estado tiene la obligación de combatir las violaciones a los derechos humanos por todos los medios legales disponibles ya que la impunidad propicia su repetición crónica y la total indefensión de las víctimas y de sus familiares. «Así lo refiere una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos:  el Estado tiene el deber de evitar y combatir la impunidad”, dijo.

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El retraso procesal, las dificultades para el acceso a los sistemas de protección y la desconfianza en los procesos judiciales solo agregan más dolor a los niños, niñas y adolescentes, en el proceso de sanación y reparación. El costo de la impunidad va más allá del dolor, por no tener respuesta del sistema de justicia las familias comienzan a sentir desconfianza y se profundiza el trauma», enfatizó. 

Agregó que a las dificultades físicas para acceder a los sistemas de protección, también existe un contexto cultural que funge como un obstáculo, que  trae traumas en la niñez y la adolescencia. “Hay un proceso de sanación de los traumas que es destruido por la impunidad”, destacó. 

Entre las consecuencias que genera la impunidad sobre un hecho traumático se encuentran el efecto de búsqueda de líder mesiánico y chivo – expiatorio: el niño comienza a sentir que solo papá o mamá lo puede proteger o entiende al otro como el culpable de sus males. Progresivamente, los seres humanos se deben hacer líderes de sus procesos. También mencionó el efecto de la ruptura de lazos solidarios, como parte de las consecuencias de que el niño no vea que su violación de derecho consigue justicia. «Se trata de la pérdida de confianza que comienza a tener el niño en su entorno», precisó.

Comunicar sin revictimizar 

Para Vanessa Moreno Losada, coordinadora del equipo de Comunicaciones de Cecodap, el principio de corresponsabilidad y de interés superior del niño deben ser la bandera a usar antes de replicar, publicar o mostrar situaciones en la que la integridad personal de los niños, niñas o adolescentes. 

“Tenemos que pensar que el contenido que publicamos en las redes sociales, en donde se muestran a los niños en una situación de vulnerabilidad, puede acarrear una serie de problemas y traumas al niño, niña o adolescentes expuesto; incluso mayor que el delito del que fue víctima”, explicó. 

Usó como ejemplo la exposición mediática de tres situaciones que afectaron profundamente a los niños, niñas y adolescentes, como fue la publicación de las identidades de los adolescentes imputados por casos relacionados al acoso escolar, la desaparición de dos adolescentes y el caso de Belankazar

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“Solo el artículo 65 nos da pista de qué podemos publicar sobre la niñez y adolescencia, por lo que tenemos que ser coherente al momento de publicar imágenes de niños o niñas en una situación de vulnerabilidad”, señaló. 

Detalló que tras la explosión mediática de los casos de acoso escolar y de Belankazar, las redes sociales venezolanas se llenaron de mensajes de odio y culpa contra la niñez y adolescencia expuesta. “ Hay que cortar la cadena de estigmatización y evitar republicar las fotos o datos que identifiquen a las y los protagonistas”, sostuvo. 

Moreno Losada dio una serie de recomendaciones a los participantes, para evitar que las publicaciones sobre la niñez y la adolescencia afecten su integridad personal. 

¿Queremos informar o reaccionar? Ser parte de la conversación también implica ser racional con lo que divulgamos ¿Lo que voy a publicar puede causar alerta o reflexión? Lo que escribimos en  internet queda guardado para la posteridad”, reflexionó.

Destacó que los usuarios deben entender la diferencia entre buscar justicia y la venganza. “¿Queremos justicia o queremos venganza? Los niños, niñas y adolescentes tienen derechos que deben ser reconocidos. La presunción de inocencia y la responsabilidad penal son dos factores que deben ser tomados en cuenta antes de informar”, sostuvo. 

Escuchar y empatizar 

Para el psicólogo Abel Saraiba, las heridas del cuerpo son más fáciles de sanar que las del corazón. “Después de vivir una situación traumática, pese a no tener heridas física, sí se manifiestan las psicológicas”, señaló. 

Detalló que los traumas no solo se producen por ser víctima de un hecho violento, también la exposición a la violencia o ser testigo de una situación en la que se vulnera los derechos de otros. Sin embargo, puntualizó que el trauma es una experiencia personalísima, por lo que no todas las heridas son solo causadas por la violencia, sino por algo que causa profundo dolor en un momento de la vida que no se cuenta con las herramientas para procesarlo. “Como puede ser el abuso sexual o un intento de asesinato, ese efecto de la amenaza puede causar un trauma. La violencia siempre deja huella”, agregó. 

Agregó que los niños, niñas y adolescente tienen vulnerabilidades particulares que hacen que le afecten de forma diferencial. “Un evento que aparentemente no parece ‘significativo’ puede producir efectos traumáticos”, sostuvo. 

Saraiba dio una serie de recomendaciones que pueden evidenciar que un niño, niña o adolescente haya pasado por una situación traumática que le afecta su salud mental.Detalló que los cambios en las funciones básicas de la vida de los niños y niñas (apetito, hora de sueño, desempeño en actividades) pueden mostrar que ocurre algo que les afecta en su interior. 

“Si un niño o niña deja de jugar, debe ser una señal de alarma para los padres, porque significa que algo ocurrió con él. Ver cómo juega, con quién lo hace. No existe una sola forma de mostrar la depresión, en los niños es común que se esconda a través de la rabia”, explicó. 

Saraiba compartió 7 claves para ayudar a sanar las heridas de los traumas en la niñez y la adolescencia: 

  1. Escuchar: No necesitamos saltar a decirle al otro qué hacer, porque muchas veces de hecho no sabemos nosotros mismos lo que hace falta.
  2. Observar: No todas las señales de qué hay una herida abierta, que necesita sanar, se revelan a través de las palabras.
  3. Empatía: Una vez que he podido identificar lo que sucede, toca conectar con eso que siente el otro y ponerme en sus zapatos.
  4. Permitir que se exprese el dolor: Queremos con frecuencia que los niños no lloren o sean felices, sin respetar el derecho que tienen a sentirse mal por algo que les ha afectado. El juego es una excelente ventana para que se manifieste aquello que pueda afectar al niño.
  5. Evitar castigar por respuestas esperables al trauma: Comportamientos que podrían resultar indeseables pero forman parte del espectro del trauma no deben ser objeto de castigos. Requieren ser abordados para que no sigan ocurriendo.
  6. Ayudar a identificar emociones y poner en palabras lo vivido: Muchas veces los niños no tienen a su disposición las palabras que requieren para expresar lo que sienten; Por esto es vital que podamos ayudarles a que ellos mismos den nombre a sus emociones.
  7. Buscar ayuda si sentimos que no tenemos las herramientas: Si vemos que hemos hecho lo mejor a nuestro alcance y no vemos resultados efectivos, entonces es momento de buscar ayuda. No siempre esto implica que el niño tenga que ir a terapia.

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