No soy una persona cariñosa, ¿cómo puedo demostrarle a mi hijo que lo quiero?

Ser amoroso no está sujeto solamente a las demostraciones de afecto con besos y abrazos. Implica también, hacer sentir al niño seguro tanto física como emocionalmente. Con el modelo de la Disciplina Positiva podemos apoyarnos para demostrarles a nuestros hijos que sí  los queremos, aunque no seamos cariñosos.

Muchos padres piensan que la disciplina no es nada más que regañar y golpear. Otros se sienten mal al perder el control de sus emociones. Y otros se sienten inútiles. Pero existe otro camino. “Disciplina” realmente significa “educar”. La educación se basa en el establecimiento de metas para el aprendizaje, la planificación de un enfoque efectivo y la búsqueda de soluciones que funcionen.

La Disciplina Positiva no es violenta y respeta al niño o niña como estudiante. Es un enfoque a la crianza que ayuda a que los niños tengan éxito, les da información y apoya su crecimiento.

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¿Cómo lo podemos hacer?

Brindando calidez y estructura, herramientas que invitan a construir una relación de seguridad y confianza con nuestros hijos. Estar disponible para ellos, escuchar y entender sus necesidades es una forma de demostrar a un niño que se le quiere.

Indagar las razones de su comportamiento antes de juzgarlos lleva a entender por qué hacen lo que hacen.

Por ejemplo, el niño no quiere ir a la bodega hacer un mandado y se le juzga de forma anticipada porque no quiere ir. Si se indagan las razones de su comportamiento, puede suceder que le da miedo pasar por una cuadra donde hay perros y tiene miedo de que lo muerdan. O que hay otros niños que se burlan de él o le buscan problemas y eso le atemoriza.

Conociendo las razones de su comportamiento podemos hacer que se sienta amado. Lo podemos ayudar a resolver problemas juntos. En este caso, podremos ir juntos a la bodega y enfrentar estos temores. En la medida en que se sienta más seguro el niño podrá intentar hacerlo solo.  

En ocasiones, cuando hacen algo que no es apropiado se le puede llegar a decirles que son por ejemplo, unos desordenados, flojos, fastidiosos, etc. Estas palabras lejos de hacerlos sentir que son amados, atentan contra su valía personal y van deteriorando la relación. Más bien, se trata de hacer referencia a la conducta que se desea corregir usando palabras respetuosas para dirigirnos a ellos. Por ejemplo: Mira como está la sala desordenada, hay que recoger los juguetes para poder caminar sin tropezarnos o caernos, por favor recoge los juguetes que dejaste regados en la sala.

Después que haya recogido los juguetes, es valioso reforzar en el niño el haberlo hecho, para ello usar palabras que alienten que esta conducta se vuelva a repetir en el tiempo. Por ejemplo: Gracias por haber recogido los juguetes de la sala, ya podemos caminar libremente. En el supuesto que el niño no recoja sus juguetes, hay formas amables de procurar que sí lo haga, como el recogerlo juntos, el de inventar un juego que incite a poner orden, etc. Es presentar alternativas a una conducta inadecuada. 

Respeto a nuestros hijos, sus cosas y espacio

Los niños también necesitan sentir que son respetados. No solo en relación al fomento de su valía personal, sino también al respeto por su cuerpo y al espacio de interacción con los otros.

El hecho de ser un familiar cercano no implica que el niño esté en la obligación de dar  besitos y abrazos. Es lo que se pudiera esperar pero no siempre el niño está en disposición de hacerlo. Es importante comprenderlo y respetarlo.

Al igual que el hecho de enseñarlos a proteger su integridad física de los otros, al no permitir ser tocados por extraños y que sientan la confianza de expresar si algo sucede y que los incomoda. 

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Nada de lo que haga podrá quitarle nuestro amor

Por último, y no menos importante, es hacer sentir al niño que es amado sin importar lo que diga o haga, que es una persona valiosa a pesar de lo que ocurra y que ocupa un lugar importante en la familia. 

  1. Estar disponible, escuchar sus razones y  no juzgar de forma anticipada.
  2. Ser amables y respetuosos en su trato.
  3. Presentarles alternativas a una conducta inadecuada.
  4. Apoyarlo a resolver problemas juntos.
  5. Respetar su cuerpo y espacio de interacción.
  6. Demostrarle afecto en acciones y palabras.
  7. Hacerlo sentir que es amado de forma incondicional.

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