¿Te has preguntado qué tipo de crianza utilizas para educar a tus hijos? Probablemente en casa tengas diversas estrategias a la hora de establecer reglas y crear hábitos. Una rutina constante, buena comunicación y un ambiente adecuado son claves a la hora de criar a nuestros hijos. Por supuesto, no es nada sencillo para los cuidadores debido a los grandes desafíos que pueden aparecer durante el proceso. 

Las relaciones tempranas en la infancia se dan con nuestros padres o con las personas que percibimos como nuestros cuidadores principales. La forma en la que se establecen dichas relaciones va a interferir en nuestra personalidad y en cómo interactuamos con el mundo. Este primer vínculo emocional que logramos establecer, dependerá de las prácticas de cuidado o de crianza que se implementen en nuestra infancia.

Según la Organización Mundial de la Salud, el estilo de crianza hace referencia a la relación afectiva, de guía y control que se da entre madres y padres con sus hijas o hijos, garantizando un cuidado que promueva el mejor desarrollo posible de los niños. En la crianza se busca seguir un modelo de disciplina positiva en el que los padres, por medio del respeto y el amor, ofrezcan protección, formación y los cuidados necesarios para satisfacer las necesidades de sus hijos, asegurando un crecimiento saludable y amoroso. Basándonos en este enfoque de crianza los niños y niñas son tratados como seres humanos que tienen derecho y no como una propiedad de los padres (UNICEF). 

Son diversos los factores que influyen en la forma en la que educamos a nuestros hijos, muchos cuidadores emplearán las mismas estrategias que implementaron en su infancia y otros buscarán herramientas distintas. Lo importante es identificar cuál es el mejor método y cuál tendrá los mejores beneficios a largo plazo para nuestros hijos. 

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Pero, ¿qué es un estilo de crianza?

Al hablar sobre estilos de crianza y su clasificación es importante aclarar dos elementos claves: los límites y el afecto. Dichos factores conforman los tipos de crianza e interfieren directamente en las estrategias que se emplean a diario con los niños. 

Cuando hablamos de límites nos referimos al establecimiento de normas. Es el ámbito relacionado a la disciplina y a lo que es esperado de nuestros hijos. Por otro lado, el afecto tiene que ver con demostrar amor y garantizar seguridad. Esto genera confianza en la relación entre cuidadores e hijos. 

Cada estilo de crianza se caracteriza por distintos niveles en cuanto a límites y afecto, lo que nos permite identificar cuatro estilos principales: autoritario, permisivo, negligente y democrático.

Revisemos uno a uno

Los cuidadores que implementan un estilo de crianza de tipo autoritario presentan un alto nivel de exigencia y establecimiento de límites, pero un nivel bajo en afecto. Suelen ser inflexibles y severos. Imponen reglas estrictas en las que la opinión de los niños no es tomada en cuenta. En este estilo de crianza suele presentarse el castigo como estrategia frente al incumplimiento de normas, no se emplea el diálogo ni se responden las necesidades de los niños. 

En cambio, el estilo de crianza de tipo permisivo es todo lo contrario. Se presentan altos niveles en afecto, pero pocos límites y exigencia. Aunque los cuidadores son comprensivos y cariñosos, no hay normas claras que le permitan a los niños tener disciplina y entender posibles conductas inapropiadas. 

Por otro lado, nos encontramos con el estilo de crianza negligente o pasivo. Hace referencia a cuidadores que se desentienden de satisfacer las necesidades de sus hijos, son ausentes y se muestran desinteresados. En este caso, tanto el nivel de afecto como el de límites, se encuentra muy bajo, se priva a los niños de un cuidado adecuado y no se toman en cuenta sus necesidades básicas. 

En este punto es normal que te preguntes: ¿qué estilo sería el más idóneo para implementar? Notamos que lo ideal sería conseguir un equilibrio adecuado entre límites y afecto; es decir implementar una disciplina positiva basándonos en el respeto y en el amor, mientras se ofrecen los cuidados necesarios que demanden nuestros hijos según sus necesidades. 

En este tipo de crianza, que se conoce como estilo democrático, los cuidadores se caracterizan por establecer normas de una forma justa, implementando el diálogo como herramienta principal. Esto genera un ambiente de seguridad y le permite al niño entender la razón de sus acciones, expresando lo que siente y piensa. Al implementar disciplina positiva se satisfacen las necesidades de los niños pero sin dejar a un lado el establecimiento claro de límites sanos. 

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Estos padres e hijos suelen tener una relación cercana donde prevalece la empatía y el respeto, lo que a su vez será la base de cómo los niños se relacionan con sus pares y como establecerán relaciones sociales en un futuro. 

Los estilos de crianza no son 100% puros, probablemente nos encontremos entre dos estilos o incluso identifiquemos que podemos ser autoritarios en algunas ocasiones y muy permisivos en otras. Sin embargo, gracias a la disciplina positiva, nos acercamos cada vez más a conseguir dicho balance. 

No es tarea sencilla y puede que a veces se vuelve complicado. El reto está en detectar las desventajas y los beneficios a largo plazo que tiene cada estilo. 

Aunque no exista un manual sobre cómo ser padres, nunca es tarde para aprender y modificar el método que implementamos. Cada día hay nueva información que nos permitirá conocer herramientas distintas a la hora de criar a nuestros hijos para que en un futuro sean la mejor versión de ellos mismos.