Niñez informada, niñez protegida: la educación contra el abuso sexual #EducarParaProteger

Ana*, alumna de preescolar, llegó un día a clases y en medio de una conversación en el aula soltó: “Maestra, mi tío me está comiendo la galleta”. A la docente la frase le sonó ambigua, podría ser que la niña solo se refiriera a que le quitaban algo de comer, pero más tarde recordó que Ana no había asistido a la sesión acerca de las partes del cuerpo porque su mamá tenía cierta resistencia a que abordaran “esos temas”. Tras un consejo de maestros, en el que participó una educadora experimentada, concluyeron que había riesgo de abuso sexual. La sospecha se confirmó después.

Este fue un caso que le relataron a Andrea Pereira, oficial de Monitoreo y Evaluación del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa) en Venezuela, durante uno de sus últimos recorridos por el territorio. La especialista afirmó que lo sucedido evidencia la importancia de que niñas y niños conozcan sus cuerpos y sus derechos y sepan a qué personas acudir para hablar con confianza sobre lo que les pasa. “Esto es parte de lo que puede aportar la educación integral en sexualidad para prevenir el abuso sexual infantil”, indicó en una entrevista para este reportaje.

Durante los últimos seis años, en el país se abrieron 32.043 causas de abuso sexual contra niñas, niños y adolescentes, según el Ministerio Público. El fiscal general de la República, Tarek William Saab, dijo que entre 2021 y 2022 hubo un repunte de denuncias, que atribuyó en parte a la creación de la campaña Pedofilia es crimen en 2022, como una acción para proteger a esta población enmarcada en los compromisos locales e internacionales que ha firmado Venezuela.

Sin embargo, un informe del Índice Fuera de las Sombras (Out of Shadows), publicado en marzo de 2023 por la empresa Economist Impact, especialista en evaluaciones comparativas y análisis de impacto económico y social, arrojó que Venezuela tiene la segunda puntuación más baja en prevención del abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes de Latinoamérica.

Entre otras observaciones, el informe destacó que no hay pruebas de que se aborde de forma adecuada en los programas escolares la educación sobre explotación y abuso sexuales. “Esta situación deja a los niños, niñas y adolescentes sin las herramientas necesarias para identificar riesgos o buscar ayuda”, señalaron.

Expertos consultados para este reportaje coinciden en que la educación, y el enfoque de la educación integral de la sexualidad (EIS), es clave para prevenir estos tipos de violencia.

En Venezuela se han dado pasos en esa dirección, pero aún hay trabajo por hacer. Hace una década que existen orientaciones pedagógicas sobre la EIS. En 2021, una resolución en Gaceta Oficial reafirmó su incorporación en el Subsistema de Educación Básica. El Ministerio de Educación, en cooperación con la Unfpa, desarrolla claras líneas de trabajo para capacitar a docentes, personal de salud y población general sobre el tema, en escuelas y comunidades. Entre 2018 y 2023 formaron a 13.498 educadores en la materia. La cifra representa al 2,4 % docentes del país, si se toma en cuenta que la última memoria y cuenta del ministerio (2015) registraba 553.948 maestros en todo el territorio.

Una investigación realizada por Crónica.Uno y la Agencia Pana de Cecodap determinó que los libros de texto gratuitos que distribuye el Estado venezolano para estudiantes de preescolar, primaria y bachillerato en las escuelas públicas tienen vacíos en los contenidos sobre abuso y explotación sexual.

Libros desactualizados

Previo a que Naciones Unidas publicara sus primeras orientaciones sobre el asunto, un plan nacional creado en 2006 se fijó la meta de “velar por la continuidad de la educación sexual, y la incorporación del tema abuso y explotación sexual en los diseños curriculares, en todos los niveles y modalidades de educación”. Este objetivo específico debía ejecutarse entre los años 2010 y 2011, pero no se rindieron cuentas al respecto. El informe Índice Fuera de las Sombras señaló que el Estado dejó que el plan caducara.

En 2011, el Gobierno lanzó los primeros textos de la Colección Bicentenario. La entonces ministra de Educación, Maryann Hanson, dijo que estos libros buscaban garantizar “una formación para el libre pensamiento, emancipadora”.

Una de sus coordinadoras y autoras, Magaly Muñoz, expresó que se trataba de una política para democratizar el conocimiento y, más recientemente, la actual viceministra de Educación Inicial, Especial y Primaria, Gisela Toro, aseguró que esta compilación era “una de las obras más trascendentales del sistema educativo bolivariano”, no solo por su distribución masiva, sino porque “los textos constituyen un valioso recurso para el proceso de enseñanza y aprendizaje, y sus contenidos pueden ser socializados en la escuela, en la familia y en la comunidad”.

Para 2015, según la memoria y cuenta del Ministerio de Educación, se habían entregado 100 millones de libros en el país. En el período escolar 2023-2024 se prevé distribuir unos 3,7 millones de ejemplares, según dijo la actual ministra Yelitze Santaella.

De acuerdo con la Unesco, desde la educación inicial las niñas y niños deben recibir información sobre que tienen derechos sobre su cuerpo, que hay partes privadas y cómo responder si alguien los toca de manera inapropiada. Se les debe enseñar a reconocer qué es el abuso sexual y la explotación infantil, qué pueden hacer si alguien intenta abusar de ellos, e incluso sobre cómo poder hablar con un adulto de confianza sobre si algún contenido en Internet o redes sociales les incomoda o les asusta.

Para enseñar sobre cómo prevenir las violencias y resguardar la integridad personal, esta agencia de Naciones Unidas diseñó 20 ideas clave para abordar con niñas, niños y adolescentes de acuerdo con su desarrollo, por lo que dividen los objetivos en cuatro grupos: para estudiantes de 5 a 8 años de edad, de 9 a 12 años, de 12 a 15 y de 15 a 18 años de edad o más.

Para esta investigación se revisaron 28 libros de la Colección Bicentenario para evaluar qué tanto se seguían esas recomendaciones. Se incluyó el libro de preescolar y los tomos de Ciencias Naturales y Ciencias Sociales de primaria y bachillerato, por ser áreas donde tradicionalmente se ofrece información sobre educación sexual, aunque en la actualidad se recomienda un abordaje transversal a todas las asignaturas.

El análisis arrojó que solo un libro —Con ciencia para el porvenir. Ciencias Naturales. 6to grado— menciona explícitamente el término “abuso sexual”, al hacer referencia a que uno de los factores de riesgo para adquirir una infección de transmisión sexual es “ser víctima de abuso sexual o violación”, pero no se define en sus páginas en qué consiste este delito, cómo prevenirlo o pedir ayuda. En ninguno de los textos se menciona ni define qué es la explotación sexual infantil.

De los 20 objetivos de aprendizaje de la Unesco se tomaron conceptos clave para buscar en los textos de la Colección Bicentenario, que están disponibles para descargar en línea en la página del Ministerio de Educación. Se halló que solo siete se abordan de manera parcial o superficial en los textos.

La búsqueda identificó que las veces donde se habla del cuerpo humano o de los órganos sexuales es para diferenciar a los niños de las niñas, o para explicar los sistemas reproductivos femenino y masculino. No se describe explícitamente, por ejemplo, que son “partes privadas” y qué hacer si alguien las toca.

También se encontró que hay escasa información respecto al “uso seguro de tecnologías de información y comunicación”, ya que en los textos casi no abordan los beneficios y riesgos de Internet y las redes sociales. Por ejemplo, qué es el sexting o los contenidos sexualmente explícitos (pornografía) o cómo estos contenidos ofrecen en su mayoría una representación incorrecta de los hombres, las mujeres y las relaciones.

En este enlace se puede revisar el análisis completo.

Al ser consultada sobre si consideraba que la Colección Bicentenario requería de una actualización, Andrea Pereira, de Unfpa, opinó que es un recurso valioso que sí sería pertinente actualizar, ya que constantemente surgen nuevas informaciones. “De hecho, cuando el ministerio plantea hacer los cuadernillos de Educación Integral de la Sexualidad para educación inicial, primaria y media es porque se dan cuenta de que la Colección Bicentenario no cubría tan profundamente muchos de los temas del currículo, entonces deciden avanzar y sacar los cuadernillos”. Mencionó tres cuadernillos para docentes que se editaron en 2021 y que el ministerio les entrega en sus capacitaciones, sin embargo, los materiales no están disponibles para su descarga en la página http://www.me.gob.ve/ ni en sus redes sociales.

Crónica.Uno y la Agencia Pana de Cecodap entregaron una solicitud de información y de entrevista a autoridades del ministerio para conocer, entre otros datos, si tienen previsto realizar alguna actualización de los libros. A la fecha del cierre de este reportaje no se recibió respuesta.

Una cultura de silencio y violencia

La especialista en violencia de género e integrante del Servicio de Atención Psicológica de Cecodap, Isolmar Paradas, recalcó que el abuso sexual es un tipo de violencia atada a dinámicas de poder, por lo que la desigualdad y vulnerabilidad de las niñas, niños y adolescentes los hace más propensos a ser víctimas. Al igual que Pereira, considera que la educación integral en sexualidad puede ser un factor que ayude a equilibrar esa balanza de poder. 

“La información siempre es prevención y si llega a tiempo siempre va a ayudar a que los niños puedan identificar riesgos. Si no conocen sobre un tema, no podrán saber si algo que les ocurre es normal o no. En nuestra cultura se habla de ‘respetar a los adultos’, por lo que un adulto que genere confianza en el entorno familiar puede aprovecharse y violentar al niño, ya que en su mente opera la lógica de que tiene que dejar que ocurra porque el otro es un adulto”, explicó. “Pero si el niño tiene información precisa sobre cómo protegerse y a quién recurrir, pues se puede prevenir un abuso sexual”.

Paradas insistió en que estos temas deben abordarse desde la educación inicial: “es importante que los niños y niñas puedan identificar las partes de su cuerpo, que hablen del pene y la vulva como lo hacen de sus manos y torso, que cuando se hable de las rutinas de aseo aprendan que los adultos cuidadores tocan sus genitales con un propósito higiénico, también es importante que vayan entendiendo los diferentes tipos de caricias… que en la adolescencia entiendan qué es una relación romántica sana”. 

Para Abel Saraiba, coordinador del programa Creciendo sin Violencia de Cecodap, en su experiencia con sobrevivientes de abuso, los niños que notifican a sus padres o adultos de confianza sobre estas situaciones son quienes han recibido algún tipo de orientación en el tema, “porque tienen padres que les han hecho saber que nadie tiene derecho a tocarlos donde no se sientan cómodos”. En cambio, dijo, en los casos en los que el niño o adolescente tarda más tiempo en identificar que lo que le ocurrió califica como abuso, la consulta psicológica arroja que no se hablaba del tema en sus hogares ni en el colegio. 

El psicólogo reflexionó sobre cómo un problema de fondo es cambiar una cultura que todavía privilegia el uso de la violencia dentro del contexto de la crianza. Precisó que alrededor del 30 % de los casos que reciben en Cecodap reporta presencia de castigos físicos a las niñas, niños y adolescentes. 

“Existen mensajes sumamente contradictorios y que merman la capacidad de consentir o de identificar el consentimiento como un factor protector. Cuando a un niño se le pega, se le dice ‘te pego porque te quiero, esto me duele más a mí que a ti’. Se les da el mensaje de que les pueden hacer daño en función de un bien mayorque las personas que te quieren tienen permiso de hacerte sentir cosas incómodas o dolorosas”, expresó. “Incluso muchas veces el castigo físico se ejerce en zonas erógenas, como pueden ser las nalgas, el rostro, y esto de alguna manera puede cargar estas experiencias del cuerpo con violencia, por lo que un niño violentado puede tardar más en reconocer un abuso sexual, ya que asume la violencia como una práctica normal”. 

Los docentes: un actor clave

La oficial de Unfpa, Andrea Pereira, indicó que en la actualidad la formación a los docentes que imparte el Ministerio de Educación es de carácter voluntario. El ente abre convocatorias y los interesados se registran. Celebró que con el tiempo hay cada vez más interesados, y que para el último módulo del año (en desarrollo durante el último trimestre de 2023), los dos primeros días de la convocatoria se postularon 10.000 docentes. Precisó que existen los tutores y tutoras nacionales de educación integral de la sexualidad, que tienen la responsabilidad de avanzar en esta formación de los maestros.

“Tienen el nivel del curso de la red educativa multipropósito, que es de formación de formadores, también el Diplomado en Educación Integral de la Sexualidad con la Universidad Nacional Experimental del Magisterio. Y ahora están lanzando la especialización en Educación Integral de la Sexualidad, también en la misma universidad”, detalló sobre las posibilidades de formación.

La Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL) es otra institución con experiencia en la formación de educación sexual. Desde hace 10 años tienen un manual para educadores y han activado materias electivas en esta especialidad, así como un diplomado. Su expectativa es trasladar sus conocimientos a otras universidades. También se creó el Diplomado en línea de Educación Integral de la Sexualidad Humana y está en revisión habilitar una maestría.

La Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), que también forma docentes, no tiene una materia o módulo específico para trabajar la educación sexual o prevención de las violencias relacionadas con esta área. Según Carlos Calatrava, director de la Escuela de Educación, el pénsum académico está diseñado para abordar estos temas de forma transversal en cada una de las materias.

“Enseñar para la prevención no lo resolvemos únicamente con una cátedra. Si nosotros ponemos en nuestros planes de estudio, en todas las escuelas de Educación, una cátedra que se llame ‘Educación Integral de la Sexualidad’, no va a tener mayor incidencia, no va a ser suficiente, si el docente, como individuo, no abandona los convencionalismos sociales. Es como la materia de Estadística. La ves en la carrera, pero si no la aplicas en tu ejercicio profesional se te olvidará”, opinó. 

Calatrava indicó que pese a sus esfuerzos aún hay retos que enfrentar, como generar estudios de alto nivel en el área y abrir líneas de investigación. 

Abel Saraiba, de Cecodap, sostuvo que la formación de los docentes en prevención del abuso sexual debería ser obligatoria. “Debe ser una formación integral, el docente debe identificar señales de alerta y actuar en consecuencia”, dijo. Insistió en que la violencia sexual es el tipo de violencia que más afecta a niñas, niños y adolescentes, según datos del primer semestre del 2023 en el servicio de atención psicológica de la organización.

Para este reportaje, el equipo de investigadores elaboró una encuesta que respondieron 210 docentes para evaluar sus conocimientos en el área.

 El 61,3 % de los consultados dijo conocer las Orientaciones Pedagógicas para la Educación Integral de la Sexualidad en el Subsistema de Educación Básica que actualizó el Ministerio de Educación en 2018. Sin embargo, 79 % respondió que no ha recibido formación del Estado para la enseñanza de la educación sexual a niños, niñas y adolescentes en el aula. 

El 59,6 % de los educadores que participaron de la encuesta consideraron que no poseen los conocimientos y herramientas necesarias para identificar si un alumno es o ha sido víctima de abuso y/o explotación sexual infantil. 

La mayoría afirmó que su formación sobre la educación sexual, prevención del abuso sexual y explotación sexual infantil la obtuvo mayormente de investigación propia (38,9 %) o de talleres o cursos promovidos por organizaciones no gubernamentales (34,1 %). El trabajo de las ONG en Venezuela, sin embargo, tiene un impacto limitado por problemas de financiamiento, falta de personal o, incluso, por ser sujetos de persecución. 

Julio Romero, coordinador de la Fundación Habla —una organización sin fines de lucro dedicada a la prevención y erradicación del abuso sexual infantil— contó que la experiencia que han tenido en sus talleres ha sido diversa. “Hay centros educativos, por ejemplo, que se han negado a recibir los talleres, incluso gratis. Ellos no quieren que se toque el tema. Donde sí hemos podido entrar, la respuesta ha sido positiva”.

Carlos Calatrava, de la UCAB, contó que en sus espacios universitarios las creencias religiosas y formas de crianza de cada aspirante a la docencia también son retos que enfrentan y que en algunos casos se convierten en un “muro” para poder trazar estrategias que promuevan la educación sexual desde la escuela. 

“Es muy fuerte tocar estos temas, sobre todo porque en la UCAB tenemos monjas en la carrera de Educación. A veces tú te puedes encontrar aquí gente cristiana, evangélica, que genuinamente no les gusta hablar de sexualidad. Se paran y se van porque tienen sus propios prejuicios y reservas sobre el tema. Sin embargo, se les da la lectura de que una educación no puede ser dogmática y nos mantenemos con el enfoque de que la sexualidad es un área más del desarrollo humano, con retos evolutivos e hitos de desarrollo por cada etapa del ciclo vital”, planteó.

Otra traba que han encontrado al momento de capacitar docentes en la Fundación Habla es que hay algunos que manifiestan temor a sufrir retaliación si llegan a identificar un caso y denunciarlo. Romero dijo que a algunos les preocupa no tener suficiente apoyo institucional o meterse en problemas con las madres, padres y representantes. 

En la encuesta realizada por el equipo de investigadores, tres de cada diez maestros indicaron que temen sufrir represalias por hablar con sus alumnos sobre la educación sexual o abordar con sus estudiantes el tema del abuso sexual y/o explotación sexual infantil. “Este es un país donde el deterioro del Estado de derecho y de las condiciones de vida conduce a que las personas tengan miedo de denunciar, sobre todo si el victimario es alguien que puede tener influencias o contactos, y que puedan afectar su integridad física”, expuso Abel Saraiba. 

Norbelys Donaire, gerente de Juventudes y especialista en Género de Construyendo Futuros, una organización que diseña e implementa programas educativos, coincide en identificar esas preocupaciones de los docentes.

Explicó que a través de su programa Quiero Saber, que fomenta la construcción del Proyecto de Vida en la población infantil y juvenil para la prevención del embarazo a temprana edad, la violencia y el abuso sexual a niños, niñas, adolescentes y jóvenes de comunidades vulnerables, buscan abordar no solo a docentes de aula, sino a todo el personal relacionado con el hecho educativo, incluyendo supervisores y directivos, justamente para que estén en sintonía sobre cómo enfrentar, por ejemplo, casos de abuso.

En Construyendo Futuros, que también ha trabajado en cooperación con Unfpa, replican el modelo de esta organización que plantea que los docentes deben recibir formación en derechos humanos, conocer de salvaguarda, las leyes nacionales e internacionales y crear redes con otras instituciones que garanticen la protección infantil. Entre 2010 y 2022 la organización sumaba 8165 padres, madres y representantes beneficiados con sus talleres, 19.590 niños, niñas y adolescentes que recibieron información veraz y acorde a su edad en las charlas. En su sitio web indican que 183 escuelas se han beneficiado de sus contenidos y 758 docentes recibieron estrategias para la formación en el tema de educación sexual integral. 

Victimarios cercanos y el rol de la escuela

El abogado Julio Romero, de la Fundación Habla, insistió en que uno de los mayores retos para luchar contra el abuso sexual contra niñas, niños y adolescentes sigue siendo el hecho de que la mayoría de los victimarios pertenecen al círculo cercano de la víctima, y eso incide en que algunas personas no denuncien estos hechos de violencia. Por esta razón, plantea que el papel que puede jugar el docente en la prevención y notificación de estos casos es fundamental. 

“La escuela debe ser un lugar seguro”, agregó Isomar Paradas de Cecodap. La especialista en el tratamiento de personas sobrevivientes de abuso sexual opinó que los colegios deben masificar y aplicar estrategias adaptadas para la prevención del abuso sexual y explotación sexual infanitil, así como tener claras las rutas para brindar asistencia a una víctima y orientar un proceso de denuncia.  

“La escuela puede ser una red de apoyo. He recibido casos en los que una vez la escuela tiene conocimiento de un hecho como este revictimiza a la persona. Se le trata como con lástima y se le adjudican etiquetas que no ayudan al sobreviviente. En la medida en que la escuela tenga preparación para abordar este tipo de situaciones el acompañamiento será mucho mejor”. 

Paradas reconoció, sin embargo, que el sistema educativo venezolano enfrenta otras circunstancia que pueden hacer que pierda el foco en estas estrategias de acompañamiento a las personas sobrevivientes del abuso sexual. 

“Una de las cosas que se pierde cuando eres víctima de abuso sexual es el sentido del control de tu vida. Por eso, la escuela puede ser un factor importante para una sobreviviente, pues es donde puede sentir que tiene control. Imaginemos que se trata de una persona que le gusta sacar buenas notas: mantendrá su foco en los estudios para tratar de no repensar en la violencia que vivió. Pero ahora tenemos escuelas en las que faltan tres profesores a la semana y los horarios cambian constantemente. Además, tenemos docentes que están angustiados por la economía y decantan esta frustración en sus alumnos. En un escenario así, el estudiante no tiene control y, por tanto, su proceso de sanación cuesta mucho más”, apuntó. 

Abel Saraiba coincidió en que el hecho de que los docentes no puedan asistir a su horario regular por su situación socioeconómica es una limitación y puede llegar a hacerlos menos receptivos a las necesidades emocionales de los niños. “Esta realidad es una gran amenaza porque estamos limitando la actuación o la disposición de actuar de un grupo de adultos que son de los más significativos del entorno familiar”.

Los especialistas expusieron que la detección temprana de un caso garantizará un proceso de protección mucho más efectivo, para lo cual también es necesario mucha disposición del personal de la escuela para aprender a reconocer señales de alerta y factores de riesgo. 

Mercedes Muñoz, licenciada en educación con magíster en Psicología del Desarrollo Humano, y presidente de la junta directiva de la Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa (Avesa), recordó que se han elaborado instrumentos como la Presentación de la Ruta de Atención Institucional del Abuso Sexual de Niños, Niñas y Adolescentes y la Ruta Escolar para la Atención del Abuso Sexual de niños, niñas y adolescentes. 

Saraiba contó que el abuso sexual es una de las formas de violencia contra niños que mayor estrés produce si ocurre de manera prolongada, ya que afecta la estructura y el funcionamiento del cerebro.

Estas experiencias van a impactar directamente en el rendimiento académico, lo cual incrementa el riesgo de que niños o adolescentes queden fuera del sistema escolar si no reciben acompañamiento para superar esta afectación emocional. Esto limitaría sus opciones para el futuro, dificultaría su acceso a estudios superiores, a mejores formas de empleo, podrían aparecer trastornos como la ansiedad, depresión, trastornos alimenticios, podrían caer en dinámicas de dependencia y ser más propensos a la pobreza.


El artículo Niñez informada, niñez protegida: la educación contra el abuso sexual fue publicado el 8 de febrero de 2024 en el portal de Crónica.Uno. Forma parte de la campaña #EducarParaProteger.

La campaña #EducarParaProteger busca la actualización de los programas educativos correspondientes al Subsistema de Educación Básica en Venezuela y una actualización de los recursos pedagógicos elaborados por el Estado. Mientras se logra este objetivo, se trabaja en la difusión de las carencias que existen en la actualidad sobre los recursos para prevenir el abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes en el sistema educativo, y ofrecer herramientas básicas para que educadores del país puedan incorporar esta información en sus aulas de clase. De igual forma, el proyecto estimula y prioriza la participación de adolescentes para que se hagan visibles con sus propuestas para cambiar una situación que los afecta directamente.

CRÉDITOS: 

Texto e investigación: María Victoria Fermín

Asistente de investigación: Erick González

Ilustraciones: Omarela Depablos

Infografías: Amadeo Pereiro

Edición: Natasha Rangel 

Redes sociales: Gabriela Anaya

Coordinación general: Vanessa Moreno Losada

 

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