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La violencia en un partido de fútbol también afecta a los niños

El día sábado 5 de marzo del 2022 se disputó en la ciudad de Querétaro-México la jornada número 9 de la Liga de Primera División del fútbol mexicano, en el estadio La Corregidora. Se enfrentaba el equipo local Querétaro Fútbol Club contra el Atlas Fútbol Club.

Como en todo evento deportivo es común que al partido asistan una gran cantidad de espectadores. Decenas de familias y grupos de amigos. Sin embargo, un grupo de personas irrumpió en el área donde estaban los fanáticos del Atlas, dando inicio a una batalla campal, con golpes y objetos contundentes entre los que se destacan cinturones, palos y asientos de la grada. Niños, hombres y mujeres en medio del pánico comenzaron a correr angustiados hacia la cancha, para no estar en riesgo por las distintas peleas.

La Coordinación Estatal de Protección Civil (CEPC) del estado de Querétaro informó que no se cuenta aún con la cantidad exacta de personas fallecidas, y solo confirmó que hay al menos 22 lesionados, todos hombres. La Fiscalía de Querétaro informó que fueron detenidas 10 personas por su posible participación en los hechos de violencia ocurridos el pasado 5 de marzo en el estadio Corregidora. Se investiga incluso que este hecho de violencia sea parte de un conflicto entre grupos de crimen organizado

En Venezuela también ocurre

La globalización que ofrece el internet nos permite observar este suceso y reflexionar sobre él, aunque no haya ocurrido en nuestro territorio. Además estas situaciones no son desconocidas en Venezuela. 

Ya tenemos un precedente en Acarigua en el estadio José Antonio Páez. En 2014, entre los equipos de fútbol profesional venezolano Portuguesa y el Deportivo Lara, hubo una disputa que dejó sin vida a un joven de 21 años de edad. Roberto Vidoza recibió un impacto de bala en la entrada del estadio y una decena de aficionados quedaron heridos, por los violentos enfrentamientos que sucedieron entre barras de ambos equipos. 

En Venezuela, los espacios de recreación se han visto afectados por el declive económico; por tanto, las oportunidades de distracción familiar como los juegos de fútbol o béisbol son espacios a los que suelen acudir también un gran número de niños y adolescentes acompañados por sus familiares, que quedan inmersos en una batalla ajena, ocasionándolas grandes heridas tanto físicas como psicológicas. Pero, la violencia no solo aparece en los eventos deportivos.

En junio de 2018 en el Club Social El Paraíso de Caracas, murieron 19 personas, entre ellas, ocho adolescentes. Era una pro graduación, una festividad para celebrar el fin de los estudios de bachillerato. Una discusión entre algunos, llevó a la activación de una bomba de gas lacrimógeno. El desespero generó una avalancha de personas en las que hubo muertos y heridos. 

Recordamos también lo sucedido en el Parque del Este en noviembre del año 2019 (también en Caracas). En el concierto de trap del cantante venezolano Neutro Shorty una estampida dejó a tres adolescentes muertos y a 30 heridos. En ese momento se criticó las deficientes medidas de seguridad que se tomaron al momento del espectáculo musical.  

No es solo afectación física

La psicóloga Natasha Faría, miembro del Servicio de Atención Psicológica de Cecodap, señala que presenciar hechos de violencia deja en los niños, niñas y adolescentes (NNA) una sensación duradera de miedo, shock y posibles alteraciones severas del estado de ánimo. 

Aquellos NNA que han estado expuestos a eventos letales de violencia como el ocurrido en el partido de fútbol de Querétaro-Atlas, bien sea como víctimas o como participantes indirectos del hecho, presentan múltiples efectos psicológicos, dentro de los que se incluyen estrés postraumático, miedo, ansiedad, dificultades para dormir, depresión, entre otros. En independencia de las circunstancias, el haber pasado por una situación tan violenta crea cierta inseguridad e inestabilidad que luego no solo puede ser mantenida en el tiempo, sino que además puede recrearse ante situaciones parecidas; por ejemplo, ante otros partidos de fútbol o espacios muy concurridos.

En Cecodap queremos recordar que cuando se materializan hechos violentos se debe evaluar sus causas y consecuencias, aprender de los ocurrido y especialmente investigar y sancionar a los responsables. 

Por ejemplo, debemos preguntarnos ¿cuáles serían las medidas preventivas que el Estado, la sociedad y las familias deberían implementar para evitar este tipo de acciones violenten nuestros derecho?.

¿Cuáles serían los derechos en juego en hechos de violencia en espacios deportivos o recreativos? Aquí algunos de ellos: 

  • No se puede vulnerar el derecho a la recreación, sobre todo en los NNA. Es de suma importancia estos momentos para su desarrollo físico y psicológico. Los adultos debemos entender que el derecho a la recreación permite que los niños desarrollen su capacidad intelectual y recreativa, siendo ésta la manera en la que ellos pueden compartir con otras personas y así salir de sus actividades rutinarias.
  • El derecho a la integridad personal comprende tanto a la integridad física, psíquica y moral del NNA.  El Estado, las familias y la sociedad son los garantes de su resguardo contra cualquier forma de explotación, maltrato, torturas, abusos o negligencias que afecten su integridad personal. Así como el Estado debe garantizar programas gratuitos de asistencia y atención integral a quienes hayan sufrido lesiones a su integridad personal.
  • El derecho a los espacios e instalaciones para el descanso, recreación, esparcimiento, deporte y juego, donde el Estado debe garantizar la creación y conservación de espacios e instalaciones públicas dirigidos a la recreación, esparcimiento, deporte, juego y descanso. 

 

 

Activar mecanismos de prevención es protección

Una máxima de la Doctrina de la Protección Integral es la corresponsabilidad. Vemos con preocupación que al darse un hecho violento como los mencionados, la opinión pública criminaliza a las familias y a los asistentes. Justamente las víctimas de la situación. Sin embargo, en Cecodap recordamos que la mejor forma de proteger los derechos es evitar situaciones que los afecten. Y ahí entra el rol del Estado.

Tomando en cuenta estos hechos de violencia es impostergable que las autoridades venezolanas hagan cumplir a las productoras de eventos o sus responsables las normativas de seguridad: manual de planificación de eventos públicos, permisología y notificación a las autoridades competentes.

Las alcaldías, ente encargado de la supervisión, deben formar a sus funcionarios en seguridad con enfoque en los derechos del niño; al igual que el cuerpo de Bomberos de Distrito Capital, los cuales evalúan las vías de acceso y escape, puntos de seguridad y otros lineamientos necesarios para la activación de eventos.

La crisis que se vive en Venezuela y otros países limitan las opciones de esparcimiento e incluso de ver actividades deportivas en vivo. Entonces, no se trata de prohibir que los NNA asistan a estos eventos, sino por el contrario, garantizar espacios seguros para la recreación y el esparcimiento. Nuestro deber como ciudadanos es velar porque sean más los lugares en los que los niños, niñas y adolescentes puedan ejercer su ciudadanía y participación; que tengan momentos de socialización y puedan comprender las dinámicas de las relaciones sanas. 

 

Víctor Briceño

Víctor Briceño

Abogado miembro del Servicio de Atención Jurídica de Cecodap

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