El acoso escolar es una forma de violencia que puede ser física, verbal o psicológica y que involucra no solo a la víctima y al victimario sino también a sus padres, a los testigos del acoso y a los miembros de la institución educativa. Las emociones que se producen antes, durante y después de una situación de acoso pueden ser complejas y muy diversas precisamente por el gran número de personas provenientes de contextos particulares.
Las emociones ocurren como reacción a estímulos externos, como por ejemplo sentir miedo al ver que el victimario se está acercando; o estímulos internos como cuando el estudiante está escribiendo en su cuaderno y comienza a pensar en su valía personal como producto del acoso escolar. Asimismo, se ha determinado que, en las personas acosadas, estas tienen efectos a largo plazo en la salud física y emocional. Se ha documentado la producción de compuestos en el organismo asociados a procesos inflamatorios que se alteran en relación a factores psicosociales como los que ocasionan el acoso. También se ven afectadas la adaptación a roles en la adultez incluyendo la formación de relaciones sociales y la integración en el trabajo.
Víctimas
Las emociones que se manifiestan en la persona que sufre de acoso van desde miedo, tristeza, angustia, enojo, frustración y ansiedad. Presentar dichas emociones durante períodos de tiempo prolongados pueden llegar a promover en el niño, niña o adolescente estados depresivos, ideación suicida, autolesiones y, en general, un deterioro significativo de su salud mental. Esto se puede ver reflejado en una disminución en el rendimiento escolar, pérdida de apetito, alteraciones en el sueño y cambios importantes en sus relaciones interpersonales y familiares.
Es muy importante mantener conversaciones con los niños que manifiestan esta sintomatología para determinar si están siendo víctimas de acoso y tomar medidas para evitar o disminuir sus consecuencias.
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Victimario
Ahora bien, en cuanto al victimario, existen múltiples factores que podrían determinar el desarrollo de comportamientos vinculados al acoso escolar. Entre los más importantes, se encuentra la dinámica familiar o el estilo de crianza que se mantiene en el hogar y la historia de relaciones interpersonales del estudiante acosador.
Cuando un niño crece en una familia en la que la forma de resolver conflictos es mediante el castigo físico o humillante, el estudiante replica estos comportamientos bien sea porque es la forma en la que aprendió a resolver problemas o con el objetivo de ejercer el mismo patrón de dominación con aquellos sobre los que tiene poder, es decir, otros estudiantes e incluso docentes.
El rol que juegan las emociones en el que ejerce el acoso escolar es muy importante, ya que dentro de su forma de responder a su entorno podría existir un déficit en la autorregulación emocional, lo cual quiere decir que, al enfrentarse a una situación frustrante, por ejemplo, se le haría difícil manejar el enojo y la ira asociada a esa situación pudiendo tener como respuesta un comportamiento violento como forma de desahogo emocional.
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Testigos
Otra población importante dentro de una situación de acoso son los testigos. Los niños y adolescentes testigos de esta situación podrían sentir angustia, tristeza y también miedo de enfrentar al acosador o convertirse en víctimas. Pueden tener sentimientos de culpa por no actuar en defensa del acosado, o por el contrario les puede resultar divertida esta situación y formar parte indirecta del acoso.
¿Qué hacemos?
Es importante conversar con todos los involucrados en una situación de acoso escolar para poder buscar soluciones a este problema.
Es necesario formar a los docentes y padres con el objetivo de que aprendan a discriminar cambios emocionales en los niños o patrones conductuales que den señales de una situación de acoso escolar.
Un niño que deja de hablar, que no quiere ir a la escuela, que se encierra en su mundo puede estar siendo víctima de acoso.
Un adolescente que se siente intranquilo, con miedo cuando va a la escuela puede estar siendo testigo de una situación similar.
Una niña que suele responder con agresividad en casa o que sabemos que la dinámica familiar es violenta pudiera ser victimaria en el acoso escolar. Es por ello que como padres, madres, docentes u observadores debemos tomar un rol activo que permitan buscar soluciones que garanticen el cese del problema.
Natasha Faría
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