Niñofobia, qué es y cómo la viven los adolescentes del Consejo Editorial PANA

Tener uniforme escolar y menos de 18 años puede cerrarte puertas. En Venezuela la niñofobia no es evidente para el ojo adulto, pero es vivida por la adolescencia. “Me pasa que por estar parada con mis amigos frente a una tienda, los encargados nos piden que nos movamos de ahí. Me parece injusto, porque los adultos también hacen eso y no los sacan del sitio. Ningún vigilante les hace pasar un mal rato como a nosotros”, comentó Amanda de 15 años, sobre situaciones incómodas que ha vivido en centros comerciales de la ciudad de Caracas. 

En 2019, el portal 20minutos.es publicó un artículo en el que desglosa los términos misopedia, paidofobia o pedofobia como el miedo irrefrenable y constante hacia todos los niños o bebés. “La persona que padece este pavor sufre importantes episodios de ansiedad cuando tiene a pequeños cerca. El afectado también puede sufrir hipertensión, dolor en el pecho, pesadillas y hasta vómitos”, indica el texto. No hace referencia a algún texto académico y hasta la fecha los términos no se encuentran acuñados por la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, estos pueden ser los orígenes del término que se popularizó a partir de 2021 en otros portales digitales: niñofobia. Ninguno es reconocido por la Real Academia Española. 

Las palabras, no reconocidas por ninguna instancia académica, pueden responder a la necesidad de tipificar el fenómeno de rechazar a los niños por el hecho de ser niños; así como a la tendencia de reducir los espacios en los que se permite la presencia de esta población. Por ejemplo, en la Biblioteca Nacional de Corea se prohíbe el acceso a cualquier persona menor de 16 años sin un permiso especial, de acuerdo a una publicación del New York Times de mayo de 2023. Otro caso, más antiguo (2012), es el de la aerolínea Malaysia Airlines, que restringe a las familias con niños el viajar en la parte superior de su servicio de Kuala Lumpur a Londres; o su par Air Asia que en sus aviones dispone de una «zona tranquila» sin costo adicional para pasajeros a partir de los 12 años.

En Venezuela, ¿existe niñofobia? Esta pregunta fue debatida en uno de los encuentros del Consejo Editorial PANA, espacio que propone hacer consultas a adolescentes formados por Cecodap en distintas áreas, desde 2020. Se encontró que esta población sufre de tratos discriminatorios por tener el uniforme escolar, ir en grupo de amigos o visitar un espacio privado solos, como tiendas o centros comerciales.  

Coincidieron en que existen restricciones no solo en espacios privados sino también parques, plazas públicas e incluso en el Metro de Caracas. “Hay funcionarios de la Polícia Nacional Bolivariana que nos detienen el paso cuando ven que somos adolescentes y empiezan a hacer preguntas inquisitivamente. Nos asumen delincuentes”, sostuvo Alfonso de 17 años, quien junto a Amanda de 15 años participó en el encuentro del 23 de junio.

Juan, otro participante del Consejo Editorial PANA, contó que en un centro comercial de La Candelaria, al oeste de Caracas, le prohibieron su ingreso. “Quise saber por qué, porque en otras oportunidades me habían dejado pasar con el uniforme puesto. El vigilante me dijo que él sí cumplía las normas del centro comercial. Eso me indignó, porque quiere decir que tienen un protocolo para no dejarnos pasar”, manifestó el adolescente de 16 años.  

Adrián de 15 años indicó que para llegar a la estación del Metro de Caracas, más cercana a su colegio, debía cruzar un centro comercial en La California, al este de la capital de Venezuela. Después de varios impases con los vigilantes, optó por quitarse la camisa del uniforme escolar para poder cruzar esta estructura, camino que para él es más seguro que deambular por la calle.

Esta situación, que a vista de los adultos puede ser sutil, se ha constituido en una norma no escrita en los centros comerciales. En 2002, una denuncia realizada en el portal Aporrea hace alusión a otro caso de discriminación contra adolescentes en estos espacios: “El vigilante trató de evitar mi intervención diciendo que ‘aquí los estudiantes roban mucho’. Yo, aproveché para explicarle que el hecho de que algunos estudiantes hayan robado no le daba a nadie el derecho de atropellar a otros por algo que no hubiese hecho. A la escena se incorporaron dos miembros de la Policía Metropolitana, el supervisor de la Compañía de Seguridad 2020 y un grupo de unos cuatro vigilantes. Rodeado de aquella gente, yo me referí en todo momento a los derechos consagrados en nuestra constitución; mientras, el supervisor de la compañía de seguridad profería amenazas en contra mía”.

También en El Nacional se realizó un reportaje en 2010 que se titula En el Sambil, Recreo y Millenium prohíben la entrada a liceístas. El reportero Juan Carlos Figueroa conversó con varios adolescentes afectados, así como con vigilantes. “Uno de los encargados de vigilar la entrada principal del centro comercial expresó que con la medida se evita que los estudiantes se fuguen de clases: ‘Justo al lado, queda el Colegio Gustavo Herrera. Más de una vez, padres y representantes se comunicaron con la gerencia del centro comercial para decir que sus hijos se jubilan del colegio para venirse a pasar el rato aquí. La restricción colabora en este sentido’”.

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La Agencia PANA llamó a tres personas con cargos vinculados a la gerencia en centros comerciales para revisar si existen políticas de seguridad que restrinjan el paso a los y las adolescentes y conocer las motivaciones de esas normativas. La conversación no se pudo tener por motivos personales de los contactados.Sin embargo, una de las fuentes enfatizó no estar autorizada para comentar sobre las situaciones que evidencian vulneraciones a los derechos de la niñez y la adolescencia.  

En 2022, un grupo de adolescentes que participan en actividades de formación en Cecodap, postuló para Zoom por tus Derechos, convocatoria para dar voz a la infancia promovido por Chicos.net, un video en el que exponían cómo situaciones en este sistema de transporte público vulneran sus derechos; por ejemplo que el mal funcionamiento del Metro de Caracas los expone a mayor ansiedad, por el retraso en su llegada a sus instituciones educativas. También que la poca formación del personal en el buen trato y atención ocasiona que haya ataques hacia los adolescentes, que van desde violencia verbal hasta requisas sin supervisión de un cuidador. Por último, apuntaron que los hurtos y robos que ocurren en las instalaciones afecta su salud mental.

“Me gustaría que el Metro mejore para que todos pudiéramos llegar a los lugares que queremos de forma segura, rápida y tranquila. Proponemos una ruta al Estado venezolano, donde haya mantenimiento correctivo y preventivo, se creen campañas para la promoción de derechos y deberes de la niñez y que se capacite al personal en áreas técnicas y en derechos humanos. Queremos espacios civilizados para todo el país”, expusieron en el video que enviaron al concurso. 

Carlos Trapani, abogado y coordinador general de Cecodap, explica que estas situaciones obedecen a la falta de prioridad absoluta y entendimiento del interés superior del niño en las autoridades del Estado. “Los espacios públicos deben ser espacios seguros y amigables para la niñez y adolescencia. Creer que el mal estado del sistema de transporte no va a afectar a los niños es un desconocimiento total a sus derechos”, apuntó.

Sin defensa

Para María y Gabriel, ir al parque del oeste dejó de ser recreativo para ellos. En el Consejo Editorial PANA expusieron que fueron víctimas de una situación de acoso callejero, que no pudieron denunciar a las autoridades porque su expresión de género generaba rechazo entre los adultos del lugar.

“Hace unos meses, estábamos en el parque juntos, cuando se nos acercó una persona, con una actitud un poco hostil, diciéndonos cosas como ‘aquí ahora se la pasan personas raras’, ‘deberían irse’”, señaló María, quien etiquetó el episodio como transfóbico y niñofóbico.

Gabriel es un hombre trans, desde que tiene 14 años de edad. En Venezuela, aún la población no ha tenido acercamiento a temas relacionados con la identidad de género, menos cuando se presenta en niños, niñas y adolescentes. 

“Las personas se te acercan y comienzan a hablar sobre cómo me veo, si soy un bicho raro e incluso te llegan a amenazar”, detalló, quién relató que tanto él como su novia se tuvieron que mover del sitio donde tenían su pícnic.  

Gabriel intentó conversar con un personal de seguridad del parque, pero su denuncia no fue atendida. “Sentí que no nos prestaron atención porque no éramos importantes. Me pregunto si esto le pasaría también a un adulto que es víctima de acoso”, apuntó.

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¿Una forma de proteger?

Entre los espacios privados que hacen más evidente las limitaciones a las personas menores de edad se encuentran las de la industria turística. En páginas como Trivago.com, AirBNB, Travelmyth, existe la categoría de “Adult Only” (solo adultos).  Sin embargo, para Jesus Manuel Morales, coordinador general de Conseturismo, el turismo en Venezuela incentiva el turismo familiar, por lo que las “zonas sin niños” parece ser más una excepción que la norma en el país. 

“Desconozco incluso que haya hoteles donde se excluyan a los niños. Probablemente haya actividades donde no se permita la participación de menores de edad, debido a la normativa que los protege de contenidos explícitos o que no sean acordes a su edad”, sostuvo.

Morales destacó que solo se puede declarar una “zonas libres de niños” por razones de seguridad, sobre todo, si existe un peligró contra su integridad personal. “He visto más bien que hay una tendencia de la familiarización de las actividades, para que todos los miembros puedan disfrutar de los atractivos turísticos”, sostuvo. 

Agregó que cuando se trabaja en turismo se busca que los espacios sean de carácter cultural, para el disfrute pleno de la ciudadanía. “Eso incluye a los niños, niñas y adolescentes. Se tienen que tomar todas las medidas de seguridad, para resguardar la integridad personal de los miembros de las familias”, señaló.

“No hay ninguna justificación en planificación para que se eliminen espacios para niños, niñas y adolescentes. Todo lo contrario”, dice José Luis Borjas, urbanista y profesional inmobiliario.

Borjas explicó que desde 2012, a través de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible 2012, se demuestra el consenso mundial sobre el poder transformador de la urbanización bien planificada en relación con el desarrollo. En 2016, con la Nueva Agenda Urbana – Hábitat 3 se acordó hacer ciudades más inclusivas. 

La prohibición de que niños convivan en un espacio público o privado tiene que partir de su protección y en función de aquellos que no comprometan su seguridad; pero no en función de que no molesten a los adultos. Una buena planificación busca incluir y hacer espacios más amigables para la niñez. La tendencia es promover la interacción de todos los ciudadanos, sin importar su condición, edad o raza. Hacer espacios accesibles para personas de la tercera edad. Que exista un intercambio entre todos los ciudadanos”, apuntó el especialista consultado por la Agencia PANA.

Borjas mencionó que en Venezuela, la planificación urbana pareciera no tener en mente la prioridad absoluta de la niñez, esto puede ser considerado como una forma de niñofobia.

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“Quizás por desconocimiento o con intención, se crean espacios públicos que limitan el disfrute de esta población. Por ejemplo, crear un bulevar cerca de una autopista. Hacen los espacios hostiles para ciertos grupos para ciertas personas, entre ellos los niños”, apunta.

La postura de Borjas y las propuestas de los adolescentes no difieren de la visión de Paola Bernal, especialista en Ciudades Amigas de la Infancia de UNICEF España, quien en 2021 presentó un documento con propuestas para una planificación urbana sostenible y responsable con la infancia. En el evento que se realizó en julio de ese año ella subrayó que “diseñar teniendo en la cabeza a las poblaciones más vulnerables, en este caso a los niños y niñas, es hacerlo para todos los grupos de población. Si los niños y niñas se sienten seguros, disfrutan de las ciudades, no encuentran obstáculos a su paso, será una ciudad más vivible para todos”. 

Además, Bernal ha destacado que es importante diseñar las ciudades “desde la escala de la casa, la calle, el barrio y así llegar hasta la ciudad, para garantizar que todos los servicios y recursos están accesibles y próximos a una distancia caminando o en bici de los niños y niñas”. El barrio es el referente espacial donde los niños, niñas y adolescentes pueden desarrollar su autonomía.

Basurama es un buen ejemplo de cómo no solo se puede pensar en una planificación amigable para la niñez y adolescencia, sino también tomando en cuenta su voz. Este es un colectivo de arte y arquitectura con sede en Madrid que incluye entre sus líneas de trabajo la autoconstrucción, el uso del arte como motor de transformación social, la innovación y la visibilización de problemas ambientales.

 “Creemos que los niños y niñas tienen que tener más capacidad de manejo de los espacios que utilizan”, señaló Mónica Gutiérrez Herrero en un artículo publicado por Ciudades Amigas de la Infancia, proyecto de Unicef – España. Un ejemplo práctico es Almendro 3, un solar cedido por el Ayuntamiento de Madrid y autogestionado por niños y niñas, en cuyo proceso estuvo presente Basurama. “Fue un proceso de participación cien por cien infantil. Ahora es un espacio de juego libre en el centro de Madrid”, cuenta Gutiérrez Herrero.

Derechos vulnerados

“Si no sabes mantener a los niños tranquilos, mejor no salgas con ellos”, puede ser una de las muchas frases que reciben madres y padres que salen con sus hijos a espacios públicos. Una gran parte de los argumentos usados para mantener las zonas libres de niños están relacionados al comportamiento de los niños y niñas, a los cuales se les exige que estén quietos y tranquilos. 

Tener zonas libre de niños, niñas y adolescentes puede atentar contra sus derecho a la no discriminación, igualdad de oportunidades y a la libre circulación. Esto puede ser considerado una forma de niñofobia. 

En Venezuela, el artículo 79 de la Ley Orgánica para la Protección del Niño, Niña y Adolescente (LOPNNA) aborda la importancia de proteger a los niños, niñas y adolescentes en espacios públicos. Las restricciones encontrarás en la ley se abocan a la protección integral de las infancias, con el fin de evitar ser expuestos a contenidos no apropiados a su edad. 

En el artículo se prohíbe: “Admitir a niños, niñas y adolescentes en espectáculos o en salas de exhibición cinematográficas, videográficas, televisivas, multimedia u otros espectáculos similares, así como en lugares públicos o privados donde se exhiban mensajes y producciones cuando éstos hayan sido clasificados como no adecuados para su edad”. 

Estos son los derechos vulnerados a los niños, niñas y adolescentes cuando se establecen zonas donde se prohíbe su entrada o presencia, con base en la Convención sobre los Derechos de los Niños: 

  • Derecho a la no discriminación (Artículo 2): Establecer zonas libres de niños puede ser considerado discriminatorio, ya que niega a los niños y niñas el acceso a espacios públicos o servicios basándose únicamente en su edad.
  • Derecho a la igualdad de oportunidades (Artículo 2): Las políticas de exclusión basadas en la edad pueden limitar la igualdad de oportunidades de los niños y niñas para acceder a servicios y disfrutar de los mismos espacios que los adultos.
  • Derecho a la libertad de circulación (Artículo 15): Los niños y niñas tienen derecho a la libertad de movimiento y a acceder a espacios públicos en igualdad de condiciones. Las restricciones en el acceso a establecimientos pueden limitar su capacidad de disfrutar plenamente de su entorno y participar en la vida social.
  • Derecho al juego, al descanso y al esparcimiento (Artículo 31): Estas políticas pueden restringir el derecho de los niños y niñas a jugar, descansar y participar en actividades recreativas en diferentes lugares de su comunidad, lo que afecta su desarrollo físico, mental y social.
  • Derecho a la participación (Artículo 12): Los niños y niñas tienen derecho a expresar sus opiniones y ser escuchados en los asuntos que les conciernen. Al prohibir su acceso a determinados espacios, se les niega la oportunidad de participar y hacer valer sus derechos en dichos contextos. 

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