Es un ser de luz. Así la describe Abel Saraiba, coordinador adjunto de Cecodap, cuando se le pregunta sobre Neudith Morales. No vacila ni un instante en mencionarlo. Tampoco escatima en adjetivos positivos para hablar sobre ella. Y es que, verla en los pasillos de Cecodap trasmite una calma, que solo se puede asemejar a un espacio de paz y tranquilidad. Hablar con ella te deja absorto, calmado y, sobre todo, con una mejor energía.
Tal vez sea por sus facciones en el rostro que revelan una personalidad tranquila y cariñosa. Uno de sus mejores atributos: su mirada compasiva. Neudith tiene el cabello negro, corto hasta la barbilla. Su peinado no cambió en los cinco años que tiene como psicóloga en Cecodap, por lo que su rostro es fácil de ubicar entre las 13 psicólogas que ahora forman parte del Servicio de Atención Psicológica Crecer sin Violencia. Si le preguntas a ella cuántas personas ha atendido en Cecodap, no vacila en dar una respuesta concreta y franca: llevo 2.100 consultas en el servicio.
Es una experta en datos, aunque no lo quiera admitir. Describe con mucha seguridad cada situación que puede atravesar un niño, niña o adolescentes. Así como la de sus familias. Cada semana llega a recibir hasta 20 pacientes, junto a sus familias. “Creo que la mayor satisfacción está en saber que se está ayudando a las personas. Ese es el granito de arena que dejamos en Cecodap”, manifiesta Neudith.
De pasante a psicóloga de Cecodap
La psicología llegó a la vida de Neudith, luego de 30 años ejerciendo como licenciada en Computación en la Universidad Central de Venezuela. De allí logró su hogar, ayudar a su familia y tener una vida próspera. Incluso llegó a ser docente.
Neudith volvió a las aulas de la UCV, nuevamente, como estudiante para perseguir una nueva meta enfocada en responder una pregunta: ¿Para qué estoy aquí? “Esta carrera la escogí desde el corazón y me contentó mucho haberla terminado. Es increíble. Cuando comencé a meter los papeles en la UCV, me percaté que la psicología era una de mis carreras a elegir cuando salí de bachillerato. Siempre me llamó la atención poder conocer el pensamiento y la mente de las personas”, relata.
Para Neudith, escoger una carrera, luego de jubilarse como profesional significó continuar su historia. Ella no dio por terminada sus ansias de cambiar la realidad de Venezuela. “La vida tiene que tener sentido y, en mi caso, lo tuvo cuando me di cuenta que podía ayudar a las personas desde la carrera”, agrega.
Neudith comenzó su carrera en Cecodap desde las aulas de clases de la UCV. En ese momento, estaba en los últimos semestres de Psicología. A la Facultad de Humanidades llegó Carlos Trapani, quien para 2017 era el coordinador del área de atención jurídica, a dar una charla sobre disciplina positiva.
“Me conecté mucho con el mensaje que dejó Carlos a la clase. Al instante le pregunté a la coordinación de pasantía de la UCV si podía hacerla en Cecodap. Llegué a la organización junto a mi compañera Jannia Orta. Allí me entrevistó mi actual jefe, Abel Saraiba. A él le pareció que podíamos hacer una contribución y confió en nuestras capacidades. Eso ya hace cinco años. Me siento muy contenta de permanecer aún”, dice Neudith durante su relato de cómo llegó a una de las principales organizaciones de defensa de los derechos de los niños.
En 2017, Abel Saraiba puso en marcha el Servicio de Atención Psicológica Crecer sin Violencia. Era la primera vez que en Cecodap se realizaban terapias psicológicas a los niños, niñas y adolescentes. Neudith comenzó en marzo de 2018. Su consultorio era compartido. Nadie se imaginaba que la estructura de la organización iba a recibir a más de 9.000 pacientes en los años siguientes. Para esa fecha sólo había tres psicólogos activos. Actualmente, el servicio se amplió a 13 terapeutas. Y aún falta más.
“Atendía en la sala de juego. Entre Jannia, Abel y yo nos turnábamos los espacios. Cuando había más de un paciente, teníamos que usar la oficina de reuniones. Es increíble lo mucho que ha crecido el servicio. Ahora somos una gran familia. El espacio se quedó corto”, describió. Ahora, la quinta El Papagayo tiene cinco consultorios, una sala de juegos y se inició una remodelación en el salón de conferencias para dar espacio a tres consultorios más.
Al finalizar el primer año de Neudith en Cecodap, ella terminó su carrera, quedó como terapeuta y logró la meta de atender, junto a Abel y Jannia, a más de 300 personas. Cinco años después, para finales del 2021, el SAP atendió a más de 9.000 personas, entre esas niños, niñas y adolescentes.
La diversidad de situaciones que atiende Neudith la mantienen ocupada. Se enfoca en masificar la cultura de la disciplina positiva, un modelo de crianza que rompe esquemas en la Venezuela de «le pego porque lo quiero». También atiende a adolescentes afectados por la migración de sus padres. Sin embargo, siempre está disponible para dar apoyo a sus compañeros.
Con la bandera de la protección de la salud mental
Neudith es ahora la encargada de los datos —un punto de encuentro entre sus dos carreras universitarias—. Lleva el registro de cada paciente que llega al servicio de Cecodap. “La gama de casos es muy amplia. No solo hay casos de alteraciones de estado de ánimo, también ayudamos a niños con ideaciones suicidas, víctimas de maltrato infantil y abuso sexual”, relató.
La emergencia humanitaria compleja, que afecta al país desde 2017, sumada a la migración forzada, cambió las estructuras familiares y sacó a la luz un tema invisibilizado por la opinión pública: la salud mental.
Hablar de salud mental en Venezuela era (o es) un tabú. Desde el Servicio de Atención Psicológica Crecer sin Violencia, la promoción de la protección a la salud mental se convirtió en una prioridad, una bandera y un motivo de lucha.
El papel de esta profesional como la contralora de los datos ayuda a documentar y dar perspectiva la situación actual del país. Estas cifras son usadas por Cecodap en sus informes e investigaciones que monitorean el cumplimiento de los derechos de los niños. La generación de estadísticas es una de los agregados que tiene la organización, pues en Venezuela desde hace más de una década una nube cubre la información necesaria para hacer diagnósticos y dar soluciones en todas las áreas de la vida pública. Desde embajadas en Venezuela, pasando por oficinas de la Organización de Naciones Unidas, hasta medios de comunicación de todas partes del mundo usan los datos que Neudith procesa sistemáticamente.
“No hay que hacer las cosas solo por dinero, sino que hay que dejar algo. Hay que ayudar al otro”, sentencia Neudith, casi como un credo.
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