¿Vacaciones escolares en modo supervivencia?

El período de vacaciones escolares es una época que nos permite una oportunidad de conectar con nuestros chamos de formas distintas, sin la presión de tener que estar atentos a que se cumplan todas aquellas responsabilidades escolares o extracurriculares. Sin embargo, también se puede convertir en un un momento agridulce para las familias, por una parte implica el descanso de los más pequeños, y por otra requieren un gasto extra de esfuerzo de los padres en generar ideas de cómo invertir este tiempo.

Pocas veces las vacaciones escolares coinciden con vacaciones laborales para los padres, por eso es común que optemos por ocupar este tiempo en actividades que nos permitan mantener a nuestros hijos entretenidos y supervisados, de manera que podamos continuar con nuestra vida laboral sin dificultades, inscribiéndolos en planes vacacionales, cursos, campamentos, etc.

Sin embargo, a veces esta necesidad no nos permite darnos cuenta de que entre tantas actividades puede perderse de vista el objetivo principal de las vacaciones: el descanso. Reconocer que durante el año escolar hicieron un esfuerzo en cumplir con todas sus responsabilidades, de estar al día con todo y que si bien es importante aprovechar el tiempo libre para aprender otro tipo de habilidades o para socializar; también es necesario permitir espacios de que ellos decidan qué quieren hacer: bien sea dormir hasta las 10 am y pasar el día viendo películas o simplemente jugar videojuegos. Sin tareas y también sin un millón de actividades.

Dinero, el dolor de cabeza

Otro elemento a considerar en esta época es precisamente cuando no tenemos los medios económicos para cubrir espacios de entretenimiento. La presión de invertir dinero en este entretenimiento puede llegar a ser importante, a medida que empiezan a aparecer ofertas de planes vacacionales, permisos para salir con amigos, para ir a comer un helado, entre otras actividades; y si no contamos con los recursos económicos suficientes, puede convertirse en una fuente de malestar familiar.

Para los padres, no contar con recursos económicos suficientes es durante todo el año una fuente de estrés y malestar. Este tipo de situaciones nos lleva a vivir en modo supervivencia, buscando resolver el día a día para cubrir las necesidades básicas de la familia. Por lo tanto, si nos encontramos en una situación donde tendríamos que elegir entre inscribir a nuestros hijos en un plan vacacional o tener suficiente dinero para procurar el alimento de la familia, la decisión sería evidente.

Sin embargo, a pesar de que este modo supervivencia en principio nos permite resolver el día a día, muchas veces hace que prioricemos unas necesidades sobre otras; por lo que aquellas necesidades que no consideramos prioritarias, no son tomadas en cuenta porque consideramos que no podemos cubrirlas.

Puede existir la creencia de que los recursos económicos son indispensables para permitir espacios de esparcimiento para la familia, de que si no podemos pagar un viaje a la playa, un campamento o salir al cine, no podemos hacer más nada, y la familia está condenada a pasar unas vacaciones aburridas y tristes.

Priorizar el vínculo

En realidad, a pesar de que los recursos económicos efectivamente facilitan el acceso a estos espacios, no son indispensables. Cuando tenemos un ambiente familiar en donde podemos conectar con nuestros hijos desde sus propios gustos e intereses, esto nos permite encontrar formas de compartir momentos de recreación que sean significativos y que no impliquen un gasto importante.

Por ejemplo, si permitimos un espacio en el que ellos puedan mostrarnos qué series o películas les gustan, Podríamos encontrar un momento en el que organicemos una noche de series, hacer cotufas caseras y limonada; y el resultado sería una noche distinta en la que aprendimos más de los gustos de nuestros hijos y compartimos momentos especiales.

Sin embargo, para lograr este tipo de espacios, es necesario salir de ese modo supervivencia, para el cual la recreación no es una necesidad prioritaria. Asimismo, requiere de nosotros que podamos evaluar cuál es nuestro estado actual a nivel emocional, que identifiquemos si nos sentimos particularmente cargados, estresados, o molestos; ya que probablemente ese no sería el momento ideal para acercarnos a nuestros hijos. Es importante también tener espacios propios de autocuidado que nos permitan tener un nivel mínimo de bienestar desde el cual conectar con ellos.

Para encontrar espacios de esparcimiento familiar, más que recursos económicos, es necesario contar con el interés y la disposición, ya que a partir de estos dos elementos es que podremos tener la motivación de buscar un ángulo distinto a nuestras situaciones, de encontrar formas distintas de conectar, acercarnos desde una posición distinta a la típica figura de autoridad, ya que es lo que permitirá que nuestros hijos se sientan cómodos de compartir con nosotros sus gustos e intereses, sin miedo a ser juzgados por ello.

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