Para mamá y aquellas que nos cuidan, carta de un adolescente

«Mamá» es la primera palabra que pronuncié en la niñez. Casi sin ser consciente de que te lo decía a ti, a la que siempre recurro en busca de consuelo, de un abrazo o de una palabra de aliento. Creo que no tengo otra manera para decirte lo importante y lo valiosa que eres, quizá por ello todo lo que venga de ti lo siento profundamente. Sea agradable o desagradable.

Agradezco que hagas tu mayor esfuerzo para acompañarme. Sé que no debe ser nada fácil considerando que nadie te enseñó a ser mi mamá, simplemente has aprendido y has decidido asumir ese rol. ¿Sabes qué? A mí tampoco me enseñaron a ser tu hijo, aprendo contigo y de ti a ser. Me doy cuenta de que este camino lo vamos construyendo juntos.

Yo siempre he querido ser y hacer lo que tú haces. No existe nadie más increíble para mí que tú. Me encanta verte, sentirte y saberte cerca de mí, en mis planes, mis aventuras, mis aciertos y desaciertos; guiándome y apoyándome a tu estilo. A veces funciona, logramos estar en la misma página y en otras no. Cada uno continua su vuelo solo, comprendes que no siempre estoy y estaré de acuerdo contigo. Valoro que entiendas que a veces tengo que vivirlo para reconocerlo y decidir por mí mismo qué es lo mejor para mí.

Tu autenticidad me hace más genuino. Verte reconocer lo desagradable, aquello que no has hecho de la forma más asertiva. Que reconozcas tus fallas y busques repararlas me hace más humano, me acerca también al error, a mis propias equivocaciones, lo que también puedo aprender de ellos y cómo puedo hacerlo mejor. Aprecio, gracias a ti, que lo desagradable es importante y forma parte de mi camino también. Por eso aprendí que me equivoco, que puedo hacerlo mal e inclusive herir a otros. Los humanos nos equivocamos; lo que nos diferencia de otros seres es nuestra capacidad para reflexionar, comprender y hacerlo mejor para mí y para ti.

He notado que cuando las cosas se ponen difíciles en el mundo de los adultos, cuando pierdes el control, cuando me hablas feo, cuando me tratas de una forma que no era la ideal, luego haces tiempo para disculparte conmigo y ayudarme a resolver lo que sea que está pasando en mi mundo. Es decir, uno puede meter la pata, pero es más importante rectificar, reconocer y reparar el daño.

Me has sostenido para crecer, me has acompañado desde el cariño, reportando tu experiencia y dándome el permiso de decidir cuando fuese el momento adecuado. Me has dicho muchos sí y muchos no. En algunos momentos para protegerme, en otros para prevenirme. Me gustaría decirte que siempre te he escuchado, pero a veces no lo hago, necesito vivirlo. Agradezco saber que, independientemente del resultado, siempre estás ahí para apoyarme inclusive si el resultado fue desagradable y la estoy pasando mal.

Cuando sea adulto quiero seguir aprendiendo de mí y de ti. Quiero esforzarme y reconocerme como lo haces tú. Quiero hacerlo mejor para construir y aprender a sostener. 

Gracias mamá por tu esfuerzo, por estar pendiente, por darme aquello que no tuviste y por reconocerte diferente a mí, única, auténtica y fiel a sí misma. 

Te valoro, te reconozco, te admiro, te quiero. Gracias mamá.

Un adolescente.

Sabrina Di Cristanziano

Sabrina Di Cristanziano

Psicóloga con orientación humanista y psicodinamica. Egresada de la UNIMET. Me dedicó al abordaje y acompañamiento emocional de niños, niñas y adolescentes.

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